Recuerdo a Néstor Kirchner
Néstor Presente, por Julián Domínguez
Néstor Kirchner está presente. Como las mejores mujeres y los mejores hombres de nuestra historia, su presencia está marcada por los hechos que volvieron concretas sus palabras.
27.10.2014 | 00:23
Hoy todavía me emociona el recuerdo de un Kirchner recién asumido como Presidente, anunciando que en sus planes de gobierno no se incluía la idea de “dejar las convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Néstor era una máquina de soñar, pensar y trabajar. Una tríada que no es para cualquiera. Transformar los sueños en pensamientos, para, con trabajo, hacerlos realidad no es tarea de muchos.
La Argentina con que se encontró Néstor cuando llegó a la presidencia era un país de gente descreída, con un default irresponsablemente generado por las tropelías de los noventa, las dudas de una Alianza sabia en oposiciones e ignorante en posiciones y cobardemente votado por un Parlamento donde todos estaban echados por un Pueblo harto de sus chanchuyos. Con sus pobres 22 puntos de porcentaje de una primera vuelta que no tuvo la revancha de la segunda, el presidente electo se plantó ante la sociedad para “proponerles un sueño”. Hoy parece fácil, pero en aquellos días los argentinos creían en las pesadillas y descreían de los sueños, sobre todo de los que cualquier político viniera a proponerles.
Pregúntenles a Hebe, a Estela, a cualquier de-socupado que hoy ya no lo es, que creyeron en el discurso del Kirchner recién asumido. La pasión de miles y miles de jóvenes, el cariño y el reconocimiento de dos luchadoras como Hebe y Estela, no son producto de las palabras sino de los hechos con que Néstor fue jalonando su gobierno. El cariño y el reconocimiento que todos los peronistas le debemos debería ser compartido por las otras fuerzas políticas.
Hoy es indudable que la juventud se ha acercado a la política, no todos los jóvenes son peronistas ni apoyan a este gobierno, pero todos han abrazado la militancia, en fuerzas nacionales o liberales, a partir del cambio de paradigma que Néstor Kirchner les vino a proponer. Ahí andan los jóvenes radicales recuperando a Yrigoyen y a Alfonsín, viendo cómo entender el silencio en tiempos de proscripción del peronismo, ahí andan los socialistas recordando a Palacios y despreciando a Ghioldi, ahí van los comunistas reivindicando al Che y a Fidel, sin olvidar la traición del ’76, ahí van los liberales con su argumento de que no hacen política y así les va, ahí van los nuestros con Perón, Evita y Carlos Mujica, padeciendo la herida de López Rega y las tres A. A esos jóvenes Néstor los devolvió a la política, devolviéndole a la política su imprescindible juventud.
Si la heroica negociación de la deuda externa y su 70 por ciento de descuento, si la extraordinaria jornada de Mar del Plata y el no al ALCA, que junto a Lula y Chávez parió la Unasur, si la obstinada búsqueda de verdad y justicia para los oscuros años de la dictadura, si su surera defensa de la causa malvinera sólo hubieran sido palabras, hoy Néstor Kirchner sólo sería un busto más en el frío salón de los bustos de la Casa Rosada. Pero el Flaco siempre bancó con el lomo lo que dijo con el pico. Por eso, como cantan los pibes, “Néstor no se murió”.
La Argentina con que se encontró Néstor cuando llegó a la presidencia era un país de gente descreída, con un default irresponsablemente generado por las tropelías de los noventa, las dudas de una Alianza sabia en oposiciones e ignorante en posiciones y cobardemente votado por un Parlamento donde todos estaban echados por un Pueblo harto de sus chanchuyos. Con sus pobres 22 puntos de porcentaje de una primera vuelta que no tuvo la revancha de la segunda, el presidente electo se plantó ante la sociedad para “proponerles un sueño”. Hoy parece fácil, pero en aquellos días los argentinos creían en las pesadillas y descreían de los sueños, sobre todo de los que cualquier político viniera a proponerles.
Pregúntenles a Hebe, a Estela, a cualquier de-socupado que hoy ya no lo es, que creyeron en el discurso del Kirchner recién asumido. La pasión de miles y miles de jóvenes, el cariño y el reconocimiento de dos luchadoras como Hebe y Estela, no son producto de las palabras sino de los hechos con que Néstor fue jalonando su gobierno. El cariño y el reconocimiento que todos los peronistas le debemos debería ser compartido por las otras fuerzas políticas.
Hoy es indudable que la juventud se ha acercado a la política, no todos los jóvenes son peronistas ni apoyan a este gobierno, pero todos han abrazado la militancia, en fuerzas nacionales o liberales, a partir del cambio de paradigma que Néstor Kirchner les vino a proponer. Ahí andan los jóvenes radicales recuperando a Yrigoyen y a Alfonsín, viendo cómo entender el silencio en tiempos de proscripción del peronismo, ahí andan los socialistas recordando a Palacios y despreciando a Ghioldi, ahí van los comunistas reivindicando al Che y a Fidel, sin olvidar la traición del ’76, ahí van los liberales con su argumento de que no hacen política y así les va, ahí van los nuestros con Perón, Evita y Carlos Mujica, padeciendo la herida de López Rega y las tres A. A esos jóvenes Néstor los devolvió a la política, devolviéndole a la política su imprescindible juventud.
Si la heroica negociación de la deuda externa y su 70 por ciento de descuento, si la extraordinaria jornada de Mar del Plata y el no al ALCA, que junto a Lula y Chávez parió la Unasur, si la obstinada búsqueda de verdad y justicia para los oscuros años de la dictadura, si su surera defensa de la causa malvinera sólo hubieran sido palabras, hoy Néstor Kirchner sólo sería un busto más en el frío salón de los bustos de la Casa Rosada. Pero el Flaco siempre bancó con el lomo lo que dijo con el pico. Por eso, como cantan los pibes, “Néstor no se murió”.