FEF
Los medios hegemónicos y la libertad de expresión en Entre Ríos
El ex intendente de Paraná, y dirigente del Frente Entrerriano Federal, Carlos Halle, cargó contra el ministro de Cultura y Comunicación de Entre Ríos, Pedro Báez, a quien acusó de montar un aparto paraestatal de medios de comunicación. Lea la opinión.
12.03.2012 | 19:54
"…Estamos frente al desafío de demostrar que en Entre Ríos, como en el resto de la Argentina profunda, se pueden producir contenidos que contribuyan a dar vuelta la página de la colonización cultural…” por la acción de los medios hegemónicos... más temprano que tarde tendremos enormes avances que contribuirán a la construcción de una sociedad mejor que es, en definitiva, el último objetivo”. Lo transcripto forma parte de un discurso pronunciado en los últimos días por el señor Pedro Báez, a la postre, ministro de Comunicación y Cultura de la provincia de Entre Ríos.
Báez, resulta oportuno recordar, ofició, en los cuatro años anteriores de la gestión de Urribarri, como Director de Información Pública provincial. En realidad, no acuerdo yo, viendo lo que ocurre en la inmensa mayoría de los medios de comunicación de la provincia, con que esos sean los métodos para la búsqueda de una “sociedad mejor” que propone el ministro como “último objetivo”.
En primer lugar por cuanto advierto que si en verdad existe lo que él denomina un proceso de “colonización”, éste, justamente, ha sido instaurado lisa y llanamente durante su gestión:
a) En efecto, el gobierno provincial a través de millonarias pautas publicitarias; imposición traumática de comisariatos políticos en diversos medios de comunicación y profusas llamadas telefónicas y aprietes varios desde las altas esferas del poder, ha logrado “colonizar”, literalmente, a casi la totalidad de la prensa oral, escrita y televisiva de Entre Ríos.
b) Sólo los periodistas “militantes” (curiosamente rentados por el aparato estatal) logran manifestar alguna que otra idea, diría, con mediana libertad; no todas, aclaremos. Si por caso mantuvieren una sutil diferencia en algunos temas urticantes del oficialismo (recuérdese el tema de la niña de 11 años embarazada), va de suyo que ni siquiera esa limitada acción que poseen la pueden ejercer.
c) Los demás comunicadores –la inmensa mayoría- se hallan constreñidos a publicar lo que el gobierno desea –ordena- y no más ni menos que eso; los textos elaborados desde la oficina pública que lidera Báez resultan transcriptos literalmente en los diferentes medios que controlan y dominan. Los mismos títulos, los mismos contenidos, el mismo énfasis y en ocasiones… ¡las mismas fotografías! A estos trabajadores de la comunicación, y a los medios donde laboran, ya no sólo se les exige una adhesión pasiva a la próspera y progresista política aplicada en la provincia que habitan. No. Sólo sumisión y respeto al comisariato político que los disciplina; caso contrario, la humillación, el destrato y la amenaza económica, oficia de eficaz instrumento de dominación contra la libertad de expresión y la información pública.
d) Ello, claro, produce asimismo, una notoria autocensura entre los cientos de intimidados y es así como para la inmensa mayoría de los medios de comunicación de la provincia en realidad… nada ocurre digno de manifestarse públicamente; mejor dicho, nada ocurre que pueda incomodar al gobierno provincial, nacional, popular y democrático. En la Entre Ríos que habitamos no existen huelgas, no hay malestar social, económico ni político de ninguna especie; no descarrillan trenes, se abonan los sueldos en tiempo y forma, no hay inflación, no existe el desempleo, y aún más: no existen voces disidentes sean éstas sociales, políticas o gremiales de ningún tipo y, si, por algún que otro vericueto (los comisarios políticos dormían, por ejemplo) se cuela alguna que otra declaración discrepante o altisonante con la realidad de la Disneylandia provincial, la misma resulta censurada, callada y excluida de modo inmediato. Llamada telefónica mediante, amenaza de superiores jerárquicos o retiro de la pauta publicitaria establecida.
e) Hay voces que están prohibidas. Hay realidades que no cuentan. Hay un relato oficial que no puede ser fisurado por nada ni por nadie y, si por algún motivo o desatención oficial, alguien osara cuestionarlo, el denuesto público, la mentira organizada y el agravio encubierto o directo, disciplina de inmediato al vocero disidente y al periodista descarriado.
Ello, nunca ocurrió en la Entre Ríos democrática; es más: ni los propios dirigentes oficialistas o funcionarios de cualquier orden, llámese éstos Ministros, Secretarios, Diputados, Intendentes, dirigentes gremiales o políticos pueden manifestarse con libertad en el tema que les incumbe o interesa. Sólo declaran aquello que deben declarar o, peor aún, les redactan declaraciones para luego –una vez publicadas- avisarles lo que han “declarado” por si, acaso, hubiere que ratificarlas frente a un despistado periodista.
En otras palabras, también a los dirigentes del oficialismo se les ha prohibido hacer política en sentido amplio; entendida ésta como debate, reflexión, opinión divergente, internas… en fin, sólo se les autoriza “gobernar”, siempre y cuando, ese “gobernar” no incomode al modelo del Unicato.
Esto se verá cabalmente reflejado si, por algún motivo extravagante, el presente texto logra ser comunicativamente relevante. En otros términos: si lo aquí escrito logra filtrarse de algún modo entre las fisuras del cerco informativo que ha construido la comunicación oficial.
Ya saldrán entonces –a no dudar- aquellos funcionarios o dirigentes aludidos o los periodistas “militantes” a desmentir lo aquí manifestado y, por caso, a agraviar o a intimidar al firmante de este texto.
