MACRISMO, PUERTAS ADENTRO

Emilio Monzó: “Muchos festejan el 40%; pero fue una derrota” 

El Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó, armador de estrategias para Cambiemos, criticó la conducción de Mauricio Macri a la hora de encarar la política. "Comportamiento como un empresario, se aisló de la calle y no debería ser el titular del PRO", algunas de sus frases.
02.12.2019 | 17:32
El último reportaje largo que hicimos fue en 2017.
—Desde ahí y hasta este momento no di más reportajes. Pero esta semana decidí hablar para hacer un cierre de mi etapa como presidente de la Cámara de Diputados. Después me tomaré un buen tiempo para descansar y meditar un poco.

—¿Qué significa que la coalición PRO, UCR, Coalición Cívica haya obtenido casi el 41% de los votos contra los 34 que tuvo en la primera vuelta de 2015?
—Hay que mirar el proceso. Y considerar que no es lo mismo la primera vuelta que el ballottage. En el 2015 hubo PASO en la coalición con Ernesto Sanz como candidato también. Ahí hubo un porcentaje bastante importante en favor de Mauricio, pero hubo primarias. Ahora, en cambio, las PASO funcionaron como una primera vuelta, mientras que las generales funcionaron realmente como un ballottage. Eso explicaría la diferencia entre el 2015 y 2019..

—La comparación debería hacerse entre ambos ballottages: el poco más de 40% de ahora y los 51,40% de 2015.
—Sí, pero también es parcializar, porque en el ballottage de entonces no había terceros actores y acá sí los hubo, como sucedió con Roberto Lavagna. Hay cuestiones que tienen que ver con el sistema electoral y la percepción de la sociedad fue distinta. De hecho, vivimos un proceso que invita a una reflexión a los próximos legisladores sobre el sistema que tenemos nosotros de elección. Las PASO tienen que ser motivo de discusión, especialmente la cuestión del tiempo entre las primarias y las generales. Tengo posición tomada respecto a la obligatoriedad de la elección. También eso incide en la sensación mayor aún de que ya se eligió el próximo presidente antes de tiempo. “CRISTINA Y MAURICIO son el dogma; tendríamos que haber encontrado una alternativa de centro”.

—¿PASO no obligatorias?
—Sí. Donde no haya competencia, no tiene por qué haber PASO. Es lo que sucedía con las viejas primarias. Debería haber reglas, impuestas por ley, en las que existan seguridades para quien desee competir. Pero realmente es un absurdo que obliguemos a espacios políticos a intervenir en una contienda cuando no hay competencia con el gasto que significa para el Estado. Lo que pasó en las últimas PASO invita a una reflexión y a mejorar el sistema. Los argentinos estamos en un momento de crisis, de incertidumbre, que va a durar casi medio año, con un presidente virtual de la Nación durante varios meses. De hecho, el sistema obligó a un cambio de criterio a lo largo de la campaña. Mauricio Macri desde las PASO a la general actuó como un opositor siendo presidente de la Nación y Alberto Fernández producto de la misma circunstancia tuvo que actuar como si ya fuera Presidente, con la responsabilidad que eso implicaba. Todo esto tergiversa el análisis sobre la opinión pública.

—¿Cuál es el valor de que la coalición tenga hoy 119 diputados, 56 del PRO, 47 de la Unión Cívica Radical, 14 de la Coalición Cívica, una mejor posición que la de 2015?
—Significa un número muy importante. Y como consecuencia de ello también una responsabilidad muy importante para los dirigentes que conducen a esos 119 legisladores. No me olvido del proceso que vivimos a la inversa. Es un fenómeno para observar detenidamente en los próximos meses. Cuando asumimos en 2015, el justicialismo o el Frente para la Victoria asumió tenía una cantidad de diputados parecida. Es el mismo esquema de entonces. Después de la derrota, Cristina Kirchner buscó fortalecer su identidad como kirchnerista, como Frente para la Victoria. Eso produjo que el bloque se quiebre internamente y que los peronistas más tradicionales busquen diferenciarse de esa oposición. A nosotros eso nos permitió conseguir el quórum y trabajar muchas leyes. Hay que mirar de la misma manera a Cambiemos, poner el detalle allí. Porque aquello se originó en un partido tradicional donde tiene mucho arraigo territorial, mientras que lo nuestro es una coalición.

