Por Lisandro Viale

El que se quema con leche ve a Cotapa y llora

 Pocos años atrás, el gobernador Sergio Urribarri aseguraba, al crear Cotapa SAPEM: “Nos planteamos este desafío porque soñamos una provincia distinta y uno de los emblemas para alcanzar ese sueño era Cotapa, que tiene todo para ser una empresa rentable generando beneficios sociales a trabajadores y productores”. También dijo que no había que perder “el tren de esta oportunidad inédita de crecimiento sostenido en el mercado interno y atender la tremenda demanda del mercado internacional”. Si la empresa tenía todo para ser rentable, si la oportunidad era inmejorable, entonces está claro que el fracaso es atribuible a esta gestión. No es que faltaron fondos: el Estado provincial apostó fuerte, ya que además de aportar capital compensando deudas al Estado, subsidió a la naciente empresa con 4,5 millones de pesos, y consiguió otros 6 millones de la Nación, para “inversiones en tecnología y mejoras edilicias”.
08.08.2014 | 17:13
Una de las cosas que sucede en Entre Ríos es que las gestiones justicialistas jamás intentan lo que dispone la Constitución Entrerriana, lo que mandan los principios rectores de nuestra ley vigente, y en cambio recurren al “Manual del Gobernante Populista”. Ese manual es el Reino del Según. Manda estatizar y privatizar, privatizar y estatizar. Según lo que convenga, según el contexto, según los aires que corran, según el lado hacia el que gire la veleta.

Lo que este gobierno nunca intentó fue hacer otro tipo de apuesta, más cercana, por ejemplo, a lo que manda la Constitución Provincial, en su artículo 76. Sería bueno que lo releyera nuestro Gobernador, pues este artículo es novedoso casi en su totalidad, y ha sido presentado frecuentemente como uno de los avances constitucionales plasmados en 2008 en Entre Ríos: allí se ordena al Estado “estimular la tendencia cooperativista, mutualista, asociativista, y la conformación de empresas de la economía social, basadas en los principios del bien común y en la gestión solidaria”.

Además se le ordena “proteger las organizaciones de ese carácter” pero debe hacerlo “garantizando su naturaleza y finalidad”, por ejemplo “controlando que las cooperativas de trabajo sean fuente de empleo decente”, y también indica que “en las licitaciones y concesiones de servicios públicos que realice el Estado, en igualdad de condiciones, serán preferidas estas organizaciones”. Por si todo esto fuera poco, también obliga al Estado a “alentar la propiedad y gestión cooperativa de empresas por sus trabajadores”, a “brindar tratamiento impositivo adecuado a su naturaleza”, y permite “concederles exenciones fiscales a las que colaboren con el desarrollo de la Provincia”.

Pero tanto en el caso de Cotapa como del Frigorífico San José, ni siquiera se intentó una solución diferente. La creación de estas dos “sociedades anónimas con participación estatal mayoritaria” participación que ahora se pone en venta, muestra nuevamente a qué nos referimos cuando decimos con dolor, que estos diez años han sido de oportunidades perdidas. Y que paga, más tarde o más temprano, toda la sociedad entrerriana. Es evidente que el objetivo con el que se crearon estas dos SAPEM no era convertirlas en empresas rentables y luego vender las acciones.

El gobierno provincial, que contó con unos cien millones de pesos en estos dos intentos, no supo hacerlos funcionar. Y hoy ni siquiera explica qué sucedió, del mismo modo que no brinda informes acerca de qué criterios se utilizaron para inyectar 5,5 millones de pesos en forma de créditos blandos a una empresa sospechada que terminó convertida en un símbolo más de la corrupción y la ineptitud en la función pública en la Argentina, incorporando incluso un neologismo: “cosetrucha”. No obstante, no hay ningún funcionario imputado por este escándalo. La fórmula “que Dios y la Patria lo demanden” es muy efectiva, dado que hasta el momento, ni Dios ni la Patria han demostrado poseer fiscales o jueces que los defiendan eficazmente.

Un periodista avezado y coherente que tiene la entrerrianía como lo es Mario Alarcón Muñiz, sintetizó el asunto Cotapa con lucidez: “El gobierno intentó solucionar el problema, pero equivocó el camino. Nunca entendió que al cooperativismo no le cuadran las soluciones capitalistas y convirtió la cooperativa en sociedad anónima. Se le advirtió más de una vez que la cooperativa es una sociedad de personas y la S.A. es una sociedad de capitales. No obstante, siguió adelante y se incorporó el Estado con el 56%”.

Y en un sentido similar, un veterano dirigente, de los que más han luchado por el cooperativismo y la producción, el eminente Pedro Aguer, autor del libro El poder de la solidaridad. Compendio de cooperativismo militante, en una eficaz pero desoladora síntesis planteó que: “Cotapa dejó de ser hace ya mucho tiempo. Cuando fue una cooperativa produjo una revolución en la vida de los tamberos y sus familias en la Provincia. Pero no se la quiso rescatar con ese carácter y transmutó, ante el silencio cómplice de la dirigencia del sector, y de la indiferencia de los asociados, en Sociedad Anónima. Vaya uno a saber en qué terminará. Ahora mandan las acciones, no los asociados. Pero ahí andan los funcionarios de la destrucción poniéndole el nombre de política de Estado a estos engendros de la ineptitud o de la desvergüenza”.

La discusión pendiente es acerca del futuro de nuestra provincia y, sobre todo, qué campo queremos en Entre Ríos y la Argentina: no vamos a cansarnos de insistir en que la opción es entre tierras pobladas con miles de productores o un desierto verde. Pueblos con su economía agonizando y ciudades cada vez más congestionadas de habitantes que migran allí para encontrar un mejor futuro, o un territorio integrado y en desarrollo. Hay que dejar de lado las improvisaciones, y empezar a generar ámbitos participativos en los cuales delinear propuestas para cada sector.

El autor es diputado provincial por el PS
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