POLÍTICA Y MUJERES
La UCR ante el Día de la Mujer Trabajadora
El 8 de marzo se conmemora la lucha de la mujer por su participación en pie de igualdad con el hombre en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.
08.03.2017 | 08:50
Esta celebración que trasciende las fronteras, así como también las diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, se refiere a las mujeres corrientes como artífices de la historia y se origina en la lucha plurisecular de la mujer por abrirse camino en pos de una sociedad más justa e igualitaria. Al conmemorarse esta fecha, hay quienes lo hacen evocando una suerte de celebración alegre. Muy por el contrario, el hecho mismo de que se celebre un día especialmente dedicado a la mujer, pone de manifiesto que, en términos generales, continúa resultando objeto de discriminación y opresión en diversas formas, más allá de los importantes avances en materia de aplicación de leyes contra la desigualdad y la violencia y de los cambios positivos de conducta social e individual.
Ciertamente, la falsa creencia de que la desigualdad de género es cosa del pasado o de otros países, surge de la idea errónea de que una igualdad formal (reconocida y plasmada en la ley positiva) equivale a una igualdad real (efectiva, palpable), cuando en verdad, la primera es fundamental para la segunda, pero no la garantiza. Y ello es un hecho que podemos constatar todos los días. Aun en los tiempos que corren, millones de mujeres siguen luchando por acceder a una educación adecuada, conseguir trabajos mejor remunerados, hacer respetar su imagen y su cuerpo.
Algunos datos reveladores al respecto, dan cuenta de que el 79% de las personas que son vendidas y compradas para ser explotadas sexualmente son mujeres y niñas. Paralelamente, en muchos países del mundo, un tercio de las mujeres son obligadas a casarse antes de los 18 años, mientras que 1 de cada 9 se casa antes de cumplir los 15. No menos alarmante resulta que, aún hoy, los medios de comunicación publican titulares machistas para hacerse eco de las noticias protagonizadas por mujeres. Capítulo aparte merece el hecho de que, la brecha salarial entre hombres y mujeres sea otra realidad que golpea: cuesta creer que existan países en los que las mujeres cobren hasta un 75% menos al mes que los hombres. Sin lugar a dudas, la cifra más dolorosa está dada por el 38% de las muertes femeninas en el mundo, como consecuencia de la violencia de género.
Sobre este tema, la labor incansable de diversas organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres y la erradicación de la violencia de género, ha logrado un cambio en la retórica: de un problema íntimo o del ámbito privado a que se reconozca como un problema de Estado, de violación a los derechos humanos, de falta de respuesta estatal a una obligación internacional de proteger y defender a las mujeres y a las niñas, entendiendo la violencia en sus diferentes formas (doméstica, comunitaria e institucionalizada, relacionada con la falta de un compromiso de una política de Estado por garantizarle el pleno ejercicio de sus derechos, incluso de sus derechos sexuales y reproductivos). Desde la Secretaría de la Mujer del Comité de la Unión Cívica Radical de Concepción del Uruguay, entendemos que es responsabilidad ineludible del Estado hacer diagnósticos precisos y profundos, no sólo a través de las denuncias efectuadas por las propias víctimas o por los miembros de su entorno, sino también utilizando otras formas metodológicas para poder llegar a las comunidades y comprender cuál es el problema en toda su dimensión.
Si bien reconocemos que Argentina ha dado pasos importantes en materia legislativa, pues existe una ley integral sobre prevención y erradicación de la violencia contra la mujer, creemos que tanto los recursos destinados a su aplicación, como las políticas en materia de contención integral a víctimas de violencia, resultan aún insuficientes.
Por otra parte, destacamos profundamente la convocatoria a las movilizaciones masivas de ciudadanos como "Ni una Menos", porque entendemos que son signo positivo de una cultura que empieza a cambiar y que reconoce que la violencia contra las mujeres es un flagelo y un desafío enorme por enfrentar.
Sin embargo, ante la violación de una chica, hay quienes aún cuestionan cómo estaba vestida o si caminaba sola por la noche, culpabilizando a la víctima y no al violador. ¿Cómo se hace para desnaturalizar la violencia en la sociedad? ¿Cómo se enseña a desarmar estos argumentos y llamar la atención sobre lo que algunos llaman la "cultura de la violación", ese conjunto de creencias, costumbres y valores que avalan socialmente a las conductas abusivas y que naturalizan la violencia?
Sobre todo en América Latina y el Caribe, vivimos en una cultura machista que victimiza a las mujeres y las revictimiza con la culpa: "porque viajaba de noche", "porque viajaba sola", "porque fue a una fiesta"... Siempre busca culpar a la mujer de lo que le ocurre, cuando, en realidad debe llevarse a cabo un trabajo más profundo de reeducación y no solo a la mujer: muchas de las organizaciones apuestan a la educación por los derechos humanos con las comunidades vulneradas y afectadas, en este caso, se busca que las mujeres conozcan sus derechos y demás, pero no se trabaja con los hombres y, sobre todo, con los niños. Es una responsabilidad social empezar a trabajar con ellos para iniciar un verdadero cambio de la cultura de discriminación y desigualdad, ya que desde las actitudes más simples -la televisión, los comerciales, los juguetes- siempre se rezaga a la mujer a un rol específico y en el momento en el que una mujer cuestiona ese rol y se aparta del estereotipo también sufre de esta violencia colectiva.
