La lucha obrera de ferroviarios de Basavilbaso 1916-1920
En el corazón del crecimiento ferroviario de Basavilbaso, un grupo de obreros se erigió como pionero en la defensa de los derechos laborales. En este artículo -primera parte de un trabajo de la Profesora Silvina Pérez- se rescata las historias de aquellos trabajadores anónimos que, entre huelgas y organización sindical, forjaron un camino de resistencia y dignidad en tiempos de explotación.
27.08.2024 | 12:43
Las huellas del pasado nos conducen hoy a revelar el accionar de hombres que fueron artífices de luchas en los comienzos del movimiento obrero ferroviario local, enarbolando la bandera de los derechos de los trabajadores en épocas de explotación y de sindicatos incipientes.
Maquinistas, foguistas, limpiadores, guardas, mecánicos, señaleros, ajustadores, entre otros, son parte fundamental de una historia que merece ser contada.
Comprender la problemática que los atravesaba, conocer sus nombres, interpretar sus palabras y volver tras sus pasos nos permitirá incursionar en el apasionante mundo de los caminos de acero y sus protagonistas.
Si nos remontamos al origen de la ciudad el ferrocarril y la inmigración, en ese orden, constituyen sus elementos fundantes. El cruce del Ferro-Carril Central Entre-Riano en 1887 desde Paraná hacia C. del Uruguay dará origen a la estación “Gobernador Basavilbaso”.
En los primeros años la actividad de esta estación fue reducida debido al tráfico esporádico.
Las lluvias caídas en la provincia entre enero de 1888 y febrero de 1889 provocaron la suspensión total del servicio de cargas y la circulación irregular del tren de pasajeros y meses más después el corte de la línea. 1- La construcción de los nuevos ramales hacia Gualeguaychú y Villaguay que por razones topográficas cruzará por Basavilbaso la ubicará en el punto de empalme.
La escasa rentabilidad del Central Entre-Riano y los efectos de la crisis de 1890 fueron determinantes para que el gobierno de la provincia efectivizara dos años después su transferencia a favor de la Sociedad Anónima The Entre Ríos Raylways Company, saldando así empréstitos extranjeros con los tenedores de bonos tomados para su construcción.
Será conocido como el “Ferrocarril de Entre Ríos”, de capitales ingleses. En 1901 el gobierno autoriza a la empresa la construcción de un nuevo ramal desde Villaguay a Concordia que se unirá con los rieles del Ferrocarril del Este Argentino con dirección al norte.
A partir de 1908 se implementa el ferri boat para el cruce del río Paraná comunicando la Mesopotamia con Buenos Aires, uniendo los puertos de Ibicuy y Zárate.
El siglo XX posicionará a Basavilbaso como nodo de la red férrea, dejando atrás aquella estación intermedia para ser una de las más importantes de la provincia.
Debido al fluido movimiento que generado por esta actividad económica fue necesario proyectar su traslado hacia otro punto estratégico del pueblo, localizándola a la vera de las vías con sentido norte-sur, en su ubicación actual.
Se produjo así el arribo de ingenieros, técnicos, y operarios de origen inglés que dejaron algunos aspectos de su cultura como legado de aquellos tiempos.
El galpón de máquinas documentado en 1917 (de existencia anterior), la inauguración de la nueva estación con infraestructura para realizar maniobras con una cabina elevada desde donde se manejaban las señales, los cambios de vías y regulaba el tráfico, la construcción de viviendas típicas de la arquitectura ferroviaria y la instalación de los talleres, evidenciaron claramente un camino ascendente de esta actividad económica y la necesidad de la incorporación de mayor mano de obra.
El aumento de “brazos” trajo como consecuencia la conformación y afianzamiento de un nuevo grupo social con una identidad propia: los ferroviarios. Este grupo se irá fortaleciendo en la sociedad a través de las instituciones a las que dio origen y de las cuales participó activamente en la faz gremial, deportiva, cultural, política y cooperativista.
Podemos destacar entre ellas como pioneras a La Fraternidad, la Federación Obrera Ferroviaria, la Biblioteca Popular Luz Obrera, el Club Atlético, la Unión Ferroviaria y como dato significativo la “Cooperativa de consumos Entre Ferroviarios” fundada en 1918.
En la esfera política, los dirigentes obreros abogaban las ideas socialistas y anarquistas de la época. Con el ascenso de la Unión ´Cívica Radical al poder y su afianzamiento en la localidad, algunos dirigentes enrolados en sus filas ocuparon importantes cargos municipales.
