Opinión, por Clara Chauvin
Dos más Dos: Moralina y conservadurismo en el cine mainstream argentino
Sabemos que lo tabú y prohibido siempre es deleite del público voyeur y eso asegura cualquier tipo de éxito, es por eso que el reciente estreno en los cines del país de Dos más Dos se transformó en la película líder de la taquilla nacional.
23.08.2012 | 08:57
El largomentraje, que cuenta con la producción y protagónico de Adrián Suar (el hombre triunfo de la pantalla, tanto grande como chica), junto a Julieta Díaz, Carla Peterson y Juan Minujín, tiene como principal atractivo su temática: el intercambio de parejas, comúnmente llamado swingers.
El film cuenta la historia de Diego, Emilia, Richard y Betina, dos parejas de amigos de clase media alta (la película transcurre en fiestas, countries, restaurantes, shoppings). Diego y Emilia (Suar y Díaz) son un matrimonio que lleva 16 años, padres de un hijo adolescente, víctimas de la rutina y en donde la esposa tiene impulsos sexuales sin concretar. Mientras, Richard y Betina (Minujín y Peterson), un matrimonio sin hijos y que organiza una fiesta para conmemorar su décimo aniversario, son la otra cara de la moneda que logró superar cualquier tipo cansancio marital.
Un buen día, el secreto de su éxito es revelado: son swingers y desean practicarlo con ellos. La novedad es recibida con cierto rechazo por Diego, pero con muchas curiosidades por Emilia que busca desesperadamente volver a prender el fuego de la pasión en el lecho conyugal.
“A me gustaría verte con otra mujer”, le confiesa la esposa en una noche de honestidad brutal y tratando de convencer a su marido a que se anime a nuevas prácticas. Luego de muchas idas y venidas, dudas y reflexiones, Diego termina aceptando y el intercambio con Richard y Betina ya es un hecho, y el sexo y el amor renacen en el matrimonio.
Sin embargo, problemas inesperados empiezan a surgir. Lo que comenzó como una divertida comedia sexual termina con ciertos matices dramáticos, en donde ambos matrimonios se encuentran tambaleando y en donde parece que las principales culpables de ello son las mujeres.
Betina, quien reveló el secreto de su matrimonio y fue la principal impulsora de que el intercambio entre las dos parejas se concrete, y Emilia, quien despertó sus pasiones más prohibidas y no tuvo duda en llevarlas a cabo. Una de ellas termina enamorándose del esposo de la amiga, mientras que la otra se convierte oficialmente en “cornuda”.
Las mujeres son castigadas por aventurarse en la búsqueda de placer y saciar sus pulsiones de Eros, por poner su sexualidad en primer plano y no encarcelarla en un simple rol de esposa. ¿Qué pasa con los hombres? Se muestran totalmente superados por la situación, “la tienen clara” y no presentan problemas en tener sexo y no enamorarse. Nuevo clisé a la vista: los hombres sí pueden separar lo sentimental de lo puramente sexual, mientras que las mujeres “son emocionales”.
Detrás del maquillaje de una comedia fresca y divertida, con diálogos graciosos y algunos chistes para provocar la risa fácil del público (“Si querés hacer algo por nosotros, hacete una buena pascualina”, le dice el personaje de Suar a su mujer), la moralina está a la orden del día y con el final que corresponde: cada matrimonio por su lado, superando los problemas y dejando atrás cualquier tipo de práctica sexual que sea fuera de las cuatro paredes del cuarto matrimonial.
Dos más Dos parece ser una película jugada con el tema que aborda, no obstante, todos los estereotipos están presentes dejando claramente un mensaje conservador. De esta forma, el público de clase media que pagó su entrada se va contento y tranquilo ya que el universo mantiene su curso si la película termina con el matrimonio dentro de los parámetros de lo tradicional y como dios manda. Nada de cosas raras.
(*) Editora de Cultura y Género de Babel.
El film cuenta la historia de Diego, Emilia, Richard y Betina, dos parejas de amigos de clase media alta (la película transcurre en fiestas, countries, restaurantes, shoppings). Diego y Emilia (Suar y Díaz) son un matrimonio que lleva 16 años, padres de un hijo adolescente, víctimas de la rutina y en donde la esposa tiene impulsos sexuales sin concretar. Mientras, Richard y Betina (Minujín y Peterson), un matrimonio sin hijos y que organiza una fiesta para conmemorar su décimo aniversario, son la otra cara de la moneda que logró superar cualquier tipo cansancio marital.
Un buen día, el secreto de su éxito es revelado: son swingers y desean practicarlo con ellos. La novedad es recibida con cierto rechazo por Diego, pero con muchas curiosidades por Emilia que busca desesperadamente volver a prender el fuego de la pasión en el lecho conyugal.
“A me gustaría verte con otra mujer”, le confiesa la esposa en una noche de honestidad brutal y tratando de convencer a su marido a que se anime a nuevas prácticas. Luego de muchas idas y venidas, dudas y reflexiones, Diego termina aceptando y el intercambio con Richard y Betina ya es un hecho, y el sexo y el amor renacen en el matrimonio.
Sin embargo, problemas inesperados empiezan a surgir. Lo que comenzó como una divertida comedia sexual termina con ciertos matices dramáticos, en donde ambos matrimonios se encuentran tambaleando y en donde parece que las principales culpables de ello son las mujeres.
Betina, quien reveló el secreto de su matrimonio y fue la principal impulsora de que el intercambio entre las dos parejas se concrete, y Emilia, quien despertó sus pasiones más prohibidas y no tuvo duda en llevarlas a cabo. Una de ellas termina enamorándose del esposo de la amiga, mientras que la otra se convierte oficialmente en “cornuda”.
Las mujeres son castigadas por aventurarse en la búsqueda de placer y saciar sus pulsiones de Eros, por poner su sexualidad en primer plano y no encarcelarla en un simple rol de esposa. ¿Qué pasa con los hombres? Se muestran totalmente superados por la situación, “la tienen clara” y no presentan problemas en tener sexo y no enamorarse. Nuevo clisé a la vista: los hombres sí pueden separar lo sentimental de lo puramente sexual, mientras que las mujeres “son emocionales”.
Detrás del maquillaje de una comedia fresca y divertida, con diálogos graciosos y algunos chistes para provocar la risa fácil del público (“Si querés hacer algo por nosotros, hacete una buena pascualina”, le dice el personaje de Suar a su mujer), la moralina está a la orden del día y con el final que corresponde: cada matrimonio por su lado, superando los problemas y dejando atrás cualquier tipo de práctica sexual que sea fuera de las cuatro paredes del cuarto matrimonial.
Dos más Dos parece ser una película jugada con el tema que aborda, no obstante, todos los estereotipos están presentes dejando claramente un mensaje conservador. De esta forma, el público de clase media que pagó su entrada se va contento y tranquilo ya que el universo mantiene su curso si la película termina con el matrimonio dentro de los parámetros de lo tradicional y como dios manda. Nada de cosas raras.
(*) Editora de Cultura y Género de Babel.