JUAN MARTÍN GARAY
"¡FELIZ DÍA DE LA (IN)DEPENDENCIA (Económica)!"
A 71 años de la declaración de la Independencia Económica por parte del gobierno del Presidente de la Nación Argentina -Juan Domingo Perón- un 9 de julio de 1947 en la Ciudad de San Miguel de Tucumán.
09.07.2018 | 08:51
“Es un axioma en los pueblos modernos que las sociedades que olvidan la suerte de sus pobres están condenadas a ser siempre pobres”.
JOSÉ HERNÁNDEZ (Diario “El Río de la Plata”)
“Nadie puede solucionar un problema social, si antes no soluciona un problema económico; y nadie soluciona un problema económico, sin antes solucionar un problema político”
JUAN DOMINGO PERÓN
Reza el Preámbulo de la declaración de la Independencia Económica: Nos, los representantes del pueblo y del gobierno de la República Argentina, reunidos en Congreso Abierto a la voluntad nacional, invocando a la Divina Providencia, declaramos solemnemente a la faz de la tierra la justicia en que fundan su decisión los pueblos y gobiernos de las provincias y territorios argentinos de romper los vínculos dominadores del capitalismo foráneo enclavado en el país y recuperar los derechos y gobierno propio y las fuentes económicas nacionales. La Nación alcanza su libertad económica para quedar, en consecuencia, de hecho y de derecho, con el amplio y pleno poder de darse las formas que exijan la justicia y la economía universal en defensa de la solidaridad humana.
Así lo declaran y ratifican ante el pueblo y gobierno de la Nación el gobierno y pueblo aquí representados, comprometiéndose, uno y otro, al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas y honor. Comuníquese a la Nación y, en obsequio del respeto que se debe a los demás Estados, detalladamente en un manifiesto y acta las fuentes determinantes de esta solemne declaración, dada en la Sala de Sesiones del Congreso de las Provincias Unidas, donde en mil ochocientos dieciséis se proclamara la independencia de la República, y refrendada por los representantes del pueblo y gobierno argentinos aquí reunidos.
¿Qué nos pasó a los argentinos en estos 71 años que no pudimos sostener lo que expresa la declaración de la Independencia Económica, no sólo en su contenido sino en el preámbulo? Nos pasó la historia, nos pasó la vida, nos pasó de todo.
El Padre Atilio Rosso en “Las Palabras y los Hechos. Reflexiones sobre la pobreza, la libertad, la espiritualidad y el coraje”, expresa que los ensayistas están tratando de hacernos descubrir que esta Argentina tiene dos almas, una derrotada que está mirándose en su frustración y otra latente en el fondo, que está buscando el mañana.
A su vez, que los mismos ensayistas se apoyan en las estadísticas para “descubrirnos” la existencia de dos Argentinas, y Atilio reflexiona que no hace falta lo digan, que no hace falta que nos cuenten que un sector se empobreció 50 veces y que otro creció 50 veces, que no hace falta decir que los pobres están creciendo, porque TODOS LOS DIAS LO VEMOS. Como verdad de Perogrullo, un atentado al sentido común sería negarlo, desconocerlo.
En estos 71 años de vida, hemos pasado de una declamación real (con concreciones) en la cual se nos dijo a los argentinos que íbamos a ser un país económicamente soberano, socialmente justo y políticamente libre; donde (desde el `83) la democracia nos iba a dar de comer, nos iba a educar y nos daría una vida con dignidad, a un estadio permanente de escepticismo social, apatía, desencanto y descreimiento con una marcada crisis de representatividad política porque todo lo anunciado no ocurrió (al menos en su totalidad y de forma sostenible en el tiempo).
En 1983 la democracia inició con 10.000.000 de pobres y 600.000 excluidos, en una población de casi 30.000.000 de argentinos. En este 2018 el Presidente Mauricio Macri anunció que tenemos en nuestro país 10.400.000 pobres y 1.900.000 excluidos, en una población de casi 44.000.000 de argentinos donde poco más de 8.000.000 de niños son pobres.
Como vemos, aún tenemos una gran deuda, la deuda social. Deuda que no se soluciona con el Fondo Monetario Internacional por supuesto. Indudablemente los que más pierden y sufren con todo este gran problema político-social que nos aqueja son los pobres y los marginados, los excluidos.
