Por el equipo de Sacerdotes para las Villas
Padre Carlos Mugica: En la Iglesia, la vida por Dios, la vida por el Pueblo.
1) Padre Carlos Mugica: mártir de la causa de los pobres y símbolo de la lucha por la justicia social.
“¡Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres por su liberación. Si es que el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición!”
“¡Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto a los pobres por su liberación. Si es que el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición!”
12.05.2014 | 08:30
Estas son las palabras del padre Carlos Mugica después de sufrir el primer atentado contra su vida en agosto de 1971. En el anochecer del 11 de mayo de 1974 estas palabras proféticas se cumplieron.
Y aquel primer equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia le dio la siguiente interpretación: “La sangre del Padre Carlos –quien, pocos momentos antes, había bebido en el Altar de la Sangre de Cristo- corrió copiosamente, prolongando el sacrificio redentor de su Maestro y Señor. Jesucristo ya nos lo anunció: ‘Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí’ (Jn. 15) (1).
A Mugica no le arrebataron la vida; su martirio, más que una sorpresa, fue la consecuencia de un modo de vivir. Una vida ofrendada por sus hermanos más pobres. Por eso tal vez el mejor camino para entender al padre Carlos sea amar a los pobres, tener amistad con ellos. La figura de Carlos Mugica nos interpela, como si nos preguntara: ¿Qué pasaría si te pusieras realmente del lado de los más pobres? ¿Qué pasaría si nos tomáramos en serio el programa del Evangelio de Jesús: ese camino que va desde los pobres a todos? ¿Qué pasaría si realmente nos cautivara “el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia”? (2).
El Papa Francisco nos recuerda que “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”(3) por eso, el martirio del padre Carlos se volvió un símbolo para todos nosotros. A la devoción creyente que le tenemos, se suma la luz que arroja su figura sobre todos los que luchan y trabajan por un mundo más justo y humano. Mugica como símbolo se dio casi espontáneamente, aconteció. Se convirtió en un icono de la lucha por la justicia social.
2) Cuarenta años después el desafío continúa.
Desde el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de Buenos Aires, celebramos una mayor conciencia de la sociedad con respecto a la realidad de las Villas. Pero todavía hay gran desconocimiento y por consiguiente algunos prejuicios permanecen.
En la época del padre Carlos Múgica y durante mucho tiempo después, el mundo de las Villas era negado y ocultado. Las Villas aparecían como un espacio verde en los mapas. La sociedad prácticamente las ignoraba. Casi nada de la Villa era noticia para los medios. El Estado estaba ausente. Más tarde, ante el crecimiento evidente de las barriadas, cobró auge el punterismo político, donde casi todo se cerraba dentro de la Villa, muchas veces a espaldas de los mismos vecinos.
Como decíamos, hoy en la sociedad hay más interés por lo que se vive en las Villas. Y empieza a aparecer mayor presencia territorial del Estado –tanto de la Ciudad como de la Nación-, aún cuando esa presencia es todavía insuficiente y no del todo articulada. Siempre está latente la tentación de confundir esta presencia del Estado (que es un derecho de todos) con el accionar voluntario de una ONG, o de reducirla a un espacio partidista.
Realmente es loable el trabajo territorial, que empieza por escuchar mucho y que busca pasar de lo que parece que los pobres necesitan a lo que ellos verdaderamente precisan. Como siempre las diferentes ideas y conceptos acerca de las Villas se tendrán que confrontar una y otra vez con la realidad. La idea se elabora, la realidad es.(4)
En la actualidad los medios de comunicación hablan de las Villas, pero muchas veces desde la lejanía, con un tratamiento de las noticias que estigmatiza. Es así que alguna vez hemos escuchado frente a un hecho de inseguridad, la pregunta desde el estudio de televisión al periodista: ‘¿Hay alguna Villa cerca?’. Se asocia sin más a las personas que sufren la pobreza con el delito. Pero no tendríamos que olvidar que los vecinos y vecinas de las Villas tienen una vivencia más profunda de la inseguridad. Inseguridad también es no saber dónde se va a vivir dentro de unas semanas; o cuándo se va a lograr un trabajo estable; o dónde conseguir el medicamento que se necesita y no se puede comprar; o dónde van a ir los hijos a la escuela; o el temor a que los hijos adolescentes puedan quedar sumergidos en la droga, porque es una oferta muy a mano; o depender de un comedor comunitario para que los chicos coman, etc.
Los medios de comunicación tienen un enorme poder, pueden hacer mucho bien, pueden ayudar y mucho a que los habitantes de estas barriadas sean integrados al todo de la Ciudad.
