OPINIÓN | POR NAHUEL BARIDON, POLITÓLOGO
Los tres milagros
En las campañas electorales gana quien logra imponer el eje de la discusión pública. Gana en definitiva quien logra imponer su propia narrativa.
14.11.2023 | 18:19
Sino no se podría entender que el oficialismo con el ministro-candidato al frente de un gobierno que acumula altísimos niveles de inflación llegue competitivo a un balotaje. Pero volvamos un poco en el tiempo para para intentar entender cómo llegamos hasta esta instancia decisiva y para tener algunos indicios sobre el resultado del balotaje.
Si se siguiera un razonamiento lógico, luego de haber ganado por amplio margen las elecciones intermedias de 2021, Juntos por el Cambio, la oposición institucional con mayor representación parlamentaria (legisladores) y territorial (gobernadores e intendentes) debería haber ganado las elecciones el 22 de octubre con un candidato como Rodríguez Larreta como el hombre más fuerte de esa coalición, con más “caja” y más apoyos de la dirigencia cambiemita.
Pero como la política no es ni matemática ni lógica, nada de eso ocurrió, sino todo lo contrario. Larreta perdió las PASO frente a quien tensó al máximo la cuerda de la grieta que ordenaba el tablero político en la Argentina, Patricia Bulrrich, y esta logró imponerse como la candidata más antikirchnerista y así vencer al “moderado” Jefe de Gobierno porteño.
En la previa, la especulación de Juntos por el Cambio era que quien ganara las internas (PASO) se llevaría el premio mayor. Sin embargo, algo inesperado sucedió. La aparición de un outsider que vino a trastocar todos los planes: Javier Milei. El libertario logró captar en un momento muy específico y extra-ordinario, el de la postpandemia, emociones muy fuertes de hartazgo, miedo, bronca y desilusión. El trauma colectivo que generó el encierro de la cuarentena obligatoria y la muerte de familiares y amigos fue canalizada como nadie por alguien que millones de argentinos identificaron como un igual, alguien también traumado como ellos que gritaba desaforado todos los días por la televisión.
Esa fue su base y de ahí empezó a crecer envuelto en una estética disruptiva hasta dar el sorpresivo batacazo en las PASO de agosto.
El oficialismo peronista se vio beneficiado entonces por el primer “milagro”, anticipado por Cristina Kirchner: un escenario de tercios. Escenario en el cual dos tercios eran votos opositores al gobierno, pero divididos en dos opciones.
De esos tercios, las dos coaliciones que configuraron el mapa político desde el 2015 dirimieron sus candidaturas en las elecciones PASO. Este es un dato fundamental. Porque allí los ciudadanos votaron a quien “realmente” querían votar y aunque parezca una redundancia, no votaron a quien no querían votar. Esto es importante para entender las elecciones del 22 de octubre y explica porque Bulrrich no logró contener todos los votos de su competidor interno Larreta después de una campaña muy agresiva. Si lo logró Massa conteniendo los votos de Grabois.
De esta manera, y sumando muchos votos del Norte y fundamentalmente del conurbano bonaerense logro el segundo “milagro”: entrar competitivo al balotaje.
En esta instancia decisiva lo que hay que advertir es que muchos argentinos ya eligieron dos veces (PASO y generales). De tal manera que quienes definan el balotaje serán quienes voten en contra de y no a favor de uno de los dos candidatos. Esa es precisamente la característica distintiva de un balotaje.
El debate del domingo pasado dejó el consenso generalizado de que fue Sergio Massa el ganador frente a la impostura de un domesticado Milei que llegó hasta donde llegó con una actitud radicalmente diferente. La capacidad para dominar la escena del ministro que parecía disfrutar de un momento para el que se preparó toda su vida frente al estado de estrés evidente que la comunicación no verbal expuso en el libertario, van a contribuir a definir cuál va a ser el eje decisor de cara al balotaje.
Agreguemos, entonces, algo que por obvio no deja de ser importante, a Massa no le conviene que sea continuidad vs cambio el eje que estructure la discusión porque la realidad que agravó como ministro lo perjudica, desde la inflación interanual que escaló al 140% hasta los niveles crecientes de pobreza -tras la devaluación del 14 de agosto- se estima en más de 19 millones de personas. Tampoco le rendiría que se imponga el eje oficialismo vs oposición porque la cuenta de la última elección da 37 vs 63.
Entonces, volviendo a la premisa con la que comenzamos esta nota, ¿quién hasta ahora ha logrado de manera más eficaz imponer el eje del debate? ¿Milei y su eje continuidad vs cambio, kirchnerismo vs antikirchnerismo, casta vs anticasta o Massa y su eje capacidad para gobernar vs incapacidad para gobernar, estabilidad emocional vs inestabilidad emocional?
En una elección de balotaje que se caracteriza por tener candidatos con un porcentaje de votantes que van a ir a votar para impedir que gane el otro, Milei se destaca porque entre sus potenciales electores hay un alto porcentaje que admiten que tienen serias dudas sobre su capacidad de gobernar, es decir, el eje de la campaña de Massa. En tanto, el candidato de Unión Por la Patria ha logrado en buena medida despegarse del kirchnerismo, incluso del gobierno, con una campaña muy profesional, reconocida hasta por sus adversarios. Dicho en otros términos, los incentivos para votar por Massa en contra de Milei son los que van a definir la elección.