Si bien se los referencia en forma “colectiva” como integrantes de un estrato social homogéneo del cual no emergen individualidades y jerarquías, el paso del tiempo aún no ha saldado una vieja deuda pendiente, ya que los protagonistas de antaño continúan siendo “obreros anónimos”.
En esta búsqueda emergen apellidos que han tenido una larga trayectoria familiar ferroviaria en la comunidad, mientras que otros resultan prácticamente desconocidos debido a los trasladados hacia otros destinos.
Los maquinistas y foguistas que participaron en los primeros años de La Fraternidad fueron en su mayoría hijos de inmigrantes italianos y españoles, que ingresaron al mundo laboral a temprana edad.
Para ser maquinistas debían pasar por distintas instancias dentro de la carrera de conducción; los limpiadores que aspiraban a prestar servicio de foguistas interinos debían cumplimentar una serie de requisitos: no padecer defectos visuales y rendir un examen que demuestre conocer las cuatro reglas fundamentales: saber hablar, leer y escribir en castellano y conocer las señales de peligro, entre otros.
Los conductores de locomotoras con aspiraciones de ascenso tenían algún grado de instrucción primaria, no exigido para ser un peón. Para difundir el conocimiento entre “las masas laboriosas” los miembros más instruidos propiciaron su divulgación a través de espacios de aprendizajes teórico-prácticos, logrando la adhesión del resto de los camaradas.
Así surge en 1919 una biblioteca auspiciada por la F.O.F. (Federación Obrera Ferroviaria-filial local), cuyo nombre “Luz Obrera” refleja la finalidad de iluminar la mente de los trabajadores para lograr la redención en la lucha por sus derechos.
Uno de sus fundadores recordando sus inicios expresará: “Esa histórica noche, y digo histórica porque la mayoría de los obreros del músculo (ferroviarios) eran en gran parte analfabetos pues la intelectualidad de Basavilbaso estaba ausente y no quería cooperar con tan magna obra”. 2-También se creó la Escuela Técnica para instruir a los aspirantes a cargos de conducción.
Para los judíos y sus descendientes el ferrocarril no era una opción laboral (salvo contadas excepciones) ya que a su arribo de la mano de la J.C.A. (Jewish Colonization Association) vivieron del producto de la tierra en las parcelas asignadas y con posterioridad muchos instalaron comercios de distintos rubros en la villa. Aspiraban a que sus hijos se educaran y se formaran como profesionales, de allí el esfuerzo familiar para que algunos de los hijos alcanzaran ese objetivo.
Ingresar al mundo de los trenes significaba dedicación exclusiva, arduas jornadas de trabajo, abrazando una profesión para toda la vida. Ser ferroviario fue para muchos una necesidad laboral que se transformaría en el sello identitario característico de pueblo unido y divido por los rieles.
Maquinistas, foguistas, limpiadores, guardas, mecánicos, señaleros, ajustadores, entre otros, son parte fundamental de una historia que merece ser contada.
Comprender la problemática que los atravesaba, conocer sus nombres, interpretar sus palabras y volver tras sus pasos nos permitirá incursionar en el apasionante mundo de los caminos de acero y sus protagonistas.
Si nos remontamos al origen de la ciudad el ferrocarril y la inmigración, en ese orden, constituyen sus elementos fundantes. El cruce del Ferro-Carril Central Entre-Riano en 1887 desde Paraná hacia C. del Uruguay dará origen a la estación “Gobernador Basavilbaso”.
En los primeros años la actividad de esta estación fue reducida debido al tráfico esporádico.
Las lluvias caídas en la provincia entre enero de 1888 y febrero de 1889 provocaron la suspensión total del servicio de cargas y la circulación irregular del tren de pasajeros y meses más después el corte de la línea. 1- La construcción de los nuevos ramales hacia Gualeguaychú y Villaguay que por razones topográficas cruzará por Basavilbaso la ubicará en el punto de empalme.
La escasa rentabilidad del Central Entre-Riano y los efectos de la crisis de 1890 fueron determinantes para que el gobierno de la provincia efectivizara dos años después su transferencia a favor de la Sociedad Anónima The Entre Ríos Raylways Company, saldando así empréstitos extranjeros con los tenedores de bonos tomados para su construcción.
Será conocido como el “Ferrocarril de Entre Ríos”, de capitales ingleses. En 1901 el gobierno autoriza a la empresa la construcción de un nuevo ramal desde Villaguay a Concordia que se unirá con los rieles del Ferrocarril del Este Argentino con dirección al norte.
A partir de 1908 se implementa el ferri boat para el cruce del río Paraná comunicando la Mesopotamia con Buenos Aires, uniendo los puertos de Ibicuy y Zárate.