La cultura popular que se gesta en nuestras Villas permite la convivencia de distintas nacionalidades unidas por la fe cristiana, por el idioma y por una historia y un presente común. La multiculturalidad es una rica realidad cotidiana para quien comparte el barrio con gente de orígenes culturales diversos; por eso no hay que desestimar la presencia de hermanos nuestros por no ser nacidos en el país. “Si algo no ha de resultar “extraño” (= extranjero) a nuestra sensibilidad, es precisamente el extranjero. Estamos en un pueblo que a lo largo de su historia ha incorporado continuamente a extranjeros, que aportaban valores de sus propias culturas.” (5)
Obviamente puede ser que aparezca también alguna visión por así decirlo romántica, idealizada, de las Villas. Pero estos casos son los menos.
Como expresamos en ocasiones anteriores, hoy el desafío que nos presentan las Villas es la integración urbana.(6) Para nosotros es un concepto superador al de urbanización. Urbanización hace referencia a lo que la Ciudad le da o le puede aportar a la Villa. El concepto de integración urbana quiere proponer una ‘cultura del encuentro’ ya que también las Villas le aportan y le pueden aportar mucho al todo de la Ciudad.
Compartiendo la mirada desde la Villa proponemos algunos ejemplos:
La vivencia de una fe que genera historia, porque sabe que Dios quiere la felicidad de sus hijos aquí en la tierra, aunque estén llamados a la vida feliz del Cielo.(7)
El entramado de solidaridad que sabe hacerse cargo de situaciones de dolor y de deseos de vivir mejor.
La capacidad de fiesta aún en medio de dificultades, y a través de ella, la posibilidad de conservar las raíces culturales, es decir aquello recibido de los mayores.
La laboriosidad y el trabajo: muchos vecinos y vecinas de las Villas trabajan en la Ciudad, en la construcción, como personal doméstico, en el cuidado de personas, manejando el transporte público, en la recolección de residuos, en distintos servicios técnicos, etc. Y lo hacen con la ilusión de pasar del techo de chapa a la loza para poder cobijar a hijos y nietos
Para integrar es necesario un diálogo entre la cultura urbana y la cultura popular que se da en la Villa. Diálogo que por ser cultural es a la vez político y social. “¡Que hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo!” (8)
3) El Pueblo como sujeto de la historia. Sus anhelos y esperanzas
El padre Carlos Mugica tenía una concepción casi sagrada de lo que significa “ser pueblo”. Lo que hace que un pueblo sea un pueblo son sus aspiraciones comunes, el proyecto común que lo pone en marcha. Para nosotros el corazón del pueblo late en los pobres y pequeños, porque en sus anhelos más profundos siempre apuntan a lo esencial.
El corazón del pueblo pobre de la Villa, nos pide que lo ayudemos a cuidar su máxima riqueza que son sus hijos. Y este pedido no puede desoírse, sobre todo si tomamos conciencia que casi la mitad de los habitantes de la Villas son niños y adolescentes, ya que el 43% tiene menos de 17 años.
Se necesita entonces una conducción estratégica que tenga una mirada de conjunto de estas aspiraciones centrales y que pueda proyectarse en el tiempo de manera sostenida, trabajando con convicciones claras y con tenacidad. Acompañar procesos que construyan pueblo es darle prioridad al tiempo (9). Todo lo contrario a preocuparse por poseer espacios, desatando esas peleas que buscan el rédito político fácil. El único ‘rival’ a vencer es la exclusión social grave que hipoteca el futuro de los niños y adolescentes de las Villas, dejándolos a merced de los hijos de las tinieblas.
Sin ser técnicos, pero escuchando diariamente a los vecinos y vecinas de las villas, señalamos algunas prioridades:
Vivienda: muchas familias de las Villas viven hoy una situación de emergencia habitacional. Por otro lado en pocos años muchas familias se desdoblarán. Por eso es importante considerar a que proyectos destinar los terrenos que hay en la Ciudad, dando prioridad a las viviendas sociales.
Educación: dar a la educación todo, es un camino muy concreto si realmente queremos cuidar a los niños y adolescentes de nuestros barrios. Los comienzos de año son muy complicados a la hora de conseguir vacantes sobretodo para el nivel inicial y el primer grado. Por otro lado la escuela tiene que salir al barrio y motivar a esos adolescentes que la abandonaron a empezar nuevamente. Realmente este es un gran desafío.
