Opinión

Lo esencial y lo visible

Por Juan Antonio Izaguirre (*)- El corazón agolpaba latidos mientras los condenados escuchaban el veredicto del tribunal con cara de piedra. Como sus corazones. Las redes sociales estallaron con frases acerca del episodio, pero terminaban casi todas con un “Gracias Néstor”. Como una firma. Una, sobre todo, me desató el pensamiento. Decía: “Cerró sus ojos para que vivamos con los ojos abiertos”.
28.10.2011 | 19:11
Pasaba ya la media tarde. Mientras en esta vieja Paraná de añosos y renacidos árboles cercanos al Parque Urquiza me entregaban una serenata de calandrias y zorzales, como diría el Maestro Jorge Enrique Martí, iba deshojando imágenes de aquellos compromisos asumidos por Kirchner en un momento donde el ruido de las cacerolas hacía inaudible cualquier promesa. En un momento como ése, era muy difícil enfrentar, además, una promesa con relativa posibilidad de éxito.

Había que enfrentar furibundos factores de poder, ocultos en el entramado centenario de la escena política argentina y no había victoria posible si no se los desenmascaraba. Había pues, que enfrentar alguno de todos los vértices de este icosaedro corrupto donde quien transaba, podría llevar, acaso y a penas, un gobierno a buen puerto.

La otra opción era negociar y transitar más o menos cómodamente, entregando el patrimonio nacional como otra veces, o rendirse ante el clamor violento de las asonadas, o hacer la pantomima de poder y negociar por debajo de la mesa ante los poderosos intereses extranjeros, tal como lo hiciera –y recién ahora lo sabemos- cierto líder de la izquierda vecina que aduló a los Estados Unidos en plena muerte del ALCA.

Entonces, recién entonces, nació el líder inesperado. Un desconocido patagónico vino a decir aquellas cosas que nosotros repetíamos una y otra vez en las plazas, en las reuniones políticas o entre canción y canción, para darle un descanso a la guitarra.

“Conversaciones de borrachos”, decían los conservadores que nos escuchaban. O “utopías de muchachos”, los más antiguos y desesperanzados que sólo esperaban otra mentira gubernamental.
Me repetía entonces una vieja canción que mi madre escuchaba cuando la radio era la reina de la casa. Decía algo así como: “Cuántas veces nos han dicho, riendo tristemente, que las esperanzas jóvenes, son sueños…” Pero luego, el estribillo, se contestaba: “El mundo está cambiando. Y cambiará más. (…) y la lluvia caerá… luego vendrá el sereno”.

Había siempre que seguir. Algunos ya estábamos cansados. Él no. Algunos no creíamos. Él sí.
Puso en la juventud su máxima aspiración, porque estaba convencido en que sólo un cambio cultural, de modo de pensar, de manera de existir; haría posible un futuro ancho, donde todos tengamos un lugar. “A los jóvenes les digo sean transgresores, opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo”, decía.

Pero no se olvidó de los olvidados de siempre: “Los problemas de la pobreza no se solucionan desde las políticas sociales sino desde las políticas económicas”.

Néstor Kirchner a pocos meses de haber sido nominado Presidente, lanza una frase que estremeció a la audiencia y especialmente al Fondo Monetario Internacional. Ocurrió en los 15 minutos de su discurso a la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2003: “Los muertos no pagan”. Se refería a la gigantesca deuda de la Argentina con el Fondo. "Hay vida después del Fondo", decía.

Haber estudiado economía para ponerla al servicio de la política, le sirvió para hacer algunas afirmaciones sobre la dignidad que quería para el pueblo argentino, frente a las asechanzas de los intereses encontrados: "Hoy podemos decir que le pagaremos al FMI toda la deuda antes de que termine el año", (2005). "Terminemos de ser alfombra", (2004, acerca de las presiones externas y financieras sobre su gobierno). "Traje a rayas para los evasores", (2003). "No vamos a pagar la deuda a costa del hambre del pueblo", (2003).

Por último, el corolario vuelve caprichosamente, al principio. La impunidad ya no vive en la Argentina y los únicos que tienen la libertad garantizada hagan lo que hagan, son los pájaros que vuelvo a escuchar. Las causas por los delitos de Lesa Humanidad van tomando forma de condena jurídica, ya que la condena pública tuvo lugar hace mucho tiempo: "No habrá cambio confiable si permitimos la impunidad. Rechazamos de plano la identificación entre gobernabilidad e impunidad que algunos pretenden".

Es como para reflexionar otra vez, pero este jueves, ayer, las madres y abuelas hicieron su ronda sin tanta tristeza, con más esperanza. Como en los viejos árboles de Paraná vuelve la primavera, aún sabiendo que las hojas que cayeron ya no volverán.

Es tiempo acaso de decir, como Rubén Lena: “No se pregunten quien soy, ni si me habían conocido. Los sueños que yo he tenido, vivirán, aunque no estoy. Ya no vivo, pero voy, en lo que andaba soñando, y otros que siguen peleando, harán nacer otras rosas. En el nombre de esas cosas, todos me estarán nombrando”.

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