Julián Licastro nos habla en su libro “Formación de Dirigentes Para La Nueva Política” que en relación al Poder -como factor de conducción social- (hoy día), existen dos modelos políticos claramente diferenciados para reflexionar. Un modelo participativo, donde el poder representa anhelos comunitarios de justicia social, independencia económica y soberanía política. Y un modelo excluyente, donde el poder permanece en círculos estrechos de influencia y presión con fines especulativos, a expensas del desarrollo integral del país (subdesarrollo y pobreza).
Licastro, haciendo una actualización doctrinaria, nos habla de la existencia de una dependencia económica “que no se contrapone con la utopía de una autarquía económica o independencia absoluta, pero si a la (in)capacidad de decisión fundamental, y sus márgenes operativos ciertos y sólidos, para la conducción económica del proyecto nacional”.
Propone, para revertir el sistema de dependencia y defender el modelo participativo, “Descartar la Partidocracia” (neologismo empleado para definir la burocracia de los partidos políticos; el filósofo Gustavo Bueno afirma que la partidocracia constituye una deformación sistemática de la democracia, donde cada partido tiene sistemáticamente que atacar al otro), “Reemplazar la Tecnocracia” y “Desplazar la Plutocracia”.
Ante un escenario complicado en lo social y en un año electoral por venir en el 2019, a mis compañeros Justicialistas me permito -con todo respeto- decirles que “volvamos a Perón”.
Entiendo que cada uno de nosotros (algunos más que otros, algunos con más responsabilidades que otros) tenemos que necesariamente reconsiderar la relación “ética” entre fines y medios, ubicar de una vez por todas al ser humano “como la medida de todas las cosas”, destacar el ideal del bien común, aportar cada uno de nosotros una cuota de humildad, entrega y servicio para construir una sociedad guiada por la Justicia y la Igualdad.
Tenemos que (TODOS JUNTOS) afianzar de una vez por todas el gran valor fundamental de la Justicia, para que se respete la ley, se fortalezcan las instituciones y se consolide una democracia fundada en los valores de la verdad y la vida, de la justicia y la solidaridad, del amor y de la paz; sin exclusiones y sin marginados. Tenemos que volver a ser la esperanza.
*EL AUTOR ES CONCEJAL DEL PJ-FPV.
JOSÉ HERNÁNDEZ (Diario “El Río de la Plata”)
“Nadie puede solucionar un problema social, si antes no soluciona un problema económico; y nadie soluciona un problema económico, sin antes solucionar un problema político”
JUAN DOMINGO PERÓN
Reza el Preámbulo de la declaración de la Independencia Económica: Nos, los representantes del pueblo y del gobierno de la República Argentina, reunidos en Congreso Abierto a la voluntad nacional, invocando a la Divina Providencia, declaramos solemnemente a la faz de la tierra la justicia en que fundan su decisión los pueblos y gobiernos de las provincias y territorios argentinos de romper los vínculos dominadores del capitalismo foráneo enclavado en el país y recuperar los derechos y gobierno propio y las fuentes económicas nacionales. La Nación alcanza su libertad económica para quedar, en consecuencia, de hecho y de derecho, con el amplio y pleno poder de darse las formas que exijan la justicia y la economía universal en defensa de la solidaridad humana.
Así lo declaran y ratifican ante el pueblo y gobierno de la Nación el gobierno y pueblo aquí representados, comprometiéndose, uno y otro, al cumplimiento y sostén de esta su voluntad, bajo el seguro y garantía de sus vidas y honor. Comuníquese a la Nación y, en obsequio del respeto que se debe a los demás Estados, detalladamente en un manifiesto y acta las fuentes determinantes de esta solemne declaración, dada en la Sala de Sesiones del Congreso de las Provincias Unidas, donde en mil ochocientos dieciséis se proclamara la independencia de la República, y refrendada por los representantes del pueblo y gobierno argentinos aquí reunidos.
¿Qué nos pasó a los argentinos en estos 71 años que no pudimos sostener lo que expresa la declaración de la Independencia Económica, no sólo en su contenido sino en el preámbulo? Nos pasó la historia, nos pasó la vida, nos pasó de todo.
