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Niños y ancianos primero: Eusebia de 82 años necesita protección social

Eusebia González tiene 82 años, está casi ciega, es pobre y vive en una pieza de chapa en el campo acompañada solamente de un perro al que ata “para que no se vaya y la deje sola”. La situación ocurre en colonia Santa Ana, a 15 kilómetros de Concepción del Uruguay. Babel reproduce la historia para que como comunidad avancemos en su ayuda.
09.07.2011 | 11:42
Hay cosas que verdaderamente se hacen imposibles de describir y mucho menos de llegar a creerlas, si no son vistas con los propios ojos. La vida enseña muchas veces con situaciones dolorosas, que solo el hombre es capaz de generar, como lo son el maltrato o abandono de niños o de nuestros mayores. Seres que son vulnerables y en su mayoría se encuentran imposibilitados de defenderse, dependiendo de quienes se compadecen de su situación y actúan en consecuencia.
Lo que está sucediendo en Colonia Santa Ana, departamento Uruguay, es sin dudas uno de estos dolorosos casos y que se hace casi imposible de entender.

En un campo situado a la altura del kilómetro 115, a unos 1.500 metros al oeste de la ruta Nacional 14 –solo a 15 kilómetros del centro de Concepción del Uruguay– se encuentra “viviendo” una anciana de 82 años, en pésimas condiciones, sumida en la soledad y el abandono. Enferma, casi lisiada, a punto de quedar ciega, con la sola compañía de un fiel perro y comiendo y defecando en el mismo lugar donde duerme, en una viaja cama con mantas sucias y rodeada de basura.
Solo cuatro chapas que forman un precario galpón, la cubren de la intemperie, debiendo soportar los fríos más extremos y los calores más sofocantes, sin puerta y con piso de tierra.

Se trata de Eusebia González, que según sus relatos, dignos de una persona que vive en soledad desde hace tanto tiempo y con un verdadero estado de salud visiblemente deteriorado, vive en ese campo desde el año 1988, donde la dejaron sus familiares. La anciana contó que esa tierra es de su propiedad, ya que se las dejaron sus padres y que desea dejársela algún día a su hijo que vive en Caseros, pero que solo pide que la curen para poder vivir unos años más y llevar a sus nietos vivir con ella.

Mirando el terreno que rodea su “refugio”, el cual está regado de restos de chapas viejas, basura y elementos en desuso, dijo que esperaba que algún día se pudiera hacer una pieza para vivir con su familia.


Visitas aisladas
Eusebia contó que su hijo o su nuera, van a verla cada semana y le llevan para comer, pero agregó: “No me llevan porque están amenazados de muerte. Mi hijo me dijo que si me sacaba de acá o me llevaba a curar, lo iban a matar y por eso yo no quiero irme. No quiero que le hagan mal a mi hijo”.

El relato, que solo suena a fantasía o cuento, es solo creíble para una persona en sus condiciones y se suma a extraños relatos en los que dice que “la quisieron envenenar”. “Un día me trajeron para comer unos fideos y me hicieron mal. Se los día al perro y no los quiso comer. Me dijeron que seguramente vinieron envenenados de fábrica. Yo tengo miedo que me hagan algo”, indicó la octogenaria.

Su débil estado de salud refleja la falta de atención médica y de alimentación, lo que se confirma cuando cuenta que solo come leche con sémola, caldo, pan casero y a veces un pedacito de carne.
“Cuando hace calor estoy adentro y me hago viento con un cartoncito. A veces salgo arrastrándome y me pongo acá abajo del árbol. Cuando hace frío me quedo adentro y pongo la chapa en la puerta si llueve. Me tienen que curar mi hijo. Solo quiero que me pongan un poquito de sangre así tengo fuerzas. Dígale usted que me atiendan”, insistió la abuela, volviendo a recordar a su hijo. Pidió que no le pase nada a su hijo. “No quiero que lo toquen, que lo dejen como está. Yo le dejo todo a él y a mis nietitos. Mi hijo es buenísimo y me quiere. Le dicen cosas para ponerlo en mi contra”, relató Eusebia.

La anciana lamentando por su estado de salud, la pérdida de la visión y su falta de coordinación de movimientos suplicaba por recibir ayuda y destacaba que su perro era la única compañía y lo tenía atado por temor a que se fuera. Antes de entrar a su “casa”, la abuela miró al cronista y preguntó: “Van a venir de nuevo? Que sea pronto así alguien me cura”.

Lentamente volvió a su cama a esperar la llegada de la noche, pero tal vez con la esperanza de que al otro día alguien llegue con una solución definitiva.


Como se llegó al lugar
De acuerdo a lo averiguado, la situación de Eusebia González, salió a la luz cuando una comisión del Consejo Provincial del Niño y la Adolescencia y la Familia (Copnaf) de Concepción del Uruguay, llegó al lugar advertida por un llamado anónimo por la supuesta presencia de una mujer y un menor en estado de abandono, pero al llegar se encontraron con este tremendo cuadro, por lo que comenzaron con las diligencias para que alguien intervenga, ya que no es de su competencia.
Conocido el hecho por UNO y según se pudo constatar, ante la premura del caso, las autoridades del COPNAF de La Histórica, presentarán el lunes la denuncia ante las autoridades judiciales y en el hospital Urquiza. Pese a esto, esta institución no es la que debe intervenir, por lo que seguramente –al conocerse esta situación deberán actuar desde la Defensoría o de Salud Pública, de manera de constatar las condiciones de vida de esta persona antes de que sea demasiado tarde, determinando de alguna manera si hay delito o no de “abandono de persona”, contemplado en el Código Penal en sus artículos 106 y 107. Mientras esto suceda, es crucial que se actúe de inmediato.

Fuente: diario UNO | 03442.com.ar | Pablo Bianchi
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