Opinión
La eterna búsqueda para curar las heridas
Por Clara Chauvin- La ley para la creación de un registro genético de violadores es un hecho. Un paso más para la protección de víctimas de delitos sexuales y que necesita del compromiso de toda la sociedad.
04.07.2013 | 12:12
La Cámara de Diputados aprobó, tras un largo debate, el proyecto de ley para la creación del Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a delitos contra la integridad sexual. La aprobación de este registro de violadores fue celebrado por representantes de organizaciones no gubernamentales de familiares de víctimas de delitos sexuales.
Dicho registro genético, que funcionará en el ámbito del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, se compondrá de los datos de aquellos violadores que ya tengan firme la condena por delito sexual y el acceso a esa información será restringido a jueces.
En declaraciones al diario Página 12, la presidenta de Ayuda a Víctimas de Violación (Avivi), María Elena Leuzzi, expresó: “El 20 por ciento de los 4300 casos que asistimos fueron víctimas de violadores ocasionales, el resto fueron intrafamiliares. Es terrible, es como si viviéramos en un país incestuoso”.
Esta reciente ley se transforma en un nuevo paso en la lucha por la igualdad de género y contra cualquier tipo de violencia hacia las mujeres. La violencia sexual es la consecuencia más directa de la cultura patriarcal global que afecta a millones de víctimas en el mundo, marcándolas con heridas inalterables.
La fotógrafa Grace Brown trabajó, en ese sentido, en un proyecto que tituló “Unbreakable, the art of healing” (Inquebrantable, el arte de curar) que consistió en retratos de mujeres víctimas de violencia sexual (projectunbreakable.tumblr.com). Las fotos son simples y directas: mujeres de todas las edades, mirando fijamente el lente de la cámara y sosteniendo una pancarta en donde ellas mismas escribieron una frase que recuerdan del momento en que su atacante (ex parejas, hermanos, tíos, profesores y hasta sus propios padres) las ultrajaban, la mayoría siendo adolescentes o apenas niñas.
“Sos una puta sucia, me voy a encargar de que todos lo sepan”, “Vamos a jugar un juego…”, “Te amo ¿por qué lloras?”, “Va a ser nuestro pequeño secreto”, “Si no te callás le voy a decir a tu mamá, si escucha va a ser tu culpa”, “Eso es lo que conseguís por ser traviesa”, “No sos nada, deberías agradecerme”, “Deciles que llorás porque te caíste”, “Gracias, es el regalo más hermoso que me han ofrecido”, “Dejá de pretender que sos un ser humano”, “Lo que tenemos es tan especial que otras personas no entenderían”. Esas son sólo algunas frases que se pueden leer en las impactantes fotografías, que llenan de impotencia y que no se puede evitar ver y sentir el dolor a través de los ojos de todas esas mujeres que se animaron a mostrarle al mundo el trauma más imborrable de sus vidas.
Aún así, por más empatía que se pueda tener con todas esas mujeres, no hay forma de sentir en carne propia tal espeluznante experiencia y que ellas vivieron para contarlo. La clave pasa por la reflexión de la sociedad toda y el compromiso para que la justicia efectivice todas sus herramientas en defensa de las víctimas de delitos sexuales.
Por otra parte, la contención para quienes sufrieron tales ataques ya que, muchas veces, también son víctimas de un entorno que las culpabiliza, estigmatiza y acusa: “Vos lo provocaste”.
Basta de educar mujeres para que dejen de usar polleras cortas, eduquemos para que no existan más violadores. (Redacción de Babel)
Dicho registro genético, que funcionará en el ámbito del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, se compondrá de los datos de aquellos violadores que ya tengan firme la condena por delito sexual y el acceso a esa información será restringido a jueces.
En declaraciones al diario Página 12, la presidenta de Ayuda a Víctimas de Violación (Avivi), María Elena Leuzzi, expresó: “El 20 por ciento de los 4300 casos que asistimos fueron víctimas de violadores ocasionales, el resto fueron intrafamiliares. Es terrible, es como si viviéramos en un país incestuoso”.
Esta reciente ley se transforma en un nuevo paso en la lucha por la igualdad de género y contra cualquier tipo de violencia hacia las mujeres. La violencia sexual es la consecuencia más directa de la cultura patriarcal global que afecta a millones de víctimas en el mundo, marcándolas con heridas inalterables.
La fotógrafa Grace Brown trabajó, en ese sentido, en un proyecto que tituló “Unbreakable, the art of healing” (Inquebrantable, el arte de curar) que consistió en retratos de mujeres víctimas de violencia sexual (projectunbreakable.tumblr.com). Las fotos son simples y directas: mujeres de todas las edades, mirando fijamente el lente de la cámara y sosteniendo una pancarta en donde ellas mismas escribieron una frase que recuerdan del momento en que su atacante (ex parejas, hermanos, tíos, profesores y hasta sus propios padres) las ultrajaban, la mayoría siendo adolescentes o apenas niñas.
“Sos una puta sucia, me voy a encargar de que todos lo sepan”, “Vamos a jugar un juego…”, “Te amo ¿por qué lloras?”, “Va a ser nuestro pequeño secreto”, “Si no te callás le voy a decir a tu mamá, si escucha va a ser tu culpa”, “Eso es lo que conseguís por ser traviesa”, “No sos nada, deberías agradecerme”, “Deciles que llorás porque te caíste”, “Gracias, es el regalo más hermoso que me han ofrecido”, “Dejá de pretender que sos un ser humano”, “Lo que tenemos es tan especial que otras personas no entenderían”. Esas son sólo algunas frases que se pueden leer en las impactantes fotografías, que llenan de impotencia y que no se puede evitar ver y sentir el dolor a través de los ojos de todas esas mujeres que se animaron a mostrarle al mundo el trauma más imborrable de sus vidas.
Aún así, por más empatía que se pueda tener con todas esas mujeres, no hay forma de sentir en carne propia tal espeluznante experiencia y que ellas vivieron para contarlo. La clave pasa por la reflexión de la sociedad toda y el compromiso para que la justicia efectivice todas sus herramientas en defensa de las víctimas de delitos sexuales.
Por otra parte, la contención para quienes sufrieron tales ataques ya que, muchas veces, también son víctimas de un entorno que las culpabiliza, estigmatiza y acusa: “Vos lo provocaste”.
Basta de educar mujeres para que dejen de usar polleras cortas, eduquemos para que no existan más violadores. (Redacción de Babel)