Encontraron los restos de un entrerriano desaparecido por la Dictadura

Se trata de Ruperto Méndez, un entrerriano de 32 años, desaparecido en abril de 1976 en Buenos Aires. Sus restos habían sido encontrado en 1983 pero ante la falta de registros genéticos no pudieron ser identificados hasta este año.
03.07.2011 | 19:46
El Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó la identificación de seis personas desaparecidas durante la última dictadura militar, entre ellos un entrerriano asesinado el 29 de marzo de 1976 en la localidad bonaerense de Moreno. Se trata de Ruperto Méndez, un entrerriano de 32 años, cuyos restos habían sido exhumados en 1983 del cementerio municipal de Moreno, en la provincia de Buenos Aires, adonde fueron enterrados como NN en abril de 1976. En rigor, los restos de Méndez se encontraban en el laboratorio del Equipo Argentino de Antropología Forense desde 1999, pero no había muestras genéticas con las cuales comparar para hacer la identificación.


El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) confirmó hace unos días la identificación de seis personas desaparecidas durante la última dictadura, a través de estudios genéticos. Uno de ellos es Ruperto Méndez.

Sus restos habían sido exhumados en 1983 del cementerio municipal de Moreno, en la provincia de Buenos Aires, adonde fueron enterrados como NN en abril de 1976. En rigor, los restos de Méndez se encontraban en el laboratorio del Equipo Argentino de Antropología Forense desde 1999, pero no había muestras genéticas con las cuales comparar para hacer la identificación.

De hecho, su caso ni siquiera estaba en los registros de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Recién en 2008, su sobrina Claudia Méndez denunció la desaparición de Tito, como le decían sus familiares, y en diciembre del año pasado peritos forenses exhumaron los restos de la madre de Ruperto Méndez –fallecida en 2005– para extraer muestras genéticas y cotejarlas con las que ya tenían en el laboratorio.

Del campo a la ciudad

Ruperto había nacido en Las Cuevas, un pueblo rural del departamento Diamante, y allí vivió con su madre, Aída Prudencia Méndez, y sus hermanos Prudencio y Rafaela hasta los 11 años. Su padre no los reconoció y se fue de la casa cuando ellos eran chicos, por lo que los hermanos quedaron al cuidado de su abuelo Luis.

Cuando el hombre se fue del pueblo por razones laborales, Ruperto marchó con él y se instalaron primero en San Nicolás y luego en Ramallo, en el norte bonaerense. Tito volvió varias veces a Entre Ríos a visitar a su madre, que con el tiempo se radicó en Victoria, e inclusive se preocupó por ayudarla económicamente. La última vez fue en 1975, cuando ya era perseguido por su actividad gremial.

“En los contactos que manteníamos con él, nos contaba que era obrero en una fábrica y en 1972, por su militancia sindical, comenzó a tener problemas en el trabajo. Algunas veces los militares lo seguían, le allanaban la casa y lo golpeaban”, contó su hermana, en una entrevista radial, hace algunos años.

Tito Méndez trabajaba en la fábrica Fiplasto, una empresa de tableros de fibra de madera que todavía se mantiene en pie en Ramallo. Ahí fue elegido como delegado gremial por sus compañeros, que lo llamaban Chato, editaba un volante a través del cual realizaban sus reclamos por reivindicaciones laborales y conformó la agrupación “El Sentir de los Trabajadores de Fiplasto”.

En 1974 también comenzó a militar en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y cuando la represión se institucionalizó y las botas empezaron a seguirle los pasos, Tito armó un bolso con algunas cosas y se fue sin decir adonde. Lo siguiente que supo su familia es que cayó el 29 de marzo de 1976 en una quinta de Moreno.

Ese lunes, cinco días después del golpe de Estado, participó de una reunión en la quinta La Pastoril, una amplia casona con planta alta, un parque de una hectárea de extensión y pileta de dimensiones olímpicas. Allí se celebró una importante reunión a la que asistieron miembros de la Junta Coordinadora Revolucionaria, una suerte de articulación regional sudamericana para aquellas organizaciones que buscaban la toma del poder a través de las armas, que incluía dirigentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile, del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia, miembros de los Tupamaros uruguayos y la cúpula del PRT-ERP en pleno.

Las discusiones comenzaron a la mañana y al mediodía hubo un cuarto intermedio para almorzar y descansar. Alrededor de las 14.30 la quinta fue atacada por militares, policías federales y provinciales y hubo un enfrentamiento. Doce personas murieron y el resto de los participantes de la reunión pudieron escapar, entre ellos Mario Roberto Santucho, Benito Urteaga, Domingo Menna y los invitados de las otras organizaciones.

Dentro del perímetro de la quinta murieron cuatro militantes y otros ocho fueron secuestrados dentro de la casa o en las inmediaciones y fueron asesinados. Ruperto Méndez fue trasladado a la Comisaría de Moreno, pero no se sabe si llegó con vida. Sin embargo, no hay registro de que haya pasado por algún centro clandestino de detención, por lo que se presume que murió en la quinta.

Unos días después, la familia recibió una citación para la identificación de Tito, pero en la sede policial solo les mostraron fotos de un cadáver. “Las fotos eran truculentas y no estaba claro que fuera Tito”, contó Claudia Méndez. “Sin embargo, unos días antes, un compañero de militancia se presentó en la casa de la familia y les contó lo que había ocurrido en la quinta de Moreno”, acotó.
La familia intentó en vano investigar lo que había ocurrido, pero recibieron amenazas, allanamientos y dos primos y un tío de Ruperto fueron detenidos y pasaron varios días en la sede de la Policía Federal de San Nicolás. Entonces se impuso el miedo.

El año pasado su sobrina recuperó como sitio de memoria la casa que Ruperto Méndez dejó a medio construir. “Es un espacio donde desarrollar actividades culturales y hacer visibles historias que están ocultas; como era la de Tito”, sintetizó Claudia.

Ciencia forense

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) es una organización no gubernamental creada en 1984 merced a la iniciativa de las organizaciones de derechos humanos. El objetivo del grupo es aplicar las técnicas de la antropología legal –o forense– a fin de investigar casos y sucesos sobre personas desaparecidas durante la dictadura militar. Asimismo, el EAAF ha trabajado en 30 países de Latinoamérica, África, Europa y Asia; en lugares como Bosnia, Angola, Timor Oriental, Polinesia francesa, Croacia, Kurdistán iraquí, Kosovo y Sudáfrica.

206 identificaciones ha realizado el Equipo Argentino de Antropología Forense desde que comenzaron las tareas para determinar el destino de personas desaparecidas durante la última dictadura militar, entre 1976 y 1983.


Fuente: El Diario | Análisis Digital
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