Recuerdo a Néstor Kirchner

Un tipo leal, por Florencio Randazzo

Mi relación con Néstor nació allá en el 2004. El era presidente y un verdadero huracán transformador que recorría cada rincón del país, reparando, conteniendo, devolviendo derechos y dignidad a las mayorías postergadas y quebradas durante los ’90. 
27.10.2014 | 00:13
Yo era ministro de gobierno de la Provincia de Buenos Aires y comenzamos a relacionarnos mucho en lo que fue la elección de Cristina como senadora, en 2005. Compartí decenas de experiencias junto a él y poco a poco nos fuimos haciendo amigos. En 2007, cuando la Presidenta me convocó para trabajar en el gabinete nacional, hablábamos casi a diario cuando iba a ver a Cristina a Olivos.

Luego, en la campaña legislativa del 2009, lo acompañé en interminables caminatas y recorridas por la provincia de Buenos Aires en un año que marcó un punto de inflexión para este proyecto político.

Conocí su buen humor –y también sus broncas–, su entrega con los más humildes y con los jóvenes. Pero fundamentalmente su voluntad inquebrantable para no romper jamás su compromiso de lealtad con el pueblo argentino.

Pero sin dudas el recuerdo que tengo grabado a fuego en mi memoria fue el del 22 de octubre de 2010, pocos días antes de su partida.

Fuimos con él y con Cristina a visitar Chivilcoy, mi pueblo natal, para los días del aniversario de la ciudad.

No sólo por la cantidad de anécdotas que puedo relatar de ese día, como la sorpresa por las miles de personas que inundaron las calles, el clima de fiesta que se vivió. Recuerdo la alegría de ellos, de Néstor y Cristina, y su necesidad de devolver el enorme afecto recibido.

Y no puedo dejar de recordar con una sonrisa cuando Néstor, al ver centenares de carteles, pancartas y pasacalles saludando y agradeciendo a Cristina por su presencia y pidiendo su reelección, y ante la escasez de carteles con su nombre, no dejó de amenazarme todo el tiempo con suspender todas las obras en Chivilcoy y de pedir al locutor del acto que borrara los anuncios que allí se hicieran.

No paró un solo minuto de hacerlo, de protestar, patalear y amenazar con generarme una interna en el distrito por no ver carteles con su nombre. Tanto bromeamos con eso que en la combi en que nos trasladábamos recibimos un fuerte reto de Cristina tratándonos casi de adolescentes inmaduros.

Ese era Néstor. Luchador incansable, genio político, militante, bromista, irónico. Pero, por sobre todas las cosas, un tipo leal a su compañera, Cristina, y leal al pueblo argentino. Ese era Néstor, mi amigo. 
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