Última entrevista al uruguayo Cardozo, por Leandro Dupin
"En seguida uno se pregunta ¿por qué me tocó a mí? Inmediatamente me respondo ¿y por qué no?"
Carlos llegó solo, eso creía yo, que era quien lo esperaba, pero inmediatamente me di cuenta de que no. Venían con él sus amigos, sus noches, sus canciones, su gente.
19.10.2014 | 10:52
Por Leandro Dupin
Traía consigo ritmo de candombes, retiradas murgueras, susurro de viento, sonidos del rio, atardeceres y paisajes, interminables noches, mística y bohemia.
- A vos te conocen a ambos lados del río por tu trabajo en los medios, primero en el Uruguay y luego en la Argentina, pero quién es Carlos Ariel González Cardozo.
“Una fácil”, dijo y sonrió. "Arranco por la gran pasión que es el periodismo particularmente la radio.
Después un tipo común, muy pasional, que ha descubierto una cantidad de amigos que estaban ahí pero que a lo mejor no los sabía ver, eso a esta altura de las cosas."
"Tengo muchos y muy gratos recuerdos de la infancia. Aunque dicen que uno a las cosas de la infancia las amplifica pero creo que en este sentido soy bastante objetivo. Las viví como hoy los gurises no creo que las vivan, dándote tiempo para disfrutar las cosas de la infancia. En este caso los de mi generación tuvimos la posibilidad de vivir una infancia muy linda que nos ha evitado por ejemplo tener rencores con la vida y con la gente que se ha portado mal."
Carlos se queda ahí en ese lugar del tiempo al que solo él puede volver. "Yo nací en Young, una población muy chiquita, entonces muy lejos de lo que es hoy el reino de la soja. Luego sí, Paysandú."
Carlos se siente Sanducero, es ahí donde aparecen los cimientos de una adolescencia y una juventud que disfrutó muchísimo. El básquet y el fútbol ocupaban la mayor parte de su vida y comenzaban los tironeos con la radio y aparentemente ganó la radio, lejos…
- ¿Y qué es la radio para vos?
"Es una forma de vida. La radio es poder comunicar una cantidad de cosas que uno lleva dentro y nos da una posibilidad enorme que en general la gente no tiene, que es acceder a los acontecimientos, a los personajes, estar dentro de las historias. Uno se da cuenta con el tiempo de que está formando parte de la historia o por lo menos es testigo de primera línea de lo que está pasando y lo puede transmitir .Eso para el que ha vivido la radio."
Carlos hace una pausa, toma un trago de la copa y se queda ahí mirando hacia adentro. Como buscando fotos en añosos álbumes cargados de imágenes, rememorando palabras y sonidos que llegan al encuentro de nuestra cita.
"La familia es fundamental. Quizás uno no sabe manejar los tiempos, y la profesión entra en colisión con los intereses familiares. Muchas veces en la opción uno no se da cuenta de que está relegando cosas y generalmente va relegando la familia. Sobre todo en el periodismo,el acontecimiento está pasando y vos no podes pedir o pretender que esto se posponga hasta mañana porque yo tengo un cumpleaños en la familia. Es ahí cuando la vida te coloca frente a la disyuntiva.
"Y uno lo paga también. La famosa frase de que todo no se puede, es así. Sin embargo, la profesión te va resarciendo de las pérdidas que se puedan tener.
En esta profesión no hay un día igual al otro, en realidad en la vida no hay un día igual al otro.
Carlos se queda pensativo, acomoda su garganta, describe el campito, el barrio, los amigos de la infancia. Me ubica en el tiempo, describe su Uruguay, las costumbres, la situación política que también fue complicada como en casi todos los países de Latinoamérica."
Sus palabras son como cuadros de paisajes, sus palabras son imágenes. Carlos sigue contando
"Fíjate como se parecen los paisajes de un lado y del otro. El olor a tierra mojada todavía lo huelo, carnavales de la infancia donde los disfraces tenían otras dimensiones. El repique de las murgas o de los tamboriles que te van llenando de cosas.
Paysandú es una hermosísima ciudad. Fue las primeras rabonas, el fin de la primaria, el conocimiento de aquella barra de la esquina donde la ingenuidad era una constante, sobre todo en los varones, donde había otras cosas en qué pensar, el deporte en general. Una ciudad que estaba en plena ebullición con muchas industrias pero que mantenía, pese a su crecimiento, esa ingenuidad de pueblo grande y ahí nacen las amistades que aún hoy se recuerdan, los primeros escarceos con la profesión entre otras cosas."
