Por Clara Chauvin (*)
Día del periodista
Gabriel García Márquez definió al periodismo como “el mejor oficio del mundo”, y la palabra “oficio” nunca pudo haber sido mejor utilizada.
07.06.2012 | 00:11
Oficio es una tarea que se realiza diariamente, que demanda de mucho sacrificio y dedicación y, a pesar de que requiere de una base de preparación, es erróneo seguir pensando que un título universitario es lo que califica a alguien para ser periodista.
El compromiso en la tarea periodística es el elemento clave para poder llevarla adelante: el compromiso con el trabajo, con la realidad y, por sobre todas las cosas, con la verdad. El deber social como comunicadores conlleva una enorme responsabilidad tanto con los protagonistas de la noticia como para quienes van a escucharla o leerla.
Sin embargo, el periodismo nunca ha dejado de ser el blanco para miles de cuestionamientos.
Es un trabajo difícil, demandante, subestimado y, en ocasiones, bastardeado por los mismos periodistas que olvidan su oficio y venden sus convicciones al mejor postor para responder a distintos lugares del poder, ya sea público o privado, partidario o empresarial.
La descalificación del trabajo, el cuestionamiento de la palabra del periodista es el peor desprestigio de todos, especialmente entre pares, donde nadie está exento de sus propios pensamientos y subjetividades.
Ya que, no hay que olvidarse que el periodista no deja de ser un ciudadano que vive dentro de una comunidad, al que es imposible exigirle neutralidad, pero que, aun así, nunca hay que dejar de exigirle que diga la verdad.
Amarillismo, mala sangre, sensacionalismo, tergiversación, esos son algunos de los fantasmas que el verdadero periodista debe enfrentar a diario y que no debe dejar que lo invadan.
Porque un periodista con ética es un buen periodista, porque realmente es el mejor oficio del mundo y porque todos los días están peleando por conseguir la noticia. Señores periodistas: feliz día a todos ustedes. (Redacción de Babel)
(*) Editora de Cultura, Sociedad y Género de Babel.
El compromiso en la tarea periodística es el elemento clave para poder llevarla adelante: el compromiso con el trabajo, con la realidad y, por sobre todas las cosas, con la verdad. El deber social como comunicadores conlleva una enorme responsabilidad tanto con los protagonistas de la noticia como para quienes van a escucharla o leerla.
Sin embargo, el periodismo nunca ha dejado de ser el blanco para miles de cuestionamientos.
Es un trabajo difícil, demandante, subestimado y, en ocasiones, bastardeado por los mismos periodistas que olvidan su oficio y venden sus convicciones al mejor postor para responder a distintos lugares del poder, ya sea público o privado, partidario o empresarial.
La descalificación del trabajo, el cuestionamiento de la palabra del periodista es el peor desprestigio de todos, especialmente entre pares, donde nadie está exento de sus propios pensamientos y subjetividades.
Ya que, no hay que olvidarse que el periodista no deja de ser un ciudadano que vive dentro de una comunidad, al que es imposible exigirle neutralidad, pero que, aun así, nunca hay que dejar de exigirle que diga la verdad.
Amarillismo, mala sangre, sensacionalismo, tergiversación, esos son algunos de los fantasmas que el verdadero periodista debe enfrentar a diario y que no debe dejar que lo invadan.
Porque un periodista con ética es un buen periodista, porque realmente es el mejor oficio del mundo y porque todos los días están peleando por conseguir la noticia. Señores periodistas: feliz día a todos ustedes. (Redacción de Babel)
(*) Editora de Cultura, Sociedad y Género de Babel.