Internos penitenciarios tienen la posibilidad de estudiar
Las sedes de Paraná y Concepción de la Facultad de Humanidades de Uader y el Servicio Penitenciario provincial renovaron por otros cinco años un convenio mediante el cual alrededor de 14 internos, entre las que se cuentan cuatro mujeres, acceden a clases en las unidades penales Nº 1, 4 y 6.
20.11.2011 | 22:09
Se trata de una experiencia inédita en el país, ya que ninguna otra contempla la posibilidad de que sean mixtas y se busca extender la actividad a todas las localidades donde la facultad desarrolla clases.
Mario Velez, uno de los internos, expresó que lo fundamental “es aprender a no sentirse preso. Se puede perder la libertad de cuerpo pero de pensamiento y acción no. Afuera nos espera un futuro y tenemos que continuar”.
Esta experiencia nació en el año 2005 a partir de la demanda de un grupo de personas privadas de su libertad interesadas en iniciar una carrera universitaria y desde entonces trabajan en conjunto el Servicio Penitenciario se comenzó a trabajar en conjunto con la Facultad de Humanidades, Arte y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).
De esta forma, a través de tutorías, se dictan clases para las carreras de Psicología con sus tecnicaturas de Acompañante Terapéutico y Psicogerontología, Licenciatura y Profesorado de Historia, Geografía, Literatura y Ciencias Sociales. Actualmente son alrededor de 14 los internos que cursan bajo esta modalidad, entre las que se cuentan cuatro mujeres que son trasladadas a la unidad de hombres para este fin.
Claudio Salvador, coordinador del programa Educación en Contextos de Encierro, afirmó que es “inédito en el país” que les permitan a las internas de la Unidad Penal Nº 6 –femenina- pasar a la Unidad Penal Nº 1 –de hombres- para estudiar. “Si bien existen universidades que dan clases en estos ámbitos, no existe una experiencia mixta como la nuestra”, comentó. Además agregó que se toman todos los recaudos del caso, trabajando para ello en forma articulada con la Justicia.
Además del convenio, el proyecto fue presentado al Programa Nacional de Voluntariado Universitario, que está orientado a profundizar la función social de la universidad, siendo seleccionado en dos oportunidades. “Eso nos ayudó a crear distintos espacios”, relató Salvador a la vez que contó que, de esta forma, se creó la biblioteca Color Esperanza y se dio forma a un gabinete informático.
Mario Velez, uno de los internos, expresó que lo fundamental “es aprender a no sentirse preso. Se puede perder la libertad de cuerpo pero de pensamiento y acción no. Afuera nos espera un futuro y tenemos que continuar”.
Esta experiencia nació en el año 2005 a partir de la demanda de un grupo de personas privadas de su libertad interesadas en iniciar una carrera universitaria y desde entonces trabajan en conjunto el Servicio Penitenciario se comenzó a trabajar en conjunto con la Facultad de Humanidades, Arte y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).
De esta forma, a través de tutorías, se dictan clases para las carreras de Psicología con sus tecnicaturas de Acompañante Terapéutico y Psicogerontología, Licenciatura y Profesorado de Historia, Geografía, Literatura y Ciencias Sociales. Actualmente son alrededor de 14 los internos que cursan bajo esta modalidad, entre las que se cuentan cuatro mujeres que son trasladadas a la unidad de hombres para este fin.
Claudio Salvador, coordinador del programa Educación en Contextos de Encierro, afirmó que es “inédito en el país” que les permitan a las internas de la Unidad Penal Nº 6 –femenina- pasar a la Unidad Penal Nº 1 –de hombres- para estudiar. “Si bien existen universidades que dan clases en estos ámbitos, no existe una experiencia mixta como la nuestra”, comentó. Además agregó que se toman todos los recaudos del caso, trabajando para ello en forma articulada con la Justicia.
Además del convenio, el proyecto fue presentado al Programa Nacional de Voluntariado Universitario, que está orientado a profundizar la función social de la universidad, siendo seleccionado en dos oportunidades. “Eso nos ayudó a crear distintos espacios”, relató Salvador a la vez que contó que, de esta forma, se creó la biblioteca Color Esperanza y se dio forma a un gabinete informático.