—Más frágil.
—No hubo hasta ahora una identidad superadora. Siguen siendo partes. Creo que vamos a vivir un proceso en el que los radicales van a buscar identificarse rápidamente como tales, el PRO ya lo vemos identificándose como el PRO. Eso es porque no hubo una identidad superadora; fue una coalición electoral, ni siquiera de gobierno. Lilita Carrió seguramente va a buscar un perfil distintivo y ahí mi disyuntiva. Mauricio Macri tiene una gran responsabilidad. Porque si hay una identidad, esa está en una persona. No es institucional. Mauricio fue el presidente de esa coalición y sería un error que se convierta en un dirigente exclusivamente del PRO. Tiene la pátina del todo. Si se queda solo en su partido, corre el riesgo que le suceda lo de Cristina: que se partan los bloques por enfatizar las identidades individuales. Puede suceder que algunos candidatos queden como independientes y eso facilita el trabajo del otro sector para conseguir quórum. “Miguel Angel Pichetto llegó a la fórmula por desesperación, no por convicción.”

—¿Diez diputados estarían considerando establecer una bancada aparte dentro del interbloque de Juntos por el Cambio?
—Hay cuatro que son cinco, que tienen razón en hacer un bloque propio. De hecho, es un espejo con el Senado de la Nación. En el Senado de la Nación el interbloque de Cambiemos lo conformaban Juan Carlos Romero de Salta, Carlos Reutemann de Santa Fe, Roberto Basualdo de San Juan, Claudio Poggi de San Luis, Lucila Crexell de Neuquén. Tienen una pertenencia distinta al PRO. En el origen de la discusión está eso. Hoy el PRO exige una fuerte homogeneidad. Y la heterogeneidad hace bien. En el Senado se respetó. Y esos cinco diputados, no me refiero a los cinco que están en mi equipo, sino a los otros cinco diputados nacionales, vienen de partidos provinciales que formaron parte de la coalición electoral y quieren seguir manteniendo su identidad territorial. No se les puede pedir a esos dirigentes que se pinten de amarillo. Van a defender su propia legitimidad territorial y van a decir no. Con esa exigencia, puede pasar lo mismo que con el Frente para la Victoria hace unos años. Les puede suceder que se sientan más cómodos con el trato desde el oficialismo y sean parte de acuerdos políticos con el gobierno de Alberto Fernández.

—En ese caso, en lugar de 119 diputados, serían 109.
—Esto comenzó en una reunión de bloque normal de rutina, convocada hace veinte días por el presidente del bloque para discutir libremente el resultado electoral. Es un dirigente político, joven y con mucho futuro y potencial que es de General Pico, La Pampa, Martín Maquieira. Fue candidato a intendente. Es muy joven y muy trabajador en el territorio. Y formuló una crítica al esquema de conducción del PRO. Y es un chico del partido y del bloque PRO. Y esa crítica se expandió de esa reunión y tiene bastante consenso federal, por decirlo de otra manera.

—Excede a los bonaerenses.
—También del interior. Después, hubo tres reuniones más de diferentes bloques, entre ellos una reunión con diputados nacionales conocidos míos o con los que tengo alguna afinidad. Así comenzó a expandirse la crítica. Se agrava con la decisión de elegir a Cristian Ritondo como presidente del bloque. No es un tema con Cristian Ritondo al que respetan por trayectoria, por el laburo que ha hecho en la provincia de Buenos Aires, pero sí con el esquema de toma de decisiones.

