Por Juan Bracco
"Las tres capitales: Concepción del Uruguay, Concordia y Paraná"
Los resultados de las últimas elecciones confirman una tendencia que se viene marcando desde la recuperación de la democracia en la dinámica política provincial y es que Entre Ríos tiene tres capitales: Concepción del Uruguay, su capital histórica; Paraná, capital administrativa y Concordia, la capital política.
30.11.2015 | 18:34
Concepción fue despojada de su condición de sede de las autoridades provinciales por la Convención Constituyente de 1883, convocada por el Gobernador Eduardo Racedo, quien buscaba de esa manera compensar a Paraná por haber perdido la condición de sede del Gobierno federal con la reincorporación de Buenos Aires a la Confederación 20 años antes. Además, la movida giraba el eje político provincial hacia la costa contraria, dándole la espalda a la histórica vinculación con los orientales y gravitando desde entonces en un segundo lugar en la órbita de la ciudad-puerto.
Paraná dio grandes gobernadores a la provincia. Dos ejemplos y dos medidas concretas: Luis F. Etchevehere y la refundación del moderno Banco de Entre Ríos y Washington Uranga y el rompimiento de la condición insular con el Túnel Subfluvial que hoy lleva su nombre.
Pero, desde la recuperación de la democracia hasta esta parte, el brillo político de Paraná se ha ido opacando. De su cuna sólo salió una figura pequeña (y no solo por su tamaño físico, sino más que nada por su estatura política) como Mario Armando Moine, un empresario que rápidamente, tras dejar la gobernación, trasladó sus negocios a Santa Fe.
No hay que olvidar a Sergio Montiel quien, si bien se lo referencia con la ciudad que toma su nombre del río, nació en Concepción del Uruguay. El extinto líder radical, sin embargo, fue el último caudillo cuya impronta iba más allá de la ciudad en que habitaba y que tomaba como terreno propio hasta las Juntas de Gobierno de los departamentos.
La clave de las elecciones y de la vida política de Entre Ríos desde 1983 es Concordia. Esto quedó patentizado incluso en la última campaña electoral, cuando Paraná y otras localidades amanecieron a poco de los comicios tapadas con volantes que rezaban: «No queremos otro gobernador de Concordia». En las generales, la lucha por la gobernación se dio entre el intendente de esta ciudad y el dirigente agropecuario Alfredo de Angeli, nacido en María Grande, pero afincado en Gualeguaychú.
Concordia y sus votantes inclinan la balanza. Dos veces en los últimos treinta años, el resultado de las elecciones cambió cuando se abrieron las urnas de la ciudad.
La última lucha política no tuvo protagonistas centrales de la capital administrativa de la provincia. Y, además, el partido de gobierno tuvo su peor derrota allí, pese a la gran cantidad de referentes de la localidad que poblaban los cuerpos de la lista. En Paraná sólo se ubican las sedes físicas de los poderes públicos y la mayor cantidad de agentes de la administración. Pero sólo eso. La definición de quienes toman la decisiones hace rato que se ha corrido de allí.
Tres de los emergentes más importantes que han dado las últimas elecciones para los próximos 10 ó 15 años de vida política entrerriana provienen de Concordia: Gustavo Bordet; Enrique Cresto y Ángel Giano. Les corresponde a ellos consolidar este proceso, que devuelve a la costa del Uruguay su rol histórico en la vida pública provincial y, a la vez, les cabe el deber de evitar que la corrosión y la lucha intestina, producto de liderazgos vacíos y de torpeza política, que ya hizo añicos al justicialismo de Paraná, se cuele en la ciudad.
* El autor es periodista.
Paraná dio grandes gobernadores a la provincia. Dos ejemplos y dos medidas concretas: Luis F. Etchevehere y la refundación del moderno Banco de Entre Ríos y Washington Uranga y el rompimiento de la condición insular con el Túnel Subfluvial que hoy lleva su nombre.
Pero, desde la recuperación de la democracia hasta esta parte, el brillo político de Paraná se ha ido opacando. De su cuna sólo salió una figura pequeña (y no solo por su tamaño físico, sino más que nada por su estatura política) como Mario Armando Moine, un empresario que rápidamente, tras dejar la gobernación, trasladó sus negocios a Santa Fe.
No hay que olvidar a Sergio Montiel quien, si bien se lo referencia con la ciudad que toma su nombre del río, nació en Concepción del Uruguay. El extinto líder radical, sin embargo, fue el último caudillo cuya impronta iba más allá de la ciudad en que habitaba y que tomaba como terreno propio hasta las Juntas de Gobierno de los departamentos.
La clave de las elecciones y de la vida política de Entre Ríos desde 1983 es Concordia. Esto quedó patentizado incluso en la última campaña electoral, cuando Paraná y otras localidades amanecieron a poco de los comicios tapadas con volantes que rezaban: «No queremos otro gobernador de Concordia». En las generales, la lucha por la gobernación se dio entre el intendente de esta ciudad y el dirigente agropecuario Alfredo de Angeli, nacido en María Grande, pero afincado en Gualeguaychú.
Concordia y sus votantes inclinan la balanza. Dos veces en los últimos treinta años, el resultado de las elecciones cambió cuando se abrieron las urnas de la ciudad.
La última lucha política no tuvo protagonistas centrales de la capital administrativa de la provincia. Y, además, el partido de gobierno tuvo su peor derrota allí, pese a la gran cantidad de referentes de la localidad que poblaban los cuerpos de la lista. En Paraná sólo se ubican las sedes físicas de los poderes públicos y la mayor cantidad de agentes de la administración. Pero sólo eso. La definición de quienes toman la decisiones hace rato que se ha corrido de allí.
Tres de los emergentes más importantes que han dado las últimas elecciones para los próximos 10 ó 15 años de vida política entrerriana provienen de Concordia: Gustavo Bordet; Enrique Cresto y Ángel Giano. Les corresponde a ellos consolidar este proceso, que devuelve a la costa del Uruguay su rol histórico en la vida pública provincial y, a la vez, les cabe el deber de evitar que la corrosión y la lucha intestina, producto de liderazgos vacíos y de torpeza política, que ya hizo añicos al justicialismo de Paraná, se cuele en la ciudad.
* El autor es periodista.
Fuente: El Heraldo