Perón, a 40 años de su fallecimiento
El soldado que lloró ante el paso del féretro: "Sargentos lagrimeaban, tenientes lagrimeaban"
El ex conscripto que se convirtió en ícono del llanto popular a Perón reconstruye las vivencias de un día histórico. "Todos estábamos conmovidos. Con tristeza, con alguna lágrima. Después, cuando se acercó, ahí estallé", recordó.
01.07.2014 | 08:21
No fue fácil encontrar a Roberto Vassie. Prefiere el bajo perfil a las entrevistas y los flashes. Sin embargo, la foto que Ki Chul Bae le tomó el 2 julio de 1974 para la revista Gente cuando era un conscripto de 20 años pegó la vuelta al mundo y le dio una fama que no buscó. El primer plano retrataba la expresión de dolor de su rostro envuelto en lágrimas ante el paso del féretro con los restos mortales del ex presidente Juan Domingo Perón.
Desde entonces, se lo conoció como "el soldado que lloró a Perón", y, hasta 2006, averiguar la identidad del uniformado de la foto fue un misterio. Ese año, Néstor Kirchner pidió al Ejército y a sus colaboradores encontrarlo para invitarlo a participar del traslado de los restos de Perón desde el cementerio de la Chacarita hasta el mausoleo de San Vicente, en la provincia de Buenos Aires. Lo encontraron, y Vassie se dio el gusto de conocer a Kirchner en la Casa de Gobierno. Entonces acompañó por segunda vez los restos de quien fuera tres veces presidente argentino. Durante los largos años de silencio, Vassie estudió Economía en la Universidad de Belgrano, y se ganó la vida de mil formas.
"Fui lavacopas en el Hospital Italiano, vendí libros, anteojos, trabajé en una fábrica de bicicletas, fui subgerente de créditos de una empresa a los 23 años", enumera. Con 60 años, divorciado, sin hijos, actualmente trabaja en el área contable de una dependencia estatal.
"Te doy la nota porque se cumplen 40 años, me pareció una buena ocasión, ¿por qué no? Yo soy así, visceral", dice mientras toma un café en un bar junto a la estación de Saavedra, el barrio donde nació y vive actualmente. Habla rápido, y estudia los gestos de su interlocutor con sus ojos azules, que se empiezan a humedecer cuando recuerda aquel 1 de julio lluvioso de 1974, en la Compañía de Ingenieros 10, con asiento en Pablo Podestá, donde cumplía el servicio militar.
"Estábamos debajo de un árbol, en el descanso, y escuchamos la noticia por radio. A mí me dolío mucho, una emoción tremenda. Y viene la orden de que hay que hacer una guardia de honor mientras pasaba el General. Bueno, tipo tres de la mañana, nos pusimos ropa nueva y subimos a los camiones. Ese día garuaba. Había una garúa. Y ya nos pusieron, temprano, al costado de la avenida (de Mayo). La gente nos traía café, cosas, era emocionante. Yo estaba muy triste. Sabía que mi viejo me andaba buscando, porque él estaba enterado que iba a ir.
Bueno, si me emociono mala suerte (los ojos se le humedecen, pero se sobrepone y continúa). Si te emocionaste hace 40 años, ahora también te tenés que emocionar. Es la lógica, ¿no? Estuvimos hasta el momento que venía (el cortejo fúnebre). Se sentían los cascos de los caballos. Y (el grito ) "Perón, Perón". Era una cosa que te conmovía todo. Todos estábamos conmovidos. Con tristeza, con alguna lágrima. Después, cuando se acercó, ahí estallé. Justo fue cuando sacó la foto este muchacho. Vi a la gente venir, di vuelta el fusil y puse la bayoneta entre las piernas, por las dudas, y me quedé así (se muestra erguido en la silla). La gente pasaba y te acariciaba, te besaba. Yo pensaba, tantos líos que hubo en Plaza de Mayo cuando subió (el ex presidente Héctor J.) Cámpora, que yo también estuve, y mirá ahora cómo está el pueblo. Somos todos peronistas. Es real. Sargentos lagrimeaban, tenientes lagrimeaban, había mucha gente que estaba conmovida. Mientras sentía eso venía pensando, o reflexionando, que lo que también iba a pasar era lo que pasó: se nos va el Viejo, y vamos a tener problemas de nuevo. ¿Viste cuando sentís y presentís algo? Él era el que contenía y armaba todo. Se va a ir el Viejo, y vamos a tener problemas. Tres años, y se acabó todo de nuevo
Después volvimos. Fue un día de dolor. Para mí fue un orgullo haberlo visto pasar, y sentir el cariño de la gente, que te acariciaba, te besaba. Fue algo muy emocionante. Para un peronista, es lo más. Y después, nada. Volvimos al cuartel. Eso fue todo lo que pude vivir ese día, ese momento que fue emocionante. Y haber quedado retratado de casualidad, porque pudo haber sido la foto de cualquiera."
Vassie proviene de familia peronista. "Mis viejos fueron al velorio cuando murió Evita", destaca. Cuenta que su padre, Hamilton Vassie, trabajó y se jubiló en el Sindicato Luz y Fuerza. "Mi viejo le tiró piedras a los aviones", rememora, en relación al bombardeo antiperonista en Plaza de Mayo que culminó con el derrocamiento de Perón en 1955. Su papá falleció en 2001, y Vassie lamenta que no haya estado para compartir la otra gran emoción que vivió, el traslado de los restos de Perón a San Vicente. "Si hubiese estado mi viejo habría sido la gloria de mi vida, no pedía más nada… siempre fui peronista", resume. Es una definición que supera ampliamente lo político para ser una marca de identidad.
–¿Qué reflexión hace hoy, a 40 años del fallecimiento de Perón, de las vivencias de aquel día?