El siglo XX posicionará a Basavilbaso como nodo de la red férrea, dejando atrás aquella estación intermedia para ser una de las más importantes de la provincia.
Debido al fluido movimiento que generado por esta actividad económica fue necesario proyectar su traslado hacia otro punto estratégico del pueblo, localizándola a la vera de las vías con sentido norte-sur, en su ubicación actual.
Se produjo así el arribo de ingenieros, técnicos, y operarios de origen inglés que dejaron algunos aspectos de su cultura como legado de aquellos tiempos.
El galpón de máquinas documentado en 1917 (de existencia anterior), la inauguración de la nueva estación con infraestructura para realizar maniobras con una cabina elevada desde donde se manejaban las señales, los cambios de vías y regulaba el tráfico, la construcción de viviendas típicas de la arquitectura ferroviaria y la instalación de los talleres, evidenciaron claramente un camino ascendente de esta actividad económica y la necesidad de la incorporación de mayor mano de obra.
El aumento de “brazos” trajo como consecuencia la conformación y afianzamiento de un nuevo grupo social con una identidad propia: los ferroviarios. Este grupo se irá fortaleciendo en la sociedad a través de las instituciones a las que dio origen y de las cuales participó activamente en la faz gremial, deportiva, cultural, política y cooperativista.
Podemos destacar entre ellas como pioneras a La Fraternidad, la Federación Obrera Ferroviaria, la Biblioteca Popular Luz Obrera, el Club Atlético, la Unión Ferroviaria y como dato significativo la “Cooperativa de consumos Entre Ferroviarios” fundada en 1918.
En la esfera política, los dirigentes obreros abogaban las ideas socialistas y anarquistas de la época. Con el ascenso de la Unión ´Cívica Radical al poder y su afianzamiento en la localidad, algunos dirigentes enrolados en sus filas ocuparon importantes cargos municipales.
Si bien se los referencia en forma “colectiva” como integrantes de un estrato social homogéneo del cual no emergen individualidades y jerarquías, el paso del tiempo aún no ha saldado una vieja deuda pendiente, ya que los protagonistas de antaño continúan siendo “obreros anónimos”.
En esta búsqueda emergen apellidos que han tenido una larga trayectoria familiar ferroviaria en la comunidad, mientras que otros resultan prácticamente desconocidos debido a los trasladados hacia otros destinos.
Los maquinistas y foguistas que participaron en los primeros años de La Fraternidad fueron en su mayoría hijos de inmigrantes italianos y españoles, que ingresaron al mundo laboral a temprana edad.
Para ser maquinistas debían pasar por distintas instancias dentro de la carrera de conducción; los limpiadores que aspiraban a prestar servicio de foguistas interinos debían cumplimentar una serie de requisitos: no padecer defectos visuales y rendir un examen que demuestre conocer las cuatro reglas fundamentales: saber hablar, leer y escribir en castellano y conocer las señales de peligro, entre otros.
Los conductores de locomotoras con aspiraciones de ascenso tenían algún grado de instrucción primaria, no exigido para ser un peón. Para difundir el conocimiento entre “las masas laboriosas” los miembros más instruidos propiciaron su divulgación a través de espacios de aprendizajes teórico-prácticos, logrando la adhesión del resto de los camaradas.
Así surge en 1919 una biblioteca auspiciada por la F.O.F. (Federación Obrera Ferroviaria-filial local), cuyo nombre “Luz Obrera” refleja la finalidad de iluminar la mente de los trabajadores para lograr la redención en la lucha por sus derechos.
Uno de sus fundadores recordando sus inicios expresará: “Esa histórica noche, y digo histórica porque la mayoría de los obreros del músculo (ferroviarios) eran en gran parte analfabetos pues la intelectualidad de Basavilbaso estaba ausente y no quería cooperar con tan magna obra”. 2-También se creó la Escuela Técnica para instruir a los aspirantes a cargos de conducción.
Para los judíos y sus descendientes el ferrocarril no era una opción laboral (salvo contadas excepciones) ya que a su arribo de la mano de la J.C.A. (Jewish Colonization Association) vivieron del producto de la tierra en las parcelas asignadas y con posterioridad muchos instalaron comercios de distintos rubros en la villa. Aspiraban a que sus hijos se educaran y se formaran como profesionales, de allí el esfuerzo familiar para que algunos de los hijos alcanzaran ese objetivo.
Ingresar al mundo de los trenes significaba dedicación exclusiva, arduas jornadas de trabajo, abrazando una profesión para toda la vida. Ser ferroviario fue para muchos una necesidad laboral que se transformaría en el sello identitario característico de pueblo unido y divido por los rieles.
Fuente: RIEL FM