La realidad es que, sólo en la medida en que se implementen políticas integrales, que ofrezcan una visión de conjunto tendiente a superar cualquier forma de discriminación basada en el género, podrá alcanzarse un verdadero reconocimiento a la dignidad humana de la mujer.
FIRMAN.
Ciertamente, la falsa creencia de que la desigualdad de género es cosa del pasado o de otros países, surge de la idea errónea de que una igualdad formal (reconocida y plasmada en la ley positiva) equivale a una igualdad real (efectiva, palpable), cuando en verdad, la primera es fundamental para la segunda, pero no la garantiza. Y ello es un hecho que podemos constatar todos los días. Aun en los tiempos que corren, millones de mujeres siguen luchando por acceder a una educación adecuada, conseguir trabajos mejor remunerados, hacer respetar su imagen y su cuerpo.
Algunos datos reveladores al respecto, dan cuenta de que el 79% de las personas que son vendidas y compradas para ser explotadas sexualmente son mujeres y niñas. Paralelamente, en muchos países del mundo, un tercio de las mujeres son obligadas a casarse antes de los 18 años, mientras que 1 de cada 9 se casa antes de cumplir los 15. No menos alarmante resulta que, aún hoy, los medios de comunicación publican titulares machistas para hacerse eco de las noticias protagonizadas por mujeres. Capítulo aparte merece el hecho de que, la brecha salarial entre hombres y mujeres sea otra realidad que golpea: cuesta creer que existan países en los que las mujeres cobren hasta un 75% menos al mes que los hombres. Sin lugar a dudas, la cifra más dolorosa está dada por el 38% de las muertes femeninas en el mundo, como consecuencia de la violencia de género.
Sobre este tema, la labor incansable de diversas organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres y la erradicación de la violencia de género, ha logrado un cambio en la retórica: de un problema íntimo o del ámbito privado a que se reconozca como un problema de Estado, de violación a los derechos humanos, de falta de respuesta estatal a una obligación internacional de proteger y defender a las mujeres y a las niñas, entendiendo la violencia en sus diferentes formas (doméstica, comunitaria e institucionalizada, relacionada con la falta de un compromiso de una política de Estado por garantizarle el pleno ejercicio de sus derechos, incluso de sus derechos sexuales y reproductivos). Desde la Secretaría de la Mujer del Comité de la Unión Cívica Radical de Concepción del Uruguay, entendemos que es responsabilidad ineludible del Estado hacer diagnósticos precisos y profundos, no sólo a través de las denuncias efectuadas por las propias víctimas o por los miembros de su entorno, sino también utilizando otras formas metodológicas para poder llegar a las comunidades y comprender cuál es el problema en toda su dimensión.
Si bien reconocemos que Argentina ha dado pasos importantes en materia legislativa, pues existe una ley integral sobre prevención y erradicación de la violencia contra la mujer, creemos que tanto los recursos destinados a su aplicación, como las políticas en materia de contención integral a víctimas de violencia, resultan aún insuficientes.
Por otra parte, destacamos profundamente la convocatoria a las movilizaciones masivas de ciudadanos como "Ni una Menos", porque entendemos que son signo positivo de una cultura que empieza a cambiar y que reconoce que la violencia contra las mujeres es un flagelo y un desafío enorme por enfrentar.
Sin embargo, ante la violación de una chica, hay quienes aún cuestionan cómo estaba vestida o si caminaba sola por la noche, culpabilizando a la víctima y no al violador. ¿Cómo se hace para desnaturalizar la violencia en la sociedad? ¿Cómo se enseña a desarmar estos argumentos y llamar la atención sobre lo que algunos llaman la "cultura de la violación", ese conjunto de creencias, costumbres y valores que avalan socialmente a las conductas abusivas y que naturalizan la violencia?
Sobre todo en América Latina y el Caribe, vivimos en una cultura machista que victimiza a las mujeres y las revictimiza con la culpa: "porque viajaba de noche", "porque viajaba sola", "porque fue a una fiesta"... Siempre busca culpar a la mujer de lo que le ocurre, cuando, en realidad debe llevarse a cabo un trabajo más profundo de reeducación y no solo a la mujer: muchas de las organizaciones apuestan a la educación por los derechos humanos con las comunidades vulneradas y afectadas, en este caso, se busca que las mujeres conozcan sus derechos y demás, pero no se trabaja con los hombres y, sobre todo, con los niños. Es una responsabilidad social empezar a trabajar con ellos para iniciar un verdadero cambio de la cultura de discriminación y desigualdad, ya que desde las actitudes más simples -la televisión, los comerciales, los juguetes- siempre se rezaga a la mujer a un rol específico y en el momento en el que una mujer cuestiona ese rol y se aparta del estereotipo también sufre de esta violencia colectiva.
La realidad es que, sólo en la medida en que se implementen políticas integrales, que ofrezcan una visión de conjunto tendiente a superar cualquier forma de discriminación basada en el género, podrá alcanzarse un verdadero reconocimiento a la dignidad humana de la mujer.
FIRMAN.
- Dra. Lucía Triulzi (Secretaria de la Mujer) – Sra. Marta Bourband (Secretaria Comité ciudad)– Srta. Carla Franco (Pta. J. R. Uruguay). Secretaría de la Mujer Comité UCR Concepción del Uruguay – Juventud Radical Concepción del Uruguay.
