EL VIRUS, LAS MUERTES Y EL MIEDO SON LOS PROBLEMAS
¿Flexibilizar la cuarentena hace que la economía caiga menos?
Los datos muestran que algunos de los países con aislamientos menos rígidos empeoraron más que Argentina sus proyecciones de caída de PBI. El crecimiento de las muertes también tiene impacto recesivo
17.06.2020 | 12:10
Por MARIANO CÚPARO
El coronavirus va a generar las peores caídas de la economía global en décadas. Excepto China, que va a tener el crecimiento más bajo desde 1976, el grueso de los países batirá récords de contracción económica. La cuarentena tendrá mucho que ver en eso, ya que genera un shock tanto de la oferta como de la demanda. Pero los datos muestran que evitar el aislamiento obligatorio no necesariamente lleva a menores caídas: si el virus y las muertes se disparan, el miedo puede generar desplomes tan fuertes como los que se busca evitar.
El economista Juan Manuel Antonietta lo detalló en su cuenta de Twitter a partir de sendos gráficos en los que cruzó las variables rigidez de las cuarententenas versus caídas del PBI esperadas, por un lado; y cantidad de muertes contra las mismas expectativas de variación negativa de los productos nacionales. El ejercicio comparó las realidad de los distintos países de América Latina.
“Más allá de que el remedio sea amargo sigue siendo mejor que la enfermedad hasta en el sentido económico, hay estudios en esta línea”, concluyó Antonietta, en referencia a una investigación de los economistas de la Reserva Federal, Sergio Correia; de la Reserva Federal de Nueva York, Stephan Luck; y del MIT, Emil Verner.
La investigación se tituló “Las pandemias deprimen a la economía, no las intervenciones de la salud pública”, refirió a datos de la gripe española de 1918 y sostuvo que en Estados Unidos, contrario a lo esperado, las distintas estrategias de salud pública de las diferentes ciudades no tuvieron impacto diferencial sobre sus economías en el corto plazo y que en el mediano plazo las más severas salieron ganando en términos económicos.
La investigación de Correia, Luck y Verner arriesgó algunas hipótesis: “El efecto directo del aislamiento es contractivo, restringe la actividad económica. Pero la pandemia por sí misma puede ser más disruptiva para la economía. Muchas actividades que el aislamiento restringe de todas formas podrían no ocurrir, incluso sin aislamiento.
Para evitar contagiarse, los hogares cortan el consumo y el trabajo, mientras que los empresarios reducen la inversión en respuesta a la baja de la actividad, la menor demanda y la creciente incertidumbre. Como resultado, el contrafactico sin aislamiento implica una contracción, también”. Y señalan que una cosa es un apagón productivo coordinado y otra cosa, potencialmente peor, es uno no coordinado.
En referencia al caso de América Latina, con el Covid-19, Antonietta aclaró que todavía no se puede llegar a conclusiones definitivas. Y es que tanto la cantidad de decesos definitiva como la variación del PBI de los distintos países de América Latina y el mundo todavía no se conoce. “Vale aclarar que esto es un libro por la mitad, todavía faltan varios capítulos y no es claro el desenlace”, afirmó.
De hecho, la hipótesis de países más livianos en términos de rigidez de la cuarentena es que no vale la pena sostener aislamientos prolongados porque, tarde o temprano, habrá que aflojarlos y entonces, tarde o temprano, el coronavirus se contagiará en la población.
El economista Juan Manuel Antonietta lo detalló en su cuenta de Twitter a partir de sendos gráficos en los que cruzó las variables rigidez de las cuarententenas versus caídas del PBI esperadas, por un lado; y cantidad de muertes contra las mismas expectativas de variación negativa de los productos nacionales. El ejercicio comparó las realidad de los distintos países de América Latina.
“Más allá de que el remedio sea amargo sigue siendo mejor que la enfermedad hasta en el sentido económico, hay estudios en esta línea”, concluyó Antonietta, en referencia a una investigación de los economistas de la Reserva Federal, Sergio Correia; de la Reserva Federal de Nueva York, Stephan Luck; y del MIT, Emil Verner.
La investigación se tituló “Las pandemias deprimen a la economía, no las intervenciones de la salud pública”, refirió a datos de la gripe española de 1918 y sostuvo que en Estados Unidos, contrario a lo esperado, las distintas estrategias de salud pública de las diferentes ciudades no tuvieron impacto diferencial sobre sus economías en el corto plazo y que en el mediano plazo las más severas salieron ganando en términos económicos.
La investigación de Correia, Luck y Verner arriesgó algunas hipótesis: “El efecto directo del aislamiento es contractivo, restringe la actividad económica. Pero la pandemia por sí misma puede ser más disruptiva para la economía. Muchas actividades que el aislamiento restringe de todas formas podrían no ocurrir, incluso sin aislamiento.
Para evitar contagiarse, los hogares cortan el consumo y el trabajo, mientras que los empresarios reducen la inversión en respuesta a la baja de la actividad, la menor demanda y la creciente incertidumbre. Como resultado, el contrafactico sin aislamiento implica una contracción, también”. Y señalan que una cosa es un apagón productivo coordinado y otra cosa, potencialmente peor, es uno no coordinado.
En referencia al caso de América Latina, con el Covid-19, Antonietta aclaró que todavía no se puede llegar a conclusiones definitivas. Y es que tanto la cantidad de decesos definitiva como la variación del PBI de los distintos países de América Latina y el mundo todavía no se conoce. “Vale aclarar que esto es un libro por la mitad, todavía faltan varios capítulos y no es claro el desenlace”, afirmó.
De hecho, la hipótesis de países más livianos en términos de rigidez de la cuarentena es que no vale la pena sostener aislamientos prolongados porque, tarde o temprano, habrá que aflojarlos y entonces, tarde o temprano, el coronavirus se contagiará en la población.
Fuente: BAE NEGOCIOS