Las imágenes se liberan, buscan naturalmente el aire y se vuelven palabras, cables, bandejas de discos, micrófonos, grabadores, noticias, voces y sonidos.
En el invierno de 1963 llegó a ese mágico lugar del que nunca más se podría apartar, la radio.
Desembarcó en CW35 Radio Paysandú después de que alguien le contó que allí podría tener una oportunidad.
"La prueba fue la lectura de un informativo. Cuando vi que al dueño de la radio lo llamaron para que escuchara la grabación, movía la cabeza de arriba a abajo. Me dije: `Estoy adentro´. Y desde ese momento hasta ahora no he parado, fue un momento muy importante para mí.
El camino fue largo. Idas y venidas, Montevideo, puerto, cuplés, retiradas, trabajo y dictadura.
Trabajé en el aeropuerto; no era justamente un piloto si no que hacía zanjas."
La risa interrumpe la charla. Carlos, cuenta que fue peón de albañil, hasta que se presenta a un casting en Saeta Televisión Canal 10 de Montevideo. "Recuerdo que cuando me citaron para la prueba jugaban Peñarol y River (aquella final de la Libertadores). Al final terminó ganando 4 a 2. Como consecuencia no pude hacer el casting, me dijeron que vuelva al otro día. Y, como buen hincha me fui a festejar como corresponde."
De golpe, el golpe. En el invierno de 1971 Carlos trabajaba junto a su esposa en la Asociación Cristiana de Jóvenes, vinculado a lo deportivo. "El ministro del Interior, creo que era Bolentini, mandó a hacer 50 o 60 allanamientos simultáneos, no recuerdo bien, pero uno de esos era el nuestro. El ruido de las botas no era virtual. Reventaron los enormes vidrios de la entrada y entraron. A las mujeres y los gurises los dejaron ir."
"De ahí nos llevaron, una noche con una helada terrible. Un plantón que significa estar con las piernas abiertas y las manos arriba apoyadas en el camión no sé cuantas horas y después a los calabozos.
No sufrimos lo que sufrieron muchos. Pero no es aconsejable estar aislado y sin saber lo que te puede llegar a pasar, sabiendo lo que estaba pasando en ese momento. Mi familia no tuvo noticias mía hasta una semana después, cuando nos liberaron."
Hambre, exilio, amigos, entregadores, dolor, la familia
"La crisis fue terrible. Íbamos a comer a lo del cura Pedro que era un Judas. Entregaba a la gente, enseñaba el evangelio pero era un Judas de esa época. Muchos compañeros cayeron por la delación de este sacerdote infame. Era parte de la dictadura, obviamente nosotros no sabíamos.
Decidimos viajar a la Argentina ese fue el pensamiento pero al pasar por Paysandú otra vez el ancla porque la tierra te tira y bueno ahí nos quedamos.
Cruzando el charco otra vez la radio, las miradas de un lado y del otro estaban puestas en los medios, es que el rio nos acerca, nos une.
Luego de un aniversario de LT 11 en la primavera de 1979 cuando el director Celso Villanueva, que como tantos otros argentinos miraba el canal 3 en el que yo trabajaba me propone venir. Tenía que hacer sólo los informativos. Eso duró una semana. Después terminé haciendo de todo.
En el verano del 79 al 80 seguía manteniendo el programa en el canal de Paysandú. Entonces iba y venía, iba y venía, en una moto honda Corvec 50. Me paraba en el puente que está frente a la Prefectura de Concepción a mirar las luces de Paysandú. Cuando estaba allá los fines de semana me paraba en avenida Soriano y Monte Caseros a mirar las luces de Concepción del Uruguay.
Como dijeran los chicos `tenía un mambo que no me lo podía sacar´. De a poco tuve que dejar de decir botija, caldera, championes, entre otros términos."
Ya entrada la madrugada, las anécdotas aparecían una a una, era como ir de un lugar a otro, llegaban los recuerdo de sus entrevistas, de sus tesoros, de sus logros. Alfredo Zitarrosa, Aníbal Sampayo, el Sabalero, Julia Elena Dávalos, Susana Jiménez, León Gieco, Nati Mistral, Alberto Cortez, Facundo Cabral, Alfredo Alcón y un sin número de entrevistas más.