El Padre Atilio Rosso en “Las Palabras y los Hechos. Reflexiones sobre la pobreza, la libertad, la espiritualidad y el coraje”, expresa que los ensayistas están tratando de hacernos descubrir que esta Argentina tiene dos almas, una derrotada que está mirándose en su frustración y otra latente en el fondo, que está buscando el mañana.
A su vez, que los mismos ensayistas se apoyan en las estadísticas para “descubrirnos” la existencia de dos Argentinas, y Atilio reflexiona que no hace falta lo digan, que no hace falta que nos cuenten que un sector se empobreció 50 veces y que otro creció 50 veces, que no hace falta decir que los pobres están creciendo, porque TODOS LOS DIAS LO VEMOS. Como verdad de Perogrullo, un atentado al sentido común sería negarlo, desconocerlo.
En estos 71 años de vida, hemos pasado de una declamación real (con concreciones) en la cual se nos dijo a los argentinos que íbamos a ser un país económicamente soberano, socialmente justo y políticamente libre; donde (desde el `83) la democracia nos iba a dar de comer, nos iba a educar y nos daría una vida con dignidad, a un estadio permanente de escepticismo social, apatía, desencanto y descreimiento con una marcada crisis de representatividad política porque todo lo anunciado no ocurrió (al menos en su totalidad y de forma sostenible en el tiempo).
En 1983 la democracia inició con 10.000.000 de pobres y 600.000 excluidos, en una población de casi 30.000.000 de argentinos. En este 2018 el Presidente Mauricio Macri anunció que tenemos en nuestro país 10.400.000 pobres y 1.900.000 excluidos, en una población de casi 44.000.000 de argentinos donde poco más de 8.000.000 de niños son pobres.
Como vemos, aún tenemos una gran deuda, la deuda social. Deuda que no se soluciona con el Fondo Monetario Internacional por supuesto. Indudablemente los que más pierden y sufren con todo este gran problema político-social que nos aqueja son los pobres y los marginados, los excluidos.
Julián Licastro nos habla en su libro “Formación de Dirigentes Para La Nueva Política” que en relación al Poder -como factor de conducción social- (hoy día), existen dos modelos políticos claramente diferenciados para reflexionar. Un modelo participativo, donde el poder representa anhelos comunitarios de justicia social, independencia económica y soberanía política. Y un modelo excluyente, donde el poder permanece en círculos estrechos de influencia y presión con fines especulativos, a expensas del desarrollo integral del país (subdesarrollo y pobreza).
Licastro, haciendo una actualización doctrinaria, nos habla de la existencia de una dependencia económica “que no se contrapone con la utopía de una autarquía económica o independencia absoluta, pero si a la (in)capacidad de decisión fundamental, y sus márgenes operativos ciertos y sólidos, para la conducción económica del proyecto nacional”.
Propone, para revertir el sistema de dependencia y defender el modelo participativo, “Descartar la Partidocracia” (neologismo empleado para definir la burocracia de los partidos políticos; el filósofo Gustavo Bueno afirma que la partidocracia constituye una deformación sistemática de la democracia, donde cada partido tiene sistemáticamente que atacar al otro), “Reemplazar la Tecnocracia” y “Desplazar la Plutocracia”.
Ante un escenario complicado en lo social y en un año electoral por venir en el 2019, a mis compañeros Justicialistas me permito -con todo respeto- decirles que “volvamos a Perón”.
Entiendo que cada uno de nosotros (algunos más que otros, algunos con más responsabilidades que otros) tenemos que necesariamente reconsiderar la relación “ética” entre fines y medios, ubicar de una vez por todas al ser humano “como la medida de todas las cosas”, destacar el ideal del bien común, aportar cada uno de nosotros una cuota de humildad, entrega y servicio para construir una sociedad guiada por la Justicia y la Igualdad.
Tenemos que (TODOS JUNTOS) afianzar de una vez por todas el gran valor fundamental de la Justicia, para que se respete la ley, se fortalezcan las instituciones y se consolide una democracia fundada en los valores de la verdad y la vida, de la justicia y la solidaridad, del amor y de la paz; sin exclusiones y sin marginados. Tenemos que volver a ser la esperanza.
*EL AUTOR ES CONCEJAL DEL PJ-FPV.