Pero no importa; ello ya resulta lo menos grave del suceso.
Lo verdaderamente alarmante es que si los entrerrianos (de cualquier signo, filiación partidaria o pertenencia social) no reaccionamos frente a la mordaza que nos imponen, oscuro será entonces el panorama de aquella “sociedad mejor”, que es, en definitiva “el último objetivo” de Báez.
(*) Ex intendente de Paraná.
Báez, resulta oportuno recordar, ofició, en los cuatro años anteriores de la gestión de Urribarri, como Director de Información Pública provincial. En realidad, no acuerdo yo, viendo lo que ocurre en la inmensa mayoría de los medios de comunicación de la provincia, con que esos sean los métodos para la búsqueda de una “sociedad mejor” que propone el ministro como “último objetivo”.
En primer lugar por cuanto advierto que si en verdad existe lo que él denomina un proceso de “colonización”, éste, justamente, ha sido instaurado lisa y llanamente durante su gestión:
a) En efecto, el gobierno provincial a través de millonarias pautas publicitarias; imposición traumática de comisariatos políticos en diversos medios de comunicación y profusas llamadas telefónicas y aprietes varios desde las altas esferas del poder, ha logrado “colonizar”, literalmente, a casi la totalidad de la prensa oral, escrita y televisiva de Entre Ríos.
b) Sólo los periodistas “militantes” (curiosamente rentados por el aparato estatal) logran manifestar alguna que otra idea, diría, con mediana libertad; no todas, aclaremos. Si por caso mantuvieren una sutil diferencia en algunos temas urticantes del oficialismo (recuérdese el tema de la niña de 11 años embarazada), va de suyo que ni siquiera esa limitada acción que poseen la pueden ejercer.
c) Los demás comunicadores –la inmensa mayoría- se hallan constreñidos a publicar lo que el gobierno desea –ordena- y no más ni menos que eso; los textos elaborados desde la oficina pública que lidera Báez resultan transcriptos literalmente en los diferentes medios que controlan y dominan. Los mismos títulos, los mismos contenidos, el mismo énfasis y en ocasiones… ¡las mismas fotografías! A estos trabajadores de la comunicación, y a los medios donde laboran, ya no sólo se les exige una adhesión pasiva a la próspera y progresista política aplicada en la provincia que habitan. No. Sólo sumisión y respeto al comisariato político que los disciplina; caso contrario, la humillación, el destrato y la amenaza económica, oficia de eficaz instrumento de dominación contra la libertad de expresión y la información pública.
d) Ello, claro, produce asimismo, una notoria autocensura entre los cientos de intimidados y es así como para la inmensa mayoría de los medios de comunicación de la provincia en realidad… nada ocurre digno de manifestarse públicamente; mejor dicho, nada ocurre que pueda incomodar al gobierno provincial, nacional, popular y democrático. En la Entre Ríos que habitamos no existen huelgas, no hay malestar social, económico ni político de ninguna especie; no descarrillan trenes, se abonan los sueldos en tiempo y forma, no hay inflación, no existe el desempleo, y aún más: no existen voces disidentes sean éstas sociales, políticas o gremiales de ningún tipo y, si, por algún que otro vericueto (los comisarios políticos dormían, por ejemplo) se cuela alguna que otra declaración discrepante o altisonante con la realidad de la Disneylandia provincial, la misma resulta censurada, callada y excluida de modo inmediato. Llamada telefónica mediante, amenaza de superiores jerárquicos o retiro de la pauta publicitaria establecida.
e) Hay voces que están prohibidas. Hay realidades que no cuentan. Hay un relato oficial que no puede ser fisurado por nada ni por nadie y, si por algún motivo o desatención oficial, alguien osara cuestionarlo, el denuesto público, la mentira organizada y el agravio encubierto o directo, disciplina de inmediato al vocero disidente y al periodista descarriado.
Ello, nunca ocurrió en la Entre Ríos democrática; es más: ni los propios dirigentes oficialistas o funcionarios de cualquier orden, llámese éstos Ministros, Secretarios, Diputados, Intendentes, dirigentes gremiales o políticos pueden manifestarse con libertad en el tema que les incumbe o interesa. Sólo declaran aquello que deben declarar o, peor aún, les redactan declaraciones para luego –una vez publicadas- avisarles lo que han “declarado” por si, acaso, hubiere que ratificarlas frente a un despistado periodista.
En otras palabras, también a los dirigentes del oficialismo se les ha prohibido hacer política en sentido amplio; entendida ésta como debate, reflexión, opinión divergente, internas… en fin, sólo se les autoriza “gobernar”, siempre y cuando, ese “gobernar” no incomode al modelo del Unicato.
Esto se verá cabalmente reflejado si, por algún motivo extravagante, el presente texto logra ser comunicativamente relevante. En otros términos: si lo aquí escrito logra filtrarse de algún modo entre las fisuras del cerco informativo que ha construido la comunicación oficial.
Ya saldrán entonces –a no dudar- aquellos funcionarios o dirigentes aludidos o los periodistas “militantes” a desmentir lo aquí manifestado y, por caso, a agraviar o a intimidar al firmante de este texto.
Pero no importa; ello ya resulta lo menos grave del suceso.
Lo verdaderamente alarmante es que si los entrerrianos (de cualquier signo, filiación partidaria o pertenencia social) no reaccionamos frente a la mordaza que nos imponen, oscuro será entonces el panorama de aquella “sociedad mejor”, que es, en definitiva “el último objetivo” de Báez.
(*) Ex intendente de Paraná.