Carlos es de esos tipos que no quiere olvidarse de nada y de nadie. Él siempre está pero se corre de la escena, es que ha entendido bien el oficio, es protagonista pero hace que los demás sean quienes brillen y sean el centro de atención. Aunque él sea realmente el que brilla. Prefiere que ese lugar lo ocupen sus amigos, sus compañeros, los entrevistados, otros, porque hablar de él es hablar de los otros.
Esa es la genuina forma de ser de un hombre que siempre está, en el lugar que hay que estar y a la hora que hay que estar. A veces por estar para los demás, se olvida de sí mismo.
Fue secretario de Gobierno de la municipalidad de Concepción del Uruguay, secretario del ministro de Economía de Entre Ríos, encargado de prensa en la campaña del doctor Laurito quien luego fue Intendente y Vicegobernador de la provincia y hoy ministro de Educación y Prevención de Adicciones.
Trabajó en diarios, revistas, semanarios, programas de radio y televisión. Hoy conduce un programa en la mañana de LT 11 AM 1560.
Inevitablemente le pregunto por su salud. Cuenta con naturalidad que le detectaron leucemia y dice que a medida que va conociendo la enfermedad le va perdiendo el miedo.
Carlos cuenta que es un desafío más que le presenta la vida. "En seguida uno se pregunta ¿por qué me tocó a mí? Inmediatamente me respondo ¿y porque no? Te tocó y tenés que afrontarlo, uno sabe que todo tiene un principio y un fin."
Casi con vergüenza le pregunto por las oportunidades, por su pasar económico, por la actualidad.
Como tantos tuve la oportunidad de estar pagando un departamento, una cuota de un auto, tener dos tarjetas de crédito y de repente no tener nada.
"Uno no prevé que va a venir una crisis como la del 2001 y de pronto se encuentra con que se quedó sin nada.Uno tiene que tomar decisiones éticas. Lo demás es pasar la línea. A mí me preguntan ¿cómo vos que estuviste con tal o cual no tenés nada? Y no, no tengo.
Uno tiene muchos otros privilegios que van más allá de lo económico. Prefiero sentarme en una mesa con mis amigos, que es mucho más que comer un churrasco , juntarme con los compañeros de trabajo, tomar mate en informativo, después de todo que es no tener nada."
La noche se ha hecho larga, más bien corta, me quedo sin preguntas, pues Carlos me robó las palabras. Apago el grabador, y seguimos tomando la penúltima copa de vino, rodeados de amigos, anécdotas y afectos que al decir de Carlos: “Son como la sangre, acuden a la herida sin que uno los llame”.
- A vos te conocen a ambos lados del río por tu trabajo en los medios, primero en el Uruguay y luego en la Argentina, pero quién es Carlos Ariel González Cardozo.
“Una fácil”, dijo y sonrió. "Arranco por la gran pasión que es el periodismo particularmente la radio.
Después un tipo común, muy pasional, que ha descubierto una cantidad de amigos que estaban ahí pero que a lo mejor no los sabía ver, eso a esta altura de las cosas."
"Tengo muchos y muy gratos recuerdos de la infancia. Aunque dicen que uno a las cosas de la infancia las amplifica pero creo que en este sentido soy bastante objetivo. Las viví como hoy los gurises no creo que las vivan, dándote tiempo para disfrutar las cosas de la infancia. En este caso los de mi generación tuvimos la posibilidad de vivir una infancia muy linda que nos ha evitado por ejemplo tener rencores con la vida y con la gente que se ha portado mal."
Carlos se queda ahí en ese lugar del tiempo al que solo él puede volver. "Yo nací en Young, una población muy chiquita, entonces muy lejos de lo que es hoy el reino de la soja. Luego sí, Paysandú."
Carlos se siente Sanducero, es ahí donde aparecen los cimientos de una adolescencia y una juventud que disfrutó muchísimo. El básquet y el fútbol ocupaban la mayor parte de su vida y comenzaban los tironeos con la radio y aparentemente ganó la radio, lejos…
- ¿Y qué es la radio para vos?
"Es una forma de vida. La radio es poder comunicar una cantidad de cosas que uno lleva dentro y nos da una posibilidad enorme que en general la gente no tiene, que es acceder a los acontecimientos, a los personajes, estar dentro de las historias. Uno se da cuenta con el tiempo de que está formando parte de la historia o por lo menos es testigo de primera línea de lo que está pasando y lo puede transmitir .Eso para el que ha vivido la radio."
