Por Sergio Urribarri
Encrucijada
Es habitual que en las instancias de recambio institucional y la vorágine de la coyuntura, las agendas –a veces infectadas de intereses que no son los del común del pueblo argentino– tiendan a poner en un segundo plano las verdaderas opciones que tienen los ciudadanos ante la responsabilidad de elegir gobiernos.
17.06.2014 | 07:55
Se agrega una prédica para hacer de la política y de la elección de 2015 una especie de instancia light de la democracia. A ello se llega cuando los candidatos escapan a definiciones de fondo, cuando ponen énfasis excesivo en la formación de imagen o cuando se montan en los temas de coyuntura para llamar la atención.
Lo cierto es que si vamos a los asuntos realmente trascendentes para el país vemos que la Argentina está en una encrucijada: seguir el camino de afianzar la independencia económica, apostar al proceso de reindustrialización y de inclusión social, o volver a una política neoliberal de desindustrialización, de apreciación cambiaria que pone énfasis en la producción en materias primas, que concentra riqueza en pocas manos con sus secuelas de exclusión social.Eso es lo que está en juego en 2015.
Quienes acompañamos este proyecto político, creemos que hay una enorme oportunidad de crecer mejorando la distribución de la riqueza y la competitividad de la industria argentina, atrayendo inversiones para poner en marcha nuestros propios recursos energéticos que nos lleven más rápido al autoabastecimiento, con una agresiva política exportadora de nuestros productos y un mayor crecimiento del campo con tecnología e innovación. Los que creemos en este modelo pensamos que siempre es posible una política activa que compense las deficiencias del mercado o las fallas estructurales de la economía a favor de la equidad social en todo el territorio nacional.
Pero hay otros que apuestan a un modelo de endeudamiento indiscriminado, que proponen volver a una economía primarizada que derive en el cierre de fuentes de trabajo como resultado de las determinaciones inexorables del mercado.
En la primera alternativa, el poder se expande, los empoderados son los ciudadanos, los que producen. Por eso se fortalece la democracia. En la segunda, el poder se concentra en unos pocos que deciden el futuro de todos pero con centro en sus propios intereses, por lo que la democracia se debilita.
Esa es la verdadera encrucijada de la Argentina sobre la cual el pueblo debería tomar nota y los aspirantes a la Presidencia de la Nación, en lugar de esquivarla, deberían pronunciarse sobre ella.
Lo que equivale a definirse públicamente acerca de las principales herramientas y políticas públicas puestas en marcha estos años. Es simbólicamente imprescindible que los candidatos que participemos en las PASO por el Frente para la Victoria suscribamos un compromiso de respeto a las políticas y al espíritu de este proyecto que, desde el abismo de 2003, nos ha traído hasta aquí y que mantengamos un diálogo abierto, permanente y sincero respecto de esos asuntos tan importantes para el futuro de la Nación.
Y no es que se quiera hablar todo el tiempo de nuestros logros de inclusión social, crecimiento sostenido, políticas activas de Estado. Tampoco se pretende que todo el mundo esté de acuerdo con lo que se ha hecho aunque sí todos disfruten de los beneficios de diez años seguidos de crecimiento.
Pero sí resalto que es responsabilidad de todos sostener firme esta plataforma sobre la cual podemos seguir creciendo y avanzando ya que, definitivamente, es la plataforma del nuevo futuro que tiene nuestra Argentina. Y el que no esté de acuerdo que lo diga claramente.
Lo cierto es que si vamos a los asuntos realmente trascendentes para el país vemos que la Argentina está en una encrucijada: seguir el camino de afianzar la independencia económica, apostar al proceso de reindustrialización y de inclusión social, o volver a una política neoliberal de desindustrialización, de apreciación cambiaria que pone énfasis en la producción en materias primas, que concentra riqueza en pocas manos con sus secuelas de exclusión social.Eso es lo que está en juego en 2015.
Quienes acompañamos este proyecto político, creemos que hay una enorme oportunidad de crecer mejorando la distribución de la riqueza y la competitividad de la industria argentina, atrayendo inversiones para poner en marcha nuestros propios recursos energéticos que nos lleven más rápido al autoabastecimiento, con una agresiva política exportadora de nuestros productos y un mayor crecimiento del campo con tecnología e innovación. Los que creemos en este modelo pensamos que siempre es posible una política activa que compense las deficiencias del mercado o las fallas estructurales de la economía a favor de la equidad social en todo el territorio nacional.
Pero hay otros que apuestan a un modelo de endeudamiento indiscriminado, que proponen volver a una economía primarizada que derive en el cierre de fuentes de trabajo como resultado de las determinaciones inexorables del mercado.
En la primera alternativa, el poder se expande, los empoderados son los ciudadanos, los que producen. Por eso se fortalece la democracia. En la segunda, el poder se concentra en unos pocos que deciden el futuro de todos pero con centro en sus propios intereses, por lo que la democracia se debilita.
Esa es la verdadera encrucijada de la Argentina sobre la cual el pueblo debería tomar nota y los aspirantes a la Presidencia de la Nación, en lugar de esquivarla, deberían pronunciarse sobre ella.
Lo que equivale a definirse públicamente acerca de las principales herramientas y políticas públicas puestas en marcha estos años. Es simbólicamente imprescindible que los candidatos que participemos en las PASO por el Frente para la Victoria suscribamos un compromiso de respeto a las políticas y al espíritu de este proyecto que, desde el abismo de 2003, nos ha traído hasta aquí y que mantengamos un diálogo abierto, permanente y sincero respecto de esos asuntos tan importantes para el futuro de la Nación.
Y no es que se quiera hablar todo el tiempo de nuestros logros de inclusión social, crecimiento sostenido, políticas activas de Estado. Tampoco se pretende que todo el mundo esté de acuerdo con lo que se ha hecho aunque sí todos disfruten de los beneficios de diez años seguidos de crecimiento.
Pero sí resalto que es responsabilidad de todos sostener firme esta plataforma sobre la cual podemos seguir creciendo y avanzando ya que, definitivamente, es la plataforma del nuevo futuro que tiene nuestra Argentina. Y el que no esté de acuerdo que lo diga claramente.