Opinión, por Gustavo Sirota (Nuevo Encuentro)

"Vienen por todo. Una muerte que obliga a reflexionar"

Pensando en lo que viene- en términos políticos – señalaba el sentido que estas elecciones, las que colocarán en el sillón de Balcarce 50 un nuevo responsable de dirigir los destinos de nuestro país. Decía que “para muchos, más como expresión de deseo que como realidad concreta, aparece en el horizonte cercano un “fin de ciclo” que terminaría con una década de populismo cuya sola mención les resulta insoportable. 
26.01.2015 | 14:34
Dejar atrás lo que el kirchnerismo ha representado es su único norte. Buena parte de la derecha tradicional – política, económica, sectorial – no imagina otra cosa que una vuelta de hoja que deje en el olvido la mayor parte de las políticas y transformaciones de los últimos tres gobiernos democráticos….”

Resulta claro que la pelea de fondo no es entre candidatos, la mayor parte avalados y sostenidos por slogans, colores o encuestas que intentan ocultar su absoluta falta de propuestas –ni hablemos de convicciones o ideologías–, donde se mezclan oportunismo, liviandad conceptual y una segura aceptación de las imposiciones y dictados de muchos de los poderes fácticos hoy caídos en desgracia.

“Las encuestas y la tozuda obstinación de buena parte del electorado que se muestra fiel al kirchnerismo, son la última valla que no logran quebrar ni insidiosas campañas mediáticas, ni anunciados y recurrentes cataclismos, ni siquiera las apuradas causas alimentadas por funcionarios judiciales todoterreno que buscan resguardo al calor de los viejos poderes fácticos...” agregaba sin cortapisas, dejando al desnudo algunas de las miserias y cuestiones que desvelaban a los grupos más cerriles al actual gobierno nacional.

Pero el brutal y dramático escenario que se abrió el domingo a la noche, cuando se conoce la muerte –en aún inexplicables circunstancias –del fiscal a cargo de la investigación de los sucesos de julio de 1994 que terminaron con la vida de 85 personas cuando la voladura de la mutual AMIA amerita al menos algunas reflexiones.

Desde entonces infinidad de teorías, interrogantes, explicaciones han inundado los medios de comunicación, han replicado en redes sociales y han ocupado cada una de las charlas y comentarios con amigos, conocidos o simples convecinos que cruzamos a diario en nuestros quehaceres habituales.

¿Por qué vuelve de su viaje, dejando su hija de apenas 12 años sola unas horas esperando el arribo de familiares en el vip del aeropuerto de Barajas? –a todos les cuento lo imposible que me resultaría dejar a mis hijas de la misma edad en esa situación-: ¿Qué razón tan urgente llevaría al malograda fiscal a presentar tamaña denuncia? –al menos así lo anunciaban algunos medios la semana que pasó en títulos catástrofe- en medio de la feria judicial de enero. 

Denuncia desestimada y cuestionada por el juez a cargo de la causa, con muchos de sus argumentos expresamente negados hasta por organismos como la INTERPOL, lo cual remarco para aquellos que deslumbrados caen rendidos ante la sola mención de organismos internacionales, aunque claro, como he escuchado y leído, ahora es cuestionado por no hacer lo “políticamente correcto”, esto es avalar los dichos denunciados y que fueran refutados por el propio director del organismo.

¿Qué decir de las extrañas circunstancias que rodean su muerte?. El pedido de un arma a un colaborador –contratado por el propio fiscal para tareas informáticas con un canon exorbitante hay que decirlo–, con una custodia importante dedicada a su seguridad, amen de vivir en una de las zonas más custodiadas de la ciudad de Bueno Aires, en un edificio casi inexpugnable para extraños o simples curiosos, con vigilancia privada, cámaras y todo lo que los reclamadores de mano dura vociferan cotidianamente.

Podría agregar sobre puntos oscuros de su tarea al frente de la fiscalía, tal lo denunciado por el escritor e investigador Santiago O´Donnell en Argenleaks donde denuncia su reporte permanente a la embajada de los EUA, así como declaraciones de colegas que lo vinculan directamente con servicios de inteligencia vernáculos y extranjeros.

No me detendré en cuestiones que no son de mi competencia, más allá de mi compromiso como ciudadano interesado en la cosa pública. He leído, es pública hace un par de días, la denuncia presentada. No he encontrado más que algunas argucias y lugares comunes que inducen en una sola dirección, sin consistencia ni solidez a mi juicio, que es inculpar al gobierno que encabeza Cristina Fernández de garantizar impunidad a los responsables del criminal atentado de 1994.