Salud: Dice la sabiduría popular ‘Si falta la salud falta todo’. Nunca es mucho todo lo que se invierta en los hospitales y centros de salud cercanos a nuestros barrios en materia de prevención y de cuidado de la salud. Así como es necesario asegurar el ingreso de las ambulancias de emergencia cuando se las necesite.
Trabajo: No sólo se trata de asegurar la comida, sino que hay que dar trabajo, porque el trabajo expresa la dignidad de las personas, y es la herramienta clave para sacar de la exclusión. Hay muchos trabajadores que se agrupan en nuestros barrios en diferentes familias de oficios. Tal vez una ayuda valiosa pueda ser facilitar la conformación de cooperativas de trabajo. Pero sin lugar a dudas aquí tiene que aparecer con mucha más fuerza el mundo empresario apostando por los vecinos y vecinas de nuestros barrios. El exponente mayoritario de nuestras Villas es el trabajador que quiere sacar a su familia adelante.
Quisiéramos terminar recordando la meditación en la Villa del padre Carlos Mugica escrita en el año 1969.
“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años, tengan trece;
Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir, ellos no;
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor a las aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no;
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo.
Señor, yo puedo hacer una huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace una huelga con su hambre;
Señor, perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre”, y no luchar con todo para que rescaten su pan;
Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame;
Señor, sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir para ellos;
Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame.”
Que la Virgen de Luján, la Madre del Pueblo, nos inspire una fe auténtica como la del padre Carlos, una fe que quiera cambiar el mundo, y dejar algo mejor detrás de nuestro paso por esta vida cuando llegue la hora de la luz.
- Guillermo Torre, Martín Carrozza y Eduardo Drabble de la Villa 31.
- Lorenzo De Vedia, Carlos Olivero, y Juan Isasmendi de la Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
- Gustavo Carrara, Hernán Morelli y Nicolás Angellotti de la Villa 1-11-14.
- Franco Punturo, Sebastián Risso y Pedro Nicola de la Villa 20.
- Sebastián Sury y Damián Reynoso de la Villa 15.
- Pedro Baya Casal y Gastón Colombres de la Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo.
- Facundo Berretta y Matías De Martini de la Villa 19 y de la Villa 6.
- Enrique Evangelista y Juan Gabriel Arias de la Villa 26.
- Alejandro Seijo de la Villa Rodrigo Bueno.
- Rodrigo Valdez y Mario Miceli de la Villa Playón de Chacarita.
- Andrés Tocalini de la Villa los Piletones.
Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 11 de mayo de 2014.
Y aquel primer equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia le dio la siguiente interpretación: “La sangre del Padre Carlos –quien, pocos momentos antes, había bebido en el Altar de la Sangre de Cristo- corrió copiosamente, prolongando el sacrificio redentor de su Maestro y Señor. Jesucristo ya nos lo anunció: ‘Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si el mundo los odia, sepan que antes me ha odiado a mí’ (Jn. 15) (1).
A Mugica no le arrebataron la vida; su martirio, más que una sorpresa, fue la consecuencia de un modo de vivir. Una vida ofrendada por sus hermanos más pobres. Por eso tal vez el mejor camino para entender al padre Carlos sea amar a los pobres, tener amistad con ellos. La figura de Carlos Mugica nos interpela, como si nos preguntara: ¿Qué pasaría si te pusieras realmente del lado de los más pobres? ¿Qué pasaría si nos tomáramos en serio el programa del Evangelio de Jesús: ese camino que va desde los pobres a todos? ¿Qué pasaría si realmente nos cautivara “el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia”? (2).
El Papa Francisco nos recuerda que “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”(3) por eso, el martirio del padre Carlos se volvió un símbolo para todos nosotros. A la devoción creyente que le tenemos, se suma la luz que arroja su figura sobre todos los que luchan y trabajan por un mundo más justo y humano. Mugica como símbolo se dio casi espontáneamente, aconteció. Se convirtió en un icono de la lucha por la justicia social.
2) Cuarenta años después el desafío continúa.
Desde el Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia de Buenos Aires, celebramos una mayor conciencia de la sociedad con respecto a la realidad de las Villas. Pero todavía hay gran desconocimiento y por consiguiente algunos prejuicios permanecen.
En la época del padre Carlos Múgica y durante mucho tiempo después, el mundo de las Villas era negado y ocultado. Las Villas aparecían como un espacio verde en los mapas. La sociedad prácticamente las ignoraba. Casi nada de la Villa era noticia para los medios. El Estado estaba ausente. Más tarde, ante el crecimiento evidente de las barriadas, cobró auge el punterismo político, donde casi todo se cerraba dentro de la Villa, muchas veces a espaldas de los mismos vecinos.
