Agroquímicos
Crónica de un fumigado
Fabián Tomasi es un vecino de Basavilbaso y es víctima de los agroquímicos. Su caso fue conocido en el 2008 por una nota que le hizo el programa de televisión La Liga, de Telefé. Babel lo invitó a sumarse como columnista con la intención de que cuente de primera mano su vivencia y experiencia, para que con sus relatos podamos ponerle un rostro humano a los datos fríos que cotidianamente escuchamos sobre este tema. Fabián aceptó y este es su primer aporte.
21.05.2011 | 19:59
Por Fabián Tomasi
Me llamo Fabián Carlos Tomasi, tengo 44 años, nací el 03 de enero de 1966 en Basabilbaso, un pueblo chico de Ente Ríos que tuvo su esplendor cuando era el centro de las comunicaciones regionales de ferrocarril.
Soy diabético, insulino dependiente y esta enfermedad fue un agravante de una afección laboral que contraje y que me tiene actualmente prácticamente inmovilizado de la cintura hacia arriba. En la década del 90 pasada, trabajé en forma discontínua, unos cinco años en una empresa de fumigaciones. Mis tareas eran la de apoyo terrestre, preparando productos y banderillero en las aplicaciones de campo de distintos agrotóxicos.
En ese tiempo, la empresa que me empleaba, la mayor parte del tiempo como trabajador no registrado -en negro- como habitualmente se dice, no nos proveía de protecciones de ningún tipo, ni mascaras, ni ropa adecuada ni guantes para no tomar contacto con los productos que se aplicaban.
Tampoco nos dieron la posibilidad de asistir a algún curso que nos preparara para los peligros que enfrentábamos con este trabajo. Cuando empecé a sentir las dolencias, ya era tarde. Finalmente me invalidaron y provocaron mi jubilación por enfermedad en razón de “enfermedad crónica derivada de la exposición a agrotóxicos”.
Posteriormente y gracias a un programa de televisión de Capital Federal, La Liga, tomé contacto con personas muy solidarias: Norma Tenaglia, abogada de San Lorenzo, Santa Fe, Guillermo Torres, un sociólogo del que nos hicimos muy amigos y el Dr. Jorge Kaczewer, que se hicieron cargo del tratamiento que logró controlar mi caída y me ha permitido seguir vivo y recuperar minimamente algunas funciones orgánicas.
Sin ellos estaría seguramente muerto.
Me llamo Fabián Carlos Tomasi, tengo 44 años, nací el 03 de enero de 1966 en Basabilbaso, un pueblo chico de Ente Ríos que tuvo su esplendor cuando era el centro de las comunicaciones regionales de ferrocarril.
Soy diabético, insulino dependiente y esta enfermedad fue un agravante de una afección laboral que contraje y que me tiene actualmente prácticamente inmovilizado de la cintura hacia arriba. En la década del 90 pasada, trabajé en forma discontínua, unos cinco años en una empresa de fumigaciones. Mis tareas eran la de apoyo terrestre, preparando productos y banderillero en las aplicaciones de campo de distintos agrotóxicos.
En ese tiempo, la empresa que me empleaba, la mayor parte del tiempo como trabajador no registrado -en negro- como habitualmente se dice, no nos proveía de protecciones de ningún tipo, ni mascaras, ni ropa adecuada ni guantes para no tomar contacto con los productos que se aplicaban.
Tampoco nos dieron la posibilidad de asistir a algún curso que nos preparara para los peligros que enfrentábamos con este trabajo. Cuando empecé a sentir las dolencias, ya era tarde. Finalmente me invalidaron y provocaron mi jubilación por enfermedad en razón de “enfermedad crónica derivada de la exposición a agrotóxicos”.
Posteriormente y gracias a un programa de televisión de Capital Federal, La Liga, tomé contacto con personas muy solidarias: Norma Tenaglia, abogada de San Lorenzo, Santa Fe, Guillermo Torres, un sociólogo del que nos hicimos muy amigos y el Dr. Jorge Kaczewer, que se hicieron cargo del tratamiento que logró controlar mi caída y me ha permitido seguir vivo y recuperar minimamente algunas funciones orgánicas.
Sin ellos estaría seguramente muerto.