POR ANA HERNÁNDEZ
Gilda… es pueblo
“Gilda… No me arrepiento de este amor” es el nombre de la película que ha causado un efecto masivo de concurrencia a las salas. Y nuestra ciudad no ha sido la excepción. La gildomanía se ve en el cine San Martín desde hace una semana. Está con dos funciones a sala completa.
22.09.2016 | 22:51
Las entradas fueron vendidas con anticipación desde que entró en cartel y debido a la repercusión seguirá una semana más.
La película habla básicamente de Miriam Bianchi y como llega a ser Gilda, el camino de un sueño. Y no el sueño americano precisamente.
La narración tiene un matiz documentalista y conjuga ingredientes que hacen a la identificación de un público heterogéneo, pero unificado. Es la historia de una chica de barrio que corre detrás del deseo, tan clásico y mitológico como eso.
Uno de los ingredientes mágicos que componen este fenómeno fue haber elegido acertadamente a Natalia Oreiro, que de aquí en más será la dueña de las almas gilderas, debido a que comparte su imagen angelada y carisma.
Pero, amen de la virtud de su directora, Lorena Muñoz, y su actriz, hay una historia que moviliza y por ello es popular. Hay algo de la literatura universal en sus componentes y a su vez lo inexplicable que también hace a la cultura popular. Esa cosa tan simple de ver, pero difícil explicar.
Este fenómeno convoca a la señora jubilada que baila sus canciones, al permitido del mes que lo ocupa en entradas y pochoclos; al de la bici que la ata al poste de luz; a las jóvenes quinceañeras. Representa al pueblo, a los que no les interesa este tipo de análisis sino que se quedan con la mejor parte.
Son los que eligen este tipo de historias y personajes simplemente porque los sensibiliza, conmueve y en realidad todo se reduce a una cuestión de fe.
La película habla básicamente de Miriam Bianchi y como llega a ser Gilda, el camino de un sueño. Y no el sueño americano precisamente.
La narración tiene un matiz documentalista y conjuga ingredientes que hacen a la identificación de un público heterogéneo, pero unificado. Es la historia de una chica de barrio que corre detrás del deseo, tan clásico y mitológico como eso.
Uno de los ingredientes mágicos que componen este fenómeno fue haber elegido acertadamente a Natalia Oreiro, que de aquí en más será la dueña de las almas gilderas, debido a que comparte su imagen angelada y carisma.
Pero, amen de la virtud de su directora, Lorena Muñoz, y su actriz, hay una historia que moviliza y por ello es popular. Hay algo de la literatura universal en sus componentes y a su vez lo inexplicable que también hace a la cultura popular. Esa cosa tan simple de ver, pero difícil explicar.
Este fenómeno convoca a la señora jubilada que baila sus canciones, al permitido del mes que lo ocupa en entradas y pochoclos; al de la bici que la ata al poste de luz; a las jóvenes quinceañeras. Representa al pueblo, a los que no les interesa este tipo de análisis sino que se quedan con la mejor parte.
Son los que eligen este tipo de historias y personajes simplemente porque los sensibiliza, conmueve y en realidad todo se reduce a una cuestión de fe.