—¿La crítica llega hasta Mauricio Macri?
—Exactamente. Es una crítica a ese sistema. Es un grupo mayor de cuatro o cinco diputados. No solo son las personas que me responden. Hay una crítica federal frente a una concepción unitaria del sistema político. Eso se refleja en los medios con alguna separación. Creo que se va a poder saldar, pero si el esquema sigue siendo el mismo, que luego se proyecta a errores de gestión, me parece que vamos rumbo a ser un partido testimonial. “María Eugenia Vidal-Juan Manuel Urtubey hubiera sido una gran fórmula.”

—¿Se dividirán?
—En algún momento creí que esto iba a pasar con el Frente para la Victoria, pero tengo que decir que me equivoqué. Creía que iba rumbo a ser un testimonio político y no una alternativa política en la Argentina.

—Ritondo dijo en un reportaje que “lo más importante es mantener la unidad. No hay lugar para Borocotós, para estafar el voto. No hay que hacer un bloque para que sea cabecera de playa de nadie. Y es importante que el monzoísmo o como se llame sea parte de esta etapa”. ¿Qué sería el monzoísmo?
—Para mí es una exageración. Pero ya lo tomaron como una posición. Me parece mucho abarcarlo a través de mi apellido, es un pensamiento mucho más amplio. Gente que quiere un espacio más amplio, que quiere trabajar sobre los consensos, sobre el diálogo, que desea una oposición constructiva frente al próximo gobierno. Ponerle la identidad de mi apellido sería una equivocación y minimizarlo. Te di el ejemplo de un dirigente netamente del PRO que opina cosas similares. Es una crítica más profunda, que no se resuelve con una respuesta casi amenazante. La respuesta debe ser política. Y debe contener una autocrítica después del resultado electoral. Porque muchos festejan el 40%; pero fue una derrota. Y ante las derrotas lo primero que debe hacerse es analizarlas. Pensar por qué uno no llegó al objetivo. Hablar de monzoísmo es minimizar una crítica que existe dentro del espacio.

—Hagamos una taxonomía de Juntos por el Cambio: vos sos un significante de los críticos de Macri dentro del PRO. Pero en los radicales lo es Alfredo Cornejo.
—Martín Lousteau también lo hizo, como Alfredo Cornejo. Quizás la gente más cercana a mí tiene un perfil PJ, que no hemos institucionalizado.

—Pero acabás de referirte a un diputado puro PRO diciendo cosas parecidas.
—Creo que fue en tu reportaje donde se dijo por primera vez todo esto. Por eso, funciona como un mojón, el lugar de la historia donde comenzó a hablarse de esto. Por eso, estos dirigentes políticos toman la referencia para hacer la crítica. Referenciar la crítica en una persona es minimizar el asunto.

—¿El monzoísmo sería ser crítico desde dentro del PRO?
—Pero es la misma crítica. Creo que se está buscando exigir que no haya autocrítica, tal como pasó en el Frente para la Victoria. Hay una amenaza clara en esa expresión y creo que ahí es donde está la equivocación, una equivocación coherente con el origen. Acá no ha cambiado nada, el sistema fue siempre el mismo. El sistema nunca tendió a la amplitud, sino todo lo contrario, siempre se atendió, se inclinó hacia la pureza, hacia lo homogéneo. Siempre fueron los mismos actores los que conducen. No hay otros distintos. Los actores del interior no son parte de la conducción, los actores de la coalición no son parte de la conducción. Es algo que viene desde 2015, para hacer un análisis profundo y ponerle una fecha. “Cambiemos no pudo generar una identidad superadora. Sigue siendo un conjunto de partes.”