Sólo decir que en lo personal no es lo que uno esperaba después de tantos años de estar al frente de una unidad especial dedicada por entero a la investigación de lo sucedido hace más de 20 años en el edificio de calle Pasteur. Lo que se ha hecho público, insisto, aparece más como una operación montada con otras finalidades –políticas claro– que con una sesuda y puntillosa investigación judicial ante un hecho que aún lacera la conciencia de cada argentino. 

Escribía hace apenas unos días que “la sólo idea de final de ciclo aparece entonces como una herramienta de desmovilización y entrega de conquistas, derechos y transformaciones a aquellos que vienen por todo, por llevarse puesto lo logrado, por desandar un camino que las mayorías eligieron y sostuvieron por más de una década….”. 

Tengo la certeza a la luz de los sucesos que conmueven a la sociedad argentina que quienes vienen por todo han comenzado su campaña de cara a 2015 sin reparar en formas ni menos en costos.
Tienen demasiado en juego y no están dispuestos a detenerse ante nada. 

Siento, como en aquel enero de 1989 cuando el intento de copamiento del cuartel de La Tablada por parte del MTP -23 y 24 de enero – que se abre un periodo de inflexión de consecuencias aún imprevisibles, cuya última valla está representada por la presidente Cristina Fernández y aquellos sectores que sostenemos por convicciones y consecuencia con los logros y conquistas ganados en está década de transformaciones.

No olvido la continuidad de aquel enero del 89. El golpe de mercado de febrero que preanunciaba el final y los saqueos que dieron con Alfonsín entregando anticipadamente el gobierno en julio….lo que vino después no lo olvidemos, de la mano de Menem, Cavallo y todo lo que significó el ciclo neoliberal en nuestro país y cuyos resultados aún estamos sufriendo.

No creo pecar de alarmista ni mucho menos. No vienen por Cristina, vienen por nosotros, por todos. No es Cristina –a quien odian con razón los poderosos y con patético reflejo muchos de los que en las calles y en cada lugar lanzan pestes contra ella– el problema.

Esta vez, sin eufemismos, vienen por lo logrado en estos gobiernos que han transformado la Argentina.
Vienen por “la política de derechos humanos que ha dado por el piso con las leyes de impunidad, avanzando en juicios que han llevado a muchos de los responsables del horror a dar con sus huesos en la cárcel… una política exterior independiente, dejando de lado las “relaciones carnales” y que nos ha incluido como parte central del espacio común del continente suramericano… por un gobierno que ha reestatizado los fondos de jubilaciones y pensiones; que ha otorgado –con limitaciones- la asignación universal, que ha creado un ministerio de ciencia y tecnología, que ha avanzado en cuestiones de equidad de género, que ha multiplicado por cinco y más veces la cantidad de becas para estudios –más de diez veces en el caso de las universitarias– que ha llevado políticas activas de apoyo a las pequeñas y medianas empresas de la ciudad y del campo…”

Esa y no otra es la cuestión de fondo que nos plantea la trágica muerte de Nisman.

Quienes lo utilizaron lo empujaron a una encerrona sin salida. Los mismos que le soltaron la mano cuando no sirvió más a sus espurios fines. Lo usaron vivo y cuando no lo necesitaron más lo utilizan muerto.

Escribía hace unos días que “es sin duda este un momento de inflexión. El 2015 marcará un antes y un después. Quienes imaginamos otro mañana tenemos la oportunidad de trabajar por construir herramientas que posibiliten ir por más, por lo que aún falta hacer. No hacerlo es jugar para los enemigos de siempre que esperan agazapados el momento de dar un nuevo zarpazo a los derechos y conquistas de las mayorías”.

En otro escrito aparecido en Babel Digital decía hace ya cuatro años ”Sabedor de no ser depositario exclusivo de la verdad, pero con la convicción y la honestidad de seguir fiel a los principios e ideales que abracé hace treinta años”. Insisto en esto hoy. No soy dueño de verdad alguna, sólo reflejo aquí mi posición ante un hecho conmocionante que debe ser entendido más allá de la tragedia personal, que amerita una lectura política y no exenta de posicionamiento.

Terminaba allí con algunas palabras que quiero traer nuevamente hoy porque marcan el norte para quienes, como quien suscribe defendemos y sostenemos este proceso iniciado hace ya una década.
“Convencido que el futuro sólo es posible si logramos articular a las mayorías en torno a un programa político transformador que sólo será realizable con el aporte de todos quienes, más allá de una coyuntura electoral, sostenemos ideales y principios que nos permiten imaginar una sociedad con más igualdad, con más justicia y más libertad…”

Porque no hay fin de ciclo.. Nunca menos. Ni un paso atrás


Gustavo Sirota
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