El pasado domingo terminó un proceso electoral. Caminamos toda la provincia ofreciendo a los entrerrianos una propuesta sensata, racional, positiva. Marcamos nuestras profundas diferencias con la actual gestión provincial y nacional; dijimos qué era lo que pretendíamos hacer si accedíamos al gobierno y militamos el “Cambio Justo” que proponía Sergio Massa.
Desde nuestra crítica visión –que conservamos- dijimos que nuestra idea era conservar lo bueno y corregir las evidentes falencias del gobierno Nacional y Provincial. Y al mismo tiempo, remarcamos que nuestras profundas diferencias con la nueva Alianza UCR/PRO que propone un supuesto “Cambio” que no sabemos bien cual es pero lo sospechamos al ver a Macri rodeado de economistas rodeado de economistas cuya única solución para los problemas del país es el “ajuste”, de consecuencias ya conocidas por los argentinos.
Nunca, ni siquiera en el efímero acuerdo que forjamos con Atilio Benedetti (y que el PRO y dirigentes del massismo, que como siempre faltaron a su palabra; se ocuparon de dinamitar garantizando la derrota de la oposición y priorizando sus intereses personales, sus rencores y el logro de bancas de diputados por ínfimos y vergonzantes resultados electorales en sus territorios) resignamos nuestra identidad Peronista. Por el contrario, siempre la reivindicamos, sin por ello dejar de respetar la identidad de dirigentes y militantes que se sumaron a Unión Popular provenientes de diversos orígenes políticos.
Nada de eso ha cambiado, salvo la salida de Sergio Massa del escenario de alternativas electorales. Nuestro candidato ya no compite por la presidencia. Quedan dos opciones: una representa el regreso al pasado del ajuste; la otra representa, hasta ahora, a un modelo del que nos alejamos en 2013 cuando advertimos que el poder central prefería venerar un relato en lugar de prestar atención a la realidad. Y lo hicimos sin dejar de reconocer, nunca, los logros que había alcanzado.
Frente al escenario actual, donde ya no hay grises, no tenemos dudas hacia dónde debemos dirigir nuestro voto. Lo haremos por Daniel Scioli. Será un voto cauto pero a la vez esperanzado. Lo haremos con el anhelo de que el gobernador de Buenos Aires advierta, más tarde o más temprano, que su eventual gestión deberá ser necesariamente distinta.
Lo haremos con la esperanza de volver a la Argentina de los superávit gemelos, una inflación controlada y una economía en crecimiento.
Lo haremos con la esperanza, también, de que Scioli entienda que los tiempos cambiaron; que no hay ninguna guerra que ganar; que los argentinos quieren más diálogo, más transparencia, más entendimiento.
No nos hemos movido ni un milímetro de nuestras convicciones.
Un abrazo.
* El autor es Intendente de Villaguay y ex candidato a Gobernador por el masismo.
Desde nuestra crítica visión –que conservamos- dijimos que nuestra idea era conservar lo bueno y corregir las evidentes falencias del gobierno Nacional y Provincial. Y al mismo tiempo, remarcamos que nuestras profundas diferencias con la nueva Alianza UCR/PRO que propone un supuesto “Cambio” que no sabemos bien cual es pero lo sospechamos al ver a Macri rodeado de economistas rodeado de economistas cuya única solución para los problemas del país es el “ajuste”, de consecuencias ya conocidas por los argentinos.
Nunca, ni siquiera en el efímero acuerdo que forjamos con Atilio Benedetti (y que el PRO y dirigentes del massismo, que como siempre faltaron a su palabra; se ocuparon de dinamitar garantizando la derrota de la oposición y priorizando sus intereses personales, sus rencores y el logro de bancas de diputados por ínfimos y vergonzantes resultados electorales en sus territorios) resignamos nuestra identidad Peronista. Por el contrario, siempre la reivindicamos, sin por ello dejar de respetar la identidad de dirigentes y militantes que se sumaron a Unión Popular provenientes de diversos orígenes políticos.
Nada de eso ha cambiado, salvo la salida de Sergio Massa del escenario de alternativas electorales. Nuestro candidato ya no compite por la presidencia. Quedan dos opciones: una representa el regreso al pasado del ajuste; la otra representa, hasta ahora, a un modelo del que nos alejamos en 2013 cuando advertimos que el poder central prefería venerar un relato en lugar de prestar atención a la realidad. Y lo hicimos sin dejar de reconocer, nunca, los logros que había alcanzado.
Frente al escenario actual, donde ya no hay grises, no tenemos dudas hacia dónde debemos dirigir nuestro voto. Lo haremos por Daniel Scioli. Será un voto cauto pero a la vez esperanzado. Lo haremos con el anhelo de que el gobernador de Buenos Aires advierta, más tarde o más temprano, que su eventual gestión deberá ser necesariamente distinta.
Lo haremos con la esperanza de volver a la Argentina de los superávit gemelos, una inflación controlada y una economía en crecimiento.
Lo haremos con la esperanza, también, de que Scioli entienda que los tiempos cambiaron; que no hay ninguna guerra que ganar; que los argentinos quieren más diálogo, más transparencia, más entendimiento.
No nos hemos movido ni un milímetro de nuestras convicciones.
Un abrazo.
* El autor es Intendente de Villaguay y ex candidato a Gobernador por el masismo.