—Los grupos en el triunfo se pueden poner magnánimos, pero en la derrota se cierran sobre sí mismos. No es original Juntos por el Cambio.
—No, no lo es. Un presidente estadista en el triunfo tiene que ser magnánimo, a partir de que es electo es el presidente de todos. Lo mismo sucede con los gobernadores, con los intendentes. Debe tener ese espíritu y olvidarse de las contiendas anteriores y gobernar para el todo. Es la lógica del manual de la teoría política. Vivimos un momento de gran tensión en la Argentina con esta grieta maldita que es lejana en la historia, pero, para poner un lugar cercano, se tornó muy palpable a partir del intento de poner en marcha la Resolución 125. No pudimos cerrarla. En la grieta no hay espíritu magnánimo. Uno asume la representación de una parte de la sociedad y actúa en consecuencia. Gobierna para un sector y se enfrenta al otro. No existió un espíritu magnánimo. Creo que en el Néstor Kirchner de 2013 hubo ese espíritu magnánimo. Algo que llega hasta Julio Cobos, mirá lo amplio que fue. Esto choca con la idea de la 125: comienza un proceso distinto que sigue hasta la fecha. Cambiemos surge de una coalición electoral amplia que incorpora al radicalismo, a la Coalición Cívica, de la que el PRO es una parte. Asume el Gobierno en 2015, pero no tiene una actitud magnánima. Desde el momento que se asume el Gobierno, comienza un estilo homogeneizado y centralizado, que puede sintetizarse en el concepto de “Marcos es mis ojos, mis oídos”. Todo caía en un dirigente como Marcos Peña, honesto, intelectualmente muy preparado. Pero tiene como perfil ser un funcionario cercano a quién lidera el poder. Los dirigentes se dividen en dos grupos, grosso modo: los que se legitiman en el territorio y quiénes cuidan al soberano. Marcos Peña es del segundo tipo: cuida bien y le aportó mucho al soberano. Pero cuando un tipo de dirigente así tiene un rol de tanta envergadura, se empieza a desarrollar un gobierno que busca proteger al soberano tanto que llega a aislarse completamente de la gente. Dominan la corte y el cortesano, pero con el objetivo de mirar siempre el humor del soberano. La gente que no legitima su poder es porque su perdurabilidad tiene que ver con el humor de ese soberano, no con el de la gente. Este ejercicio casi patológico lleva a pensar y transmitir a tres días de la elecciones que estábamos a dos puntos de ganar. En esto necesariamente tiene que haber una patología. Si estábamos por perder por casi veinte puntos y transmitimos internamente que estábamos para ganar, obviamente que la reacción del rey desnudo del día lunes iba a ser enojarse con la sociedad. Eso sucedió por haber estado mirando cuatro años el espejo que fue el mismo Patio de las Palmeras. Es algo parecido a lo que le pasó a Cristina Kirchner al final, con los aplaudidores. Como vos decías: la sociología demuestra que se es magnánimo cuando uno comienza y después deja de serlo a medida que pasa el poder y va desgastando. Lo de ella es un proceso lógico y termina en el Patio de las Palmeras. Nosotros empezamos y no salimos nunca del Patio de las Palmeras, terminamos con una encuesta diciendo que ganamos. Terminamos un día lunes con el presidente de la Nación disociado del resultado y de la sociedad, al que le que costó unos quince días volver a aceptar la situación. Es un mal de origen y debe hacerse una autocrítica respecto de este esquema. En cambio, quien legitima es mucho más difícil de conducir. Son difíciles de conducir Martín Lousteau, Alfredo Cornejo. También lo es Carlos Melconian. La gente que aporta a un gobierno un activo, cuando ve que su capital político se pone en riesgo, se da vuelta, precisamente porque tiene en cuenta su propia legitimidad. Allí es cuando discute al soberano. Lo hace porque está mirando a la gente. Este gobierno tuvo escasez de dirigentes con legitimidad. Uno fue Rogelio Frigerio y paro de contar. Eso es lo que te termina encerrando en este frasco con el que también conducen la política. Nos manejamos con un mail cuyo título era: “¿Qué estamos diciendo?” para cada tema y nadie se podía mover de ese argumento. Porque el sentido era conformar al soberano y no a la gente.

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Fuente: PERFIL

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