¿Estaremos, entonces, en las vísperas del tercer milagro peronista? El domingo que viene promediando las 21 sabremos si fue o no magia.
NAHUEL BARIDON ES POLITÓLOGO, DIRECTOR DE EJE CONSULTORA.
Si se siguiera un razonamiento lógico, luego de haber ganado por amplio margen las elecciones intermedias de 2021, Juntos por el Cambio, la oposición institucional con mayor representación parlamentaria (legisladores) y territorial (gobernadores e intendentes) debería haber ganado las elecciones el 22 de octubre con un candidato como Rodríguez Larreta como el hombre más fuerte de esa coalición, con más “caja” y más apoyos de la dirigencia cambiemita.
Pero como la política no es ni matemática ni lógica, nada de eso ocurrió, sino todo lo contrario. Larreta perdió las PASO frente a quien tensó al máximo la cuerda de la grieta que ordenaba el tablero político en la Argentina, Patricia Bulrrich, y esta logró imponerse como la candidata más antikirchnerista y así vencer al “moderado” Jefe de Gobierno porteño.
En la previa, la especulación de Juntos por el Cambio era que quien ganara las internas (PASO) se llevaría el premio mayor. Sin embargo, algo inesperado sucedió. La aparición de un outsider que vino a trastocar todos los planes: Javier Milei. El libertario logró captar en un momento muy específico y extra-ordinario, el de la postpandemia, emociones muy fuertes de hartazgo, miedo, bronca y desilusión. El trauma colectivo que generó el encierro de la cuarentena obligatoria y la muerte de familiares y amigos fue canalizada como nadie por alguien que millones de argentinos identificaron como un igual, alguien también traumado como ellos que gritaba desaforado todos los días por la televisión.
Esa fue su base y de ahí empezó a crecer envuelto en una estética disruptiva hasta dar el sorpresivo batacazo en las PASO de agosto.
El oficialismo peronista se vio beneficiado entonces por el primer “milagro”, anticipado por Cristina Kirchner: un escenario de tercios. Escenario en el cual dos tercios eran votos opositores al gobierno, pero divididos en dos opciones.
De esos tercios, las dos coaliciones que configuraron el mapa político desde el 2015 dirimieron sus candidaturas en las elecciones PASO. Este es un dato fundamental. Porque allí los ciudadanos votaron a quien “realmente” querían votar y aunque parezca una redundancia, no votaron a quien no querían votar. Esto es importante para entender las elecciones del 22 de octubre y explica porque Bulrrich no logró contener todos los votos de su competidor interno Larreta después de una campaña muy agresiva. Si lo logró Massa conteniendo los votos de Grabois.
De esta manera, y sumando muchos votos del Norte y fundamentalmente del conurbano bonaerense logro el segundo “milagro”: entrar competitivo al balotaje.
En esta instancia decisiva lo que hay que advertir es que muchos argentinos ya eligieron dos veces (PASO y generales). De tal manera que quienes definan el balotaje serán quienes voten en contra de y no a favor de uno de los dos candidatos. Esa es precisamente la característica distintiva de un balotaje.
El debate del domingo pasado dejó el consenso generalizado de que fue Sergio Massa el ganador frente a la impostura de un domesticado Milei que llegó hasta donde llegó con una actitud radicalmente diferente. La capacidad para dominar la escena del ministro que parecía disfrutar de un momento para el que se preparó toda su vida frente al estado de estrés evidente que la comunicación no verbal expuso en el libertario, van a contribuir a definir cuál va a ser el eje decisor de cara al balotaje.
Agreguemos, entonces, algo que por obvio no deja de ser importante, a Massa no le conviene que sea continuidad vs cambio el eje que estructure la discusión porque la realidad que agravó como ministro lo perjudica, desde la inflación interanual que escaló al 140% hasta los niveles crecientes de pobreza -tras la devaluación del 14 de agosto- se estima en más de 19 millones de personas. Tampoco le rendiría que se imponga el eje oficialismo vs oposición porque la cuenta de la última elección da 37 vs 63.
Entonces, volviendo a la premisa con la que comenzamos esta nota, ¿quién hasta ahora ha logrado de manera más eficaz imponer el eje del debate? ¿Milei y su eje continuidad vs cambio, kirchnerismo vs antikirchnerismo, casta vs anticasta o Massa y su eje capacidad para gobernar vs incapacidad para gobernar, estabilidad emocional vs inestabilidad emocional?
En una elección de balotaje que se caracteriza por tener candidatos con un porcentaje de votantes que van a ir a votar para impedir que gane el otro, Milei se destaca porque entre sus potenciales electores hay un alto porcentaje que admiten que tienen serias dudas sobre su capacidad de gobernar, es decir, el eje de la campaña de Massa. En tanto, el candidato de Unión Por la Patria ha logrado en buena medida despegarse del kirchnerismo, incluso del gobierno, con una campaña muy profesional, reconocida hasta por sus adversarios. Dicho en otros términos, los incentivos para votar por Massa en contra de Milei son los que van a definir la elección.
¿Estaremos, entonces, en las vísperas del tercer milagro peronista? El domingo que viene promediando las 21 sabremos si fue o no magia.
NAHUEL BARIDON ES POLITÓLOGO, DIRECTOR DE EJE CONSULTORA.