Carlos hace una pausa, toma un trago de la copa y se queda ahí mirando hacia adentro. Como buscando fotos en añosos álbumes cargados de imágenes, rememorando palabras y sonidos que llegan al encuentro de nuestra cita.
"La familia es fundamental. Quizás uno no sabe manejar los tiempos, y la profesión entra en colisión con los intereses familiares. Muchas veces en la opción uno no se da cuenta de que está relegando cosas y generalmente va relegando la familia. Sobre todo en el periodismo,el acontecimiento está pasando y vos no podes pedir o pretender que esto se posponga hasta mañana porque yo tengo un cumpleaños en la familia. Es ahí cuando la vida te coloca frente a la disyuntiva.
"Y uno lo paga también. La famosa frase de que todo no se puede, es así. Sin embargo, la profesión te va resarciendo de las pérdidas que se puedan tener.
En esta profesión no hay un día igual al otro, en realidad en la vida no hay un día igual al otro.
Carlos se queda pensativo, acomoda su garganta, describe el campito, el barrio, los amigos de la infancia. Me ubica en el tiempo, describe su Uruguay, las costumbres, la situación política que también fue complicada como en casi todos los países de Latinoamérica."
Sus palabras son como cuadros de paisajes, sus palabras son imágenes. Carlos sigue contando
"Fíjate como se parecen los paisajes de un lado y del otro. El olor a tierra mojada todavía lo huelo, carnavales de la infancia donde los disfraces tenían otras dimensiones. El repique de las murgas o de los tamboriles que te van llenando de cosas.
Paysandú es una hermosísima ciudad. Fue las primeras rabonas, el fin de la primaria, el conocimiento de aquella barra de la esquina donde la ingenuidad era una constante, sobre todo en los varones, donde había otras cosas en qué pensar, el deporte en general. Una ciudad que estaba en plena ebullición con muchas industrias pero que mantenía, pese a su crecimiento, esa ingenuidad de pueblo grande y ahí nacen las amistades que aún hoy se recuerdan, los primeros escarceos con la profesión entre otras cosas."
Las imágenes se liberan, buscan naturalmente el aire y se vuelven palabras, cables, bandejas de discos, micrófonos, grabadores, noticias, voces y sonidos.
En el invierno de 1963 llegó a ese mágico lugar del que nunca más se podría apartar, la radio.
Desembarcó en CW35 Radio Paysandú después de que alguien le contó que allí podría tener una oportunidad.
"La prueba fue la lectura de un informativo. Cuando vi que al dueño de la radio lo llamaron para que escuchara la grabación, movía la cabeza de arriba a abajo. Me dije: `Estoy adentro´. Y desde ese momento hasta ahora no he parado, fue un momento muy importante para mí.
El camino fue largo. Idas y venidas, Montevideo, puerto, cuplés, retiradas, trabajo y dictadura.
Trabajé en el aeropuerto; no era justamente un piloto si no que hacía zanjas."
La risa interrumpe la charla. Carlos, cuenta que fue peón de albañil, hasta que se presenta a un casting en Saeta Televisión Canal 10 de Montevideo. "Recuerdo que cuando me citaron para la prueba jugaban Peñarol y River (aquella final de la Libertadores). Al final terminó ganando 4 a 2. Como consecuencia no pude hacer el casting, me dijeron que vuelva al otro día. Y, como buen hincha me fui a festejar como corresponde."
De golpe, el golpe. En el invierno de 1971 Carlos trabajaba junto a su esposa en la Asociación Cristiana de Jóvenes, vinculado a lo deportivo. "El ministro del Interior, creo que era Bolentini, mandó a hacer 50 o 60 allanamientos simultáneos, no recuerdo bien, pero uno de esos era el nuestro. El ruido de las botas no era virtual. Reventaron los enormes vidrios de la entrada y entraron. A las mujeres y los gurises los dejaron ir."
"De ahí nos llevaron, una noche con una helada terrible. Un plantón que significa estar con las piernas abiertas y las manos arriba apoyadas en el camión no sé cuantas horas y después a los calabozos.
No sufrimos lo que sufrieron muchos. Pero no es aconsejable estar aislado y sin saber lo que te puede llegar a pasar, sabiendo lo que estaba pasando en ese momento. Mi familia no tuvo noticias mía hasta una semana después, cuando nos liberaron."