–Te digo lo que yo sentí ese día: que perdíamos al líder, y que el país iba a perder muchas cosas. Y que se había perdido una buena oportunidad que teníamos de reconciliación, de crecimiento. No había tanta deuda, había mucha unión. Y después fue más de lo mismo. Pero yo soy optimista: tuve una esperanza con Alfonsín, y ahora una esperanza con este movimiento, sobre todo con la juventud.
Desde entonces, se lo conoció como "el soldado que lloró a Perón", y, hasta 2006, averiguar la identidad del uniformado de la foto fue un misterio. Ese año, Néstor Kirchner pidió al Ejército y a sus colaboradores encontrarlo para invitarlo a participar del traslado de los restos de Perón desde el cementerio de la Chacarita hasta el mausoleo de San Vicente, en la provincia de Buenos Aires. Lo encontraron, y Vassie se dio el gusto de conocer a Kirchner en la Casa de Gobierno. Entonces acompañó por segunda vez los restos de quien fuera tres veces presidente argentino. Durante los largos años de silencio, Vassie estudió Economía en la Universidad de Belgrano, y se ganó la vida de mil formas.
"Fui lavacopas en el Hospital Italiano, vendí libros, anteojos, trabajé en una fábrica de bicicletas, fui subgerente de créditos de una empresa a los 23 años", enumera. Con 60 años, divorciado, sin hijos, actualmente trabaja en el área contable de una dependencia estatal.
"Te doy la nota porque se cumplen 40 años, me pareció una buena ocasión, ¿por qué no? Yo soy así, visceral", dice mientras toma un café en un bar junto a la estación de Saavedra, el barrio donde nació y vive actualmente. Habla rápido, y estudia los gestos de su interlocutor con sus ojos azules, que se empiezan a humedecer cuando recuerda aquel 1 de julio lluvioso de 1974, en la Compañía de Ingenieros 10, con asiento en Pablo Podestá, donde cumplía el servicio militar.
"Estábamos debajo de un árbol, en el descanso, y escuchamos la noticia por radio. A mí me dolío mucho, una emoción tremenda. Y viene la orden de que hay que hacer una guardia de honor mientras pasaba el General. Bueno, tipo tres de la mañana, nos pusimos ropa nueva y subimos a los camiones. Ese día garuaba. Había una garúa. Y ya nos pusieron, temprano, al costado de la avenida (de Mayo). La gente nos traía café, cosas, era emocionante. Yo estaba muy triste. Sabía que mi viejo me andaba buscando, porque él estaba enterado que iba a ir.
Bueno, si me emociono mala suerte (los ojos se le humedecen, pero se sobrepone y continúa). Si te emocionaste hace 40 años, ahora también te tenés que emocionar. Es la lógica, ¿no? Estuvimos hasta el momento que venía (el cortejo fúnebre). Se sentían los cascos de los caballos. Y (el grito ) "Perón, Perón". Era una cosa que te conmovía todo. Todos estábamos conmovidos. Con tristeza, con alguna lágrima. Después, cuando se acercó, ahí estallé. Justo fue cuando sacó la foto este muchacho. Vi a la gente venir, di vuelta el fusil y puse la bayoneta entre las piernas, por las dudas, y me quedé así (se muestra erguido en la silla). La gente pasaba y te acariciaba, te besaba. Yo pensaba, tantos líos que hubo en Plaza de Mayo cuando subió (el ex presidente Héctor J.) Cámpora, que yo también estuve, y mirá ahora cómo está el pueblo. Somos todos peronistas. Es real. Sargentos lagrimeaban, tenientes lagrimeaban, había mucha gente que estaba conmovida. Mientras sentía eso venía pensando, o reflexionando, que lo que también iba a pasar era lo que pasó: se nos va el Viejo, y vamos a tener problemas de nuevo. ¿Viste cuando sentís y presentís algo? Él era el que contenía y armaba todo. Se va a ir el Viejo, y vamos a tener problemas. Tres años, y se acabó todo de nuevo
Después volvimos. Fue un día de dolor. Para mí fue un orgullo haberlo visto pasar, y sentir el cariño de la gente, que te acariciaba, te besaba. Fue algo muy emocionante. Para un peronista, es lo más. Y después, nada. Volvimos al cuartel. Eso fue todo lo que pude vivir ese día, ese momento que fue emocionante. Y haber quedado retratado de casualidad, porque pudo haber sido la foto de cualquiera."
Vassie proviene de familia peronista. "Mis viejos fueron al velorio cuando murió Evita", destaca. Cuenta que su padre, Hamilton Vassie, trabajó y se jubiló en el Sindicato Luz y Fuerza. "Mi viejo le tiró piedras a los aviones", rememora, en relación al bombardeo antiperonista en Plaza de Mayo que culminó con el derrocamiento de Perón en 1955. Su papá falleció en 2001, y Vassie lamenta que no haya estado para compartir la otra gran emoción que vivió, el traslado de los restos de Perón a San Vicente. "Si hubiese estado mi viejo habría sido la gloria de mi vida, no pedía más nada… siempre fui peronista", resume. Es una definición que supera ampliamente lo político para ser una marca de identidad.
–¿Qué reflexión hace hoy, a 40 años del fallecimiento de Perón, de las vivencias de aquel día?
–Te digo lo que yo sentí ese día: que perdíamos al líder, y que el país iba a perder muchas cosas. Y que se había perdido una buena oportunidad que teníamos de reconciliación, de crecimiento. No había tanta deuda, había mucha unión. Y después fue más de lo mismo. Pero yo soy optimista: tuve una esperanza con Alfonsín, y ahora una esperanza con este movimiento, sobre todo con la juventud.
Fuente: Tiempo Argentino