Por José Cáceres

Evita

Un 7 de mayo, pero de 1919, nacía en los Toldos (provincia de Buenos Aires) María Eva Duarte. Nacía la mujer que luego cruzará su destino con el de Juan Domingo Perón y entrará en la historia de la patria como la jefa espiritual del movimiento político popular y democrático más importante de toda la historia argentina: El Peronismo. 
07.05.2014 | 17:45
 Se pueden decir muchas cosas de Evita en esta fecha, repasar su vida, sus acciones concretas, sus momentos históricos más recordados, sus frases que entraron en la mitología peronista y popular, etc. Pero creo que es útil recordar a Evita desde una memoria militante, que rescate su esencia política, sus valores, su causa y que haga de ese testimonio una bandera para las nuevas generaciones que se suman a la política.

Creo que nada es más claro políticamente que lo expresaba Evita. Ella representó mejor que nadie a los sectores más humildes que nutrieron al peronismo. Con su obra constituyó el brazo ejecutor de la política social hacia los excluidos a través de su labor en la Fundación “Eva Perón”. También fue una militante muy ligada y a los sindicatos y trabajadores, de estrecha relación con la CGT y las organizaciones obreras. Evita era la figura excluyente que representaba a la esencia transformadora, revolucionaria, de la nueva era que abría el peronismo.

Evita era una militante, apasionada y comprometida, no era una ama de casa de la oligarquía, como era costumbre en las familias presidenciales previas al peronismo. Evita no fue una primera dama tradicional, sin dudas. Fue un cuadro político de una revolución que estaba transformando este país. Con una conciencia social y política forjada por su origen humilde, Eva Perón dedicó todas sus fuerzas a la causa que la desvelaba: la lucha por la justicia social. Para ella la prioridad eran sus “descamisados” y no el ceremonial y las cuestiones de protocolo.



Evita dejó discursos e intervenciones políticas que tienen una claridad y actualidad increíble. Fue en esto una gran discípula de Perón. Su discurso expresaba el ala más combativa del peronismo. Evita era profundamente antiimperialista, enemiga acérrima del privilegio y la injusticia, era la antitesis de la Argentina oligárquica de la década infame que tanto dolor causó en los años previos al 17 de octubre.

Políticamente, ya sin discusión posible, en términos históricos Evita fue la mujer más relevante de la política nacional a lo largo de los más de 200 años de vida patria. El voto femenino y las conquistas laborales y sociales logradas por las mujeres en su época son fruto en buena medida de la obra de Eva Perón, que con su obra terminó con costumbres políticas y culturales que relegaban a la mujer a espacios secundarios. Ya lo he dicho en muchas ocasiones, y lo reitero, estoy convencido de que si hoy tenemos a Cristina Fernández de Kirchner en la presidencia, mucho se debe a que existió una Eva Perón.

Evita fue la Jefa Espiritual de nuestro movimiento, le puso alma y corazón, la sensibilidad femenina, el sentimiento al peronismo. Perón repetía que el Justicialismo hubiese sido otra cosa sin Evita. Y no tengo duda de eso. Con sus formas y ese carisma único, encarnó en su ser la conciencia encendida contra la exclusión, lo mejor de la naturaleza humana preocupada por sus prójimos. El deseo de un pueblo de ser libre, digno y soberano. Fue la viva imagen de la nueva Nación que nacía con el peronismo.

Pero si bien Evita es parte constitutiva de los peronistas, forma parte de nuestro ADN; hoy creo que también es patrimonio de todos los argentinos. Si bien quedan aún varios e importantes gorilas, considero que el antiperonismo gorila que repudiaba a Evita es un mal político en extinción, por suerte. Lenta pero firmemente, Evita es hoy un ícono central de la argentinidad. Esto me llena de alegría, porque por mis años pude ver el tránsito de la Evita cuestionada (siempre por minorías obviamente) a la Evita figura histórica nacional. Lo que hizo por los pobres, por los excluidos, esa obra enorme de justicia social, generó el odio manifiesto de las minorías dominantes, antidemocráticas y antipopulares, que dieron lugar a una persecución contra su legado, recuerdo y restos mortales durante décadas. Creo que eso se está extinguiendo, pero justamente por esto debemos seguir recordando a Evita.

Y cabe recordar que su encumbramiento a prócer nacional, porque esto es Evita, una prócer, es por lo que hizo. Por lo que sufrió y luchó, pero sobre todo por lo que conquistó para el pueblo. Su ejemplo y obra trasciende las generaciones y las fronteras. Evita es ejemplo para las y los jóvenes que se suman hoy a la política en nuestro país, sea en el peronismo como en otras fuerzas populares. Evita es una referencia ineludible a la hora de pensar una sociedad mejor en cualquier lugar del planeta.

En otro aniversario de su nacimiento, sólo podemos recordar a Evita y comprometernos a seguir el camino, que junto a Juan Domingo Perón, trazaron en nuestra Patria. Ese camino que hoy guía al gobierno de Cristina y al de Sergio Urribarri y marcan el rumbo de un peronismo que se prepara para afianzar y profundizar las conquistas logradas para las mayorías populares desde el 2003 con el compañero Néstor Kirchner.
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