Hambre, exilio, amigos, entregadores, dolor, la familia
"La crisis fue terrible. Íbamos a comer a lo del cura Pedro que era un Judas. Entregaba a la gente, enseñaba el evangelio pero era un Judas de esa época. Muchos compañeros cayeron por la delación de este sacerdote infame. Era parte de la dictadura, obviamente nosotros no sabíamos.
Decidimos viajar a la Argentina ese fue el pensamiento pero al pasar por Paysandú otra vez el ancla porque la tierra te tira y bueno ahí nos quedamos.
Cruzando el charco otra vez la radio, las miradas de un lado y del otro estaban puestas en los medios, es que el rio nos acerca, nos une.
Luego de un aniversario de LT 11 en la primavera de 1979 cuando el director Celso Villanueva, que como tantos otros argentinos miraba el canal 3 en el que yo trabajaba me propone venir. Tenía que hacer sólo los informativos. Eso duró una semana. Después terminé haciendo de todo.
En el verano del 79 al 80 seguía manteniendo el programa en el canal de Paysandú. Entonces iba y venía, iba y venía, en una moto honda Corvec 50. Me paraba en el puente que está frente a la Prefectura de Concepción a mirar las luces de Paysandú. Cuando estaba allá los fines de semana me paraba en avenida Soriano y Monte Caseros a mirar las luces de Concepción del Uruguay.
Como dijeran los chicos `tenía un mambo que no me lo podía sacar´. De a poco tuve que dejar de decir botija, caldera, championes, entre otros términos."
Ya entrada la madrugada, las anécdotas aparecían una a una, era como ir de un lugar a otro, llegaban los recuerdo de sus entrevistas, de sus tesoros, de sus logros. Alfredo Zitarrosa, Aníbal Sampayo, el Sabalero, Julia Elena Dávalos, Susana Jiménez, León Gieco, Nati Mistral, Alberto Cortez, Facundo Cabral, Alfredo Alcón y un sin número de entrevistas más.
Carlos es de esos tipos que no quiere olvidarse de nada y de nadie. Él siempre está pero se corre de la escena, es que ha entendido bien el oficio, es protagonista pero hace que los demás sean quienes brillen y sean el centro de atención. Aunque él sea realmente el que brilla. Prefiere que ese lugar lo ocupen sus amigos, sus compañeros, los entrevistados, otros, porque hablar de él es hablar de los otros.
Esa es la genuina forma de ser de un hombre que siempre está, en el lugar que hay que estar y a la hora que hay que estar. A veces por estar para los demás, se olvida de sí mismo.
Fue secretario de Gobierno de la municipalidad de Concepción del Uruguay, secretario del ministro de Economía de Entre Ríos, encargado de prensa en la campaña del doctor Laurito quien luego fue Intendente y Vicegobernador de la provincia y hoy ministro de Educación y Prevención de Adicciones.
Trabajó en diarios, revistas, semanarios, programas de radio y televisión. Hoy conduce un programa en la mañana de LT 11 AM 1560.
Inevitablemente le pregunto por su salud. Cuenta con naturalidad que le detectaron leucemia y dice que a medida que va conociendo la enfermedad le va perdiendo el miedo.
Carlos cuenta que es un desafío más que le presenta la vida. "En seguida uno se pregunta ¿por qué me tocó a mí? Inmediatamente me respondo ¿y porque no? Te tocó y tenés que afrontarlo, uno sabe que todo tiene un principio y un fin."
Casi con vergüenza le pregunto por las oportunidades, por su pasar económico, por la actualidad.
Como tantos tuve la oportunidad de estar pagando un departamento, una cuota de un auto, tener dos tarjetas de crédito y de repente no tener nada.
"Uno no prevé que va a venir una crisis como la del 2001 y de pronto se encuentra con que se quedó sin nada.Uno tiene que tomar decisiones éticas. Lo demás es pasar la línea. A mí me preguntan ¿cómo vos que estuviste con tal o cual no tenés nada? Y no, no tengo.
Uno tiene muchos otros privilegios que van más allá de lo económico. Prefiero sentarme en una mesa con mis amigos, que es mucho más que comer un churrasco , juntarme con los compañeros de trabajo, tomar mate en informativo, después de todo que es no tener nada."
La noche se ha hecho larga, más bien corta, me quedo sin preguntas, pues Carlos me robó las palabras. Apago el grabador, y seguimos tomando la penúltima copa de vino, rodeados de amigos, anécdotas y afectos que al decir de Carlos: “Son como la sangre, acuden a la herida sin que uno los llame”.