Como decíamos, hoy en la sociedad hay más interés por lo que se vive en las Villas. Y empieza a aparecer mayor presencia territorial del Estado –tanto de la Ciudad como de la Nación-, aún cuando esa presencia es todavía insuficiente y no del todo articulada. Siempre está latente la tentación de confundir esta presencia del Estado (que es un derecho de todos) con el accionar voluntario de una ONG, o de reducirla a un espacio partidista.
Realmente es loable el trabajo territorial, que empieza por escuchar mucho y que busca pasar de lo que parece que los pobres necesitan a lo que ellos verdaderamente precisan. Como siempre las diferentes ideas y conceptos acerca de las Villas se tendrán que confrontar una y otra vez con la realidad. La idea se elabora, la realidad es.(4)
En la actualidad los medios de comunicación hablan de las Villas, pero muchas veces desde la lejanía, con un tratamiento de las noticias que estigmatiza. Es así que alguna vez hemos escuchado frente a un hecho de inseguridad, la pregunta desde el estudio de televisión al periodista: ‘¿Hay alguna Villa cerca?’. Se asocia sin más a las personas que sufren la pobreza con el delito. Pero no tendríamos que olvidar que los vecinos y vecinas de las Villas tienen una vivencia más profunda de la inseguridad. Inseguridad también es no saber dónde se va a vivir dentro de unas semanas; o cuándo se va a lograr un trabajo estable; o dónde conseguir el medicamento que se necesita y no se puede comprar; o dónde van a ir los hijos a la escuela; o el temor a que los hijos adolescentes puedan quedar sumergidos en la droga, porque es una oferta muy a mano; o depender de un comedor comunitario para que los chicos coman, etc.
Los medios de comunicación tienen un enorme poder, pueden hacer mucho bien, pueden ayudar y mucho a que los habitantes de estas barriadas sean integrados al todo de la Ciudad.
La cultura popular que se gesta en nuestras Villas permite la convivencia de distintas nacionalidades unidas por la fe cristiana, por el idioma y por una historia y un presente común. La multiculturalidad es una rica realidad cotidiana para quien comparte el barrio con gente de orígenes culturales diversos; por eso no hay que desestimar la presencia de hermanos nuestros por no ser nacidos en el país. “Si algo no ha de resultar “extraño” (= extranjero) a nuestra sensibilidad, es precisamente el extranjero. Estamos en un pueblo que a lo largo de su historia ha incorporado continuamente a extranjeros, que aportaban valores de sus propias culturas.” (5)
Obviamente puede ser que aparezca también alguna visión por así decirlo romántica, idealizada, de las Villas. Pero estos casos son los menos.
Como expresamos en ocasiones anteriores, hoy el desafío que nos presentan las Villas es la integración urbana.(6) Para nosotros es un concepto superador al de urbanización. Urbanización hace referencia a lo que la Ciudad le da o le puede aportar a la Villa. El concepto de integración urbana quiere proponer una ‘cultura del encuentro’ ya que también las Villas le aportan y le pueden aportar mucho al todo de la Ciudad.
Compartiendo la mirada desde la Villa proponemos algunos ejemplos:
La vivencia de una fe que genera historia, porque sabe que Dios quiere la felicidad de sus hijos aquí en la tierra, aunque estén llamados a la vida feliz del Cielo.(7)
El entramado de solidaridad que sabe hacerse cargo de situaciones de dolor y de deseos de vivir mejor.
La capacidad de fiesta aún en medio de dificultades, y a través de ella, la posibilidad de conservar las raíces culturales, es decir aquello recibido de los mayores.
La laboriosidad y el trabajo: muchos vecinos y vecinas de las Villas trabajan en la Ciudad, en la construcción, como personal doméstico, en el cuidado de personas, manejando el transporte público, en la recolección de residuos, en distintos servicios técnicos, etc. Y lo hacen con la ilusión de pasar del techo de chapa a la loza para poder cobijar a hijos y nietos
Para integrar es necesario un diálogo entre la cultura urbana y la cultura popular que se da en la Villa. Diálogo que por ser cultural es a la vez político y social. “¡Que hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo!” (8)
3) El Pueblo como sujeto de la historia. Sus anhelos y esperanzas
El padre Carlos Mugica tenía una concepción casi sagrada de lo que significa “ser pueblo”. Lo que hace que un pueblo sea un pueblo son sus aspiraciones comunes, el proyecto común que lo pone en marcha. Para nosotros el corazón del pueblo late en los pobres y pequeños, porque en sus anhelos más profundos siempre apuntan a lo esencial.
El corazón del pueblo pobre de la Villa, nos pide que lo ayudemos a cuidar su máxima riqueza que son sus hijos. Y este pedido no puede desoírse, sobre todo si tomamos conciencia que casi la mitad de los habitantes de la Villas son niños y adolescentes, ya que el 43% tiene menos de 17 años.
Se necesita entonces una conducción estratégica que tenga una mirada de conjunto de estas aspiraciones centrales y que pueda proyectarse en el tiempo de manera sostenida, trabajando con convicciones claras y con tenacidad. Acompañar procesos que construyan pueblo es darle prioridad al tiempo (9). Todo lo contrario a preocuparse por poseer espacios, desatando esas peleas que buscan el rédito político fácil. El único ‘rival’ a vencer es la exclusión social grave que hipoteca el futuro de los niños y adolescentes de las Villas, dejándolos a merced de los hijos de las tinieblas.
Sin ser técnicos, pero escuchando diariamente a los vecinos y vecinas de las villas, señalamos algunas prioridades:
Vivienda: muchas familias de las Villas viven hoy una situación de emergencia habitacional. Por otro lado en pocos años muchas familias se desdoblarán. Por eso es importante considerar a que proyectos destinar los terrenos que hay en la Ciudad, dando prioridad a las viviendas sociales.
Educación: dar a la educación todo, es un camino muy concreto si realmente queremos cuidar a los niños y adolescentes de nuestros barrios. Los comienzos de año son muy complicados a la hora de conseguir vacantes sobretodo para el nivel inicial y el primer grado. Por otro lado la escuela tiene que salir al barrio y motivar a esos adolescentes que la abandonaron a empezar nuevamente. Realmente este es un gran desafío.
Salud: Dice la sabiduría popular ‘Si falta la salud falta todo’. Nunca es mucho todo lo que se invierta en los hospitales y centros de salud cercanos a nuestros barrios en materia de prevención y de cuidado de la salud. Así como es necesario asegurar el ingreso de las ambulancias de emergencia cuando se las necesite.
Trabajo: No sólo se trata de asegurar la comida, sino que hay que dar trabajo, porque el trabajo expresa la dignidad de las personas, y es la herramienta clave para sacar de la exclusión. Hay muchos trabajadores que se agrupan en nuestros barrios en diferentes familias de oficios. Tal vez una ayuda valiosa pueda ser facilitar la conformación de cooperativas de trabajo. Pero sin lugar a dudas aquí tiene que aparecer con mucha más fuerza el mundo empresario apostando por los vecinos y vecinas de nuestros barrios. El exponente mayoritario de nuestras Villas es el trabajador que quiere sacar a su familia adelante.
Quisiéramos terminar recordando la meditación en la Villa del padre Carlos Mugica escrita en el año 1969.
“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecen tener ocho años, tengan trece;
Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por el barro; yo me puedo ir, ellos no;
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor a las aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no;
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo.
Señor, yo puedo hacer una huelga de hambre y ellos no: porque nadie hace una huelga con su hambre;
Señor, perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre”, y no luchar con todo para que rescaten su pan;
Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame;
Señor, sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir para ellos;
Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz. Ayúdame.”
Que la Virgen de Luján, la Madre del Pueblo, nos inspire una fe auténtica como la del padre Carlos, una fe que quiera cambiar el mundo, y dejar algo mejor detrás de nuestro paso por esta vida cuando llegue la hora de la luz.
- Guillermo Torre, Martín Carrozza y Eduardo Drabble de la Villa 31.
- Lorenzo De Vedia, Carlos Olivero, y Juan Isasmendi de la Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
- Gustavo Carrara, Hernán Morelli y Nicolás Angellotti de la Villa 1-11-14.
- Franco Punturo, Sebastián Risso y Pedro Nicola de la Villa 20.
- Sebastián Sury y Damián Reynoso de la Villa 15.
- Pedro Baya Casal y Gastón Colombres de la Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo.
- Facundo Berretta y Matías De Martini de la Villa 19 y de la Villa 6.
- Enrique Evangelista y Juan Gabriel Arias de la Villa 26.
- Alejandro Seijo de la Villa Rodrigo Bueno.
- Rodrigo Valdez y Mario Miceli de la Villa Playón de Chacarita.
- Andrés Tocalini de la Villa los Piletones.
Equipo de Sacerdotes para las Villas de Emergencia
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